Muchas gracias por atendernos, Álvaro, que hoy hablas en representación de toda la Milker, además de ti, Sergio Portales, Mauri Esteban, Mauro Pedrero, Jaime Álvarez y Mario Alcántara. Hace aproximadamente un mes de la publicación de vuestro vídeo del concierto del Principal que fue un boom absoluto y sin embargo, hay mucha gente que apenas os conoce, así que pregunta obligada ¿Quiénes son La Milker Band?
Gracias por recibirnos. Precisamente en ese concierto, decíamos que la Milker no es una banda comercial y que su leitmotiv es únicamente la música, el amor por la música, la delicadeza en el trato de la música, la pasión y el fervor por la música. Esa es la piedra angular, y todo lo demás no nos interesa.
Suena muy bien, pero ¿Cómo se traslada eso al funcionamiento de una banda, al día día, a la toma de decisiones...?
Somos muy amigos desde hace mucho tiempo y aunque este condicionante sea usado en determinados espacios musicales como algo peyorativo porque puede implicar falta de profesionalidad o de calidad, en nuestro caso, en mi opinión, es todo lo contrario, genera un activo. Todos mis compañeros han tocado juntos desde niños y la profundidad en el conocimiento del otro que eso te otorga creo que es un valor y que se nota en el escenario.
¿Dirías que crear la banda fue un proceso natural?
Sí, sí, eso es. Todo lo que sucede en la Milker pasa por casualidad, de una manera muy genuina y espontánea, sin forzar. Huimos de los estereotipos, de hay que hacer esto o lo otro. No es que pretendamos ir a la contra pero no hacemos nada de lo que se supone que habría que hacer. No como plan, pero tal vez sí como resultado. No tenemos hoja de ruta, no sabemos si queremos dar conciertos o grabar discos. La Milker fluye por nuestras vidas y en ese camino pasan cosas, y las cosas que pasan, pasan naturalmente y sin ambiciones. Nos surjen cosas y decidimos qué hacer o qué no hacer. La verdad es que solemos rechazar casi todo lo que nos llega porque no consideramos que va dentro de nuestra línea o filosofía.
¿Os mueve el divertimento más que el resultado o incluso más que la propia rebelión?
Digamos que lo que nos mueve es hacer y decir cosas que se nos generan naturalmente, sin esquemas, todo es muy momentáneo y no miramos lo que nos puede acarrear hacer o no hacer. No decimos vamos a hacer este o este otro concierto, tampoco ensayamos demasiado y decisiones, por ejemplo, como qué canciones formarán parte de un bolo se deciden sin una preparación o análisis profundo... creo que este enfoque nos da mucha frescura delante del espectador porque suena de verdad a lo que somos, no nos escondemos ni renunciamos a que en esa manera de ser, a veces, seamos imperfectos. Nosotros, como consumidores de música o de arte, valoramos mucho eso, que todo sea auténtico, más allá que la propuesta encaje o no dentro de tus gustos específicos. Nos movemos por impulsos sentimentales y por ejemplo podemos dar un concierto en La Clave un día y otro día tocamos en el Principal de una manera totalmente diferente porque son conceptos muy diferentes.
¿Vale más el talento que el virtuosismo técnico?
Hay opiniones para todos los gustos dentro de la banda. Personalmente creo en el talento puro no pervertido por la técnica. Lo ideal sería poder aunar ambos, sería la ostia y te llamarías Leonard Cohen (risas) pero eso no somos nosotros. En todo caso, creo que ese talento puro sería la mayor aspiración de cualquier artista en cualquier campo.
Ya que sacas el concierto de la Clave de hace un par de años: La Clave es un espacio cultural alternativo en el que distéis un concierto embozados con pasamontañas y portando símbolos anarquistas. Fue un gran éxito y de él se habló durante mucho tiempo después.... ¿Qué se generó allí aquel día?
A veces intento entender cómo habría percibido yo todo aquello como espectador, todo aquel ambiente tan subversivo. Lo hago siempre. También por ejemplo cuando veo las imágenes de lo del Principal que es todo lo contrario. Obviamente encima del escenario sientes mucho pero luego cuando ves un vídeo o la gente te comenta es cuando eres más consciente de los detalles. Todo al final va orientado a respondernos que si nosotros, como espectadores de nuestros conciertos, seríamos capaces de apreciar toda esa honestidad y frescura de la que te hablo. Lo importante es eso y luego, si lo ya lo enmarcas dentro del clima especial que se crea en un concierto, termina siendo la ostia. Pero, yo al menos, no puedo definir qué es eso o cómo se crea eso. No, la verdad es que no sé qué es lo que atrae a la gente. Más allá de la técnica, de si este músico es un erudito o de si el cantante tiene o no intención... más allá de la técnica hay otra cosa que nadie sabe lo que es pero que en mi opinión es lo único que importa.
"Más allá de la técnica hay otra cosa que nadie sabe lo que es pero que, en mi opinión, es lo único que importa"
¿Hablando de lo del Principal, cómo se consigue llenar siempre cuando os movéis por conceptos a veces tan contrapuestos?
Mutando. Todo artista está obligado a mutar, a crecer, a malearse. Hay que luchar contra el estancamiento. El arte es un concepto muy amplio y lleno de artistas y creo que sería muy aburrido encasillarse en un lugar concreto. Eso sí, respeto muchísimo a aquellos artistas que por ejemplo hacen tangos o flamenco toda su vida y que además los bordan y son capaces de transmitir tanto. Pero a mi particularmente me interesan más los artistas que se enfrentan a entornos novedosos, creo que es una obligación para el artista y es que tampoco me gustan las etiquetas.
