Mark Underwood, originario de Indiana (Estados Unidos), ha cubierto durante años sus brazos con hermosos tatuajes, cincelados al detalle. De la punta de los dedos hasta donde la piel se funde con la zamarra. La cartografía de tinta es sólo la primera muestra –y la más evidente– de la importancia de los símbolos para este reputado productor. “IIII+IIII”, su primera entrega bajo el nombre de ÌFÉ, es la culminación del uso de dichos símbolos en sus creaciones: las enseñanzas de los yoruba –su religión desde unos meses para acá– cabalgan, suave, sobre ritmos afrocaribeños.
Su piel actúa como capa de significado. Como lo hacen sus múltiples identidades: Mark Underwood como productor (desde su llegado a Puerto Rico en 1999 ha trabajado con Calma Carmona o Young Ragga); Dj Nature tras los platos; y ahora Otura Mun, como babalawo, sacerdote yoruba. Tras un periplo por Cuba, la religión yoruba –sistema de creencias con presencia en el Caribe desde hace cerca de quinientos años– cambió la cosmovisión del músico americano. Sin vuelta atrás. “El amor y la expansión, el deseo de inspirar, sorprender, y comunicar un mensaje de esperanza y empoderamiento humano. Eso me mueve”, atiende Otura Mun, desde su casa puertorriqueña.
Así nació su proyecto ÌFÉ, juego de palabras con “Ifá”, el sistema adivinatorio –forma de comunicación con los dioses– del babalawo. Un renacimiento que, claro, ha impregnado de sentido sus músicas, que actúan ahora como una gran plegaria rítmica (a base de rumba cubana y dancehall), que aporta enseñanzas relacionadas con la libertad o la comunidad. Un mensaje que se camufla en sus compases, como una ballena en el mar. “El mar profundo, un velero chiquito, acompañado por una ballena, durante días: si la ballena no sube al aire frente a tus ojos quizás jamás sepas que ella está allí contigo todo el tiempo”, filosofa el productor.
Aunque “IIII+IIII” se mueve, más que como un velero, como un cayuco. Avanza, pero con un vaivén que invita a cerrar los ojos, y a meditar. Un efecto asimilable al del trance. Cercano, según Otura Mun, a cierta música gospel. Pero alejado a otros géneros de base cíclica, como mucha electrónica contemporánea. “Hay algo en la repetición en sí que ayuda a llegar a un sitio elevado. Pero eso no tiene que ver con la electrónica para mi; de hecho, lo que no me gusta de la música electrónica es la tendencia simplemente a ser repetitiva”, zanja.
Pero ÌFÉ no andan solos en ninguna de sus batallas. En la difusión del mensaje yoruba a nivel mundial colaboran con él Ibeyi o la rapera La Dame Blanche, también la compositora Daymé Arocena, o los masivos Orishas, de vuelta a los escenarios. “Hay muchísimos ejemplos más en la salsa de los setenta, en el rap de los noventa... Y en la rumba y timba de hoy también. Es cierto que día hay un tipo hard drive psíquica que se está usando como una fuente de inspiración colectiva”. Debe ser verdad. Su proyecto espiritual es magnético, motivo por el cual lo ha paseado sin importar el credo a ambos lados del Atlántico.
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