Dentro de ese proceso de mutación, el próximo concierto de la Milker, va a ir más por lo de La Clave, por lo del Principal, o todo lo contrario.
(Risas) Pues no tengo ni idea pero seguramente todo lo contrario. Lo divertido es no saber lo que va a pasar, me resulta excitante. No me gusta la planificación, me atrae lo caótico porque eso me excita. Me gustan las sorpresas.
No sabéis cómo va a ser vuestro próximo concierto, no sois apenas activos en redes, el boca a boca tiene sus propios límites geográficos, estáis acostumbrados a llenar...
... es maravilloso, no hacemos mucho caso de las redes, no invertimos en comunicación ni tenemos manager, tenemos mucho material pero muy poco publicado... y llenamos desde el primer concierto que dimos. No sé el motivo, creo que lo normal es que fuéramos un fracaso total pero no es así y tener al público, al que respetamos infinitamente delante en un concierto, es lo más maravilloso que le puede pasar a un artista.
¿Y cómo manejáis el vértigo de que siendo así de escuetos en comunicación pueda llegar el día en que os subáis al escenario y de repente no haya nadie en el público?
No tenemos ese vértigo, hay otros pero ese no. Por un lado no estamos muy de acuerdo con lo frenético del panorama actual en el que hay que ir contando incluso nuestra vida del día a día en todas las redes que se pueda. Por otro lado, nunca nos hemos planteado ser un producto que tenga que triunfar, lo que nos gusta es disfrutar tocando juntos. Es un lujazo para mi tocar al lado de los monstruos que tengo a mi lado y lo disfrutamos mucho en el local o en casa, sin público, así que no tenemos ese miedo, disfrutamos igual que haya tres o mil personas y siempre respetamos mucho a la gente con independencia del número de personas que tengamos delante.
En medio de esta anarquía de la que me hablas, ¿cómo se articula el proceso creativo?
Tampoco tengo muchas explicaciones, no hay proceso creativo en sí mismo. Nos juntamos y en cualquier alguien saca la guitarra u otra cosa y empieza a tocarse algo. A los dos segundos los músicos van entrando y el tema se compone naturalmente por sí mismo tanto en música como en letra. Es un poco como una jam privada de la que sale todo. Luego hay arreglos, por supuesto, pero tampoco mucho porque no queremos encorsetar al tema, queremos que sea una especie de vómito, de apertura en canal de nuestro interior con pocos arreglos que escondan o hagan más digerible el sentimiento virgen que lo origina. Creemos que cuanto más se trabaja sobre una idea originaria, más manido queda el resultado.
¿Y qué pesa más, música o letras?
Pues en el conjunto de la banda pesan lo mismo. Los músicos se preocupan por sus estructuras, sus melodías, sus arreglos... y yo como letrista cuido mucho las letras. Considero que debería ser obligatorio el respeto máximo a nuestro lenguaje y además creo que en la evolución del panorama musical actual, tristemente, no es lo habitual.
Os sentís reflejados en esa evolución de la música contemporánea.
No, no nos interesa casi nada. Se podría considerar que somos unos rebeldes por esto pero en realidad, si esto es así, es por pura inconsciencia o resultado, no por ningún plan establecido. Nosotros hacemos nuestro camino y si la industria va por otra parte, pues va por otra parte y ya está.
"No nos interesa casi nada la música contemporánea"
Musicalmente os podría encuadrar como una banda de rock con influencias...
Sí, se podría decir. La médula espinal se podría decir que es el rock pero bebido de muchas fuentes muy dispares, no podría decir a nadie de manera categórica y desde luego nadie del panorama que se escuchan en el mainstream actual. Lo que escucho ahora en general me da mucha tristeza porque no me dice nada y el arte me tiene que decir algo. Si no me dice nada...
Y a las letras ¿Qué etiquetas le podríamos poner?
Las letras beben prácticamente de todo lo obligado para cualquiera que coja un boli y un papel, desde los clásicos de la literatura, a poetas, o a compositores como Leonard Cohen, Bob Dylan por supuesto o incluso Diego Vasallo... en realidad todo un poco en torno al concepto de perder. Qué es la vida sino perder... perder, pero con elegancia.
A estas alturas de entrevista tengo hambre de un concierto de la Milker, ¿qué fechas me apunto y dónde será?
Pues siento ser reiterativo, la verdad es que no sabemos nada. Siempre llegan propuestas pero no hay nada ahora mismo encima de la mesa que, tal y como está definido, nos apetezca hacer. No te puedo decir nada y no porque lo quiera ocultar si no porque en verdad a día de hoy no tenemos ninguna ni idea de qué va a ser lo próximo.
Volvemos al principio, después de toda esta conversación, de toda la información, llegamos a la conclusión de que la Milker sigue siendo la Milker y que no saber forma parte de su patrimonio casi al mismo nivel que la propia música. Pero no estoy frustrado, al contrario, me resulta curiosamente poético dejarlo todo en manos del universo, y siento ilusiones donde antes había incertidumbres. Tengo la impresión de que ahora sé exactamente lo mismo de la banda que lo que saben ellos mismo, y eso, que es decir mucho, es casi lo mismo que no decir nada.
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