Un cuarto álbum que supone un nuevo salto sin red, y del que hablamos con él por teléfono.
¿Tenías miedo a que el disco se sostenga sin el soporte visual del espectáculo que hiciste junto a Xavi Bobés?
Le doy la vuelta a eso. La música estaba hecha antes del espectáculo, quizá no toda, pero sí que es verdad que el espectáculo me ha ayudado a llevar más lejos las ideas que ya tenía. Por eso te digo que le doy la vuelta a la pregunta: sin el espectáculo, este disco no habría llegado a aquellos lugares a los que ha llegado. Y a los que me hubiera costado llegar por mi inercia propia, sin ningún elemento externo. Eso lo veo muy claro, y me gusta que sea así. Me gusta haber apostado por la voz en off, y que haya tempos lentos, y que no haya singles.
¿Cómo surgió todo?
Tuvimos la suerte de que teatros importantes nos echaran un cable con la producción y tuvimos el tiempo para trabajarlo. Pudimos trabajar con calma y profundizar en las ideas. Es en estos procesos creativos donde más disfruto, cuando está todo por hacer. En la parte estrictamente musical, pero también en la escénica. Es como tener un juguete nuevo, y tener tiempo para jugar con él.
"A mí me gusta utilizar los estilos musicales para algo. Por eso voy cambiando de estilo, en general. Porque son un medio, no un fin"
Siempre has dicho que el proceso de tus discos tiene una primera fase, en la que vomitas todas las ideas que te rondan por la cabeza, y luego les pones orden. ¿Ha sido igual esta vez?
Igual. A partir de ese material que ya tenía, el formato teatral me ha permitido darle una forma diferente, muy específica, que le iba muy bien al contenido y a donde quería llegar, porque es una apuesta a la que no le sienta bien quedarse a medias. Este registro me ha permitido no cortarme y ser valiente, en ese sentido.
¿Necesitabas ser más universal, a diferencia de "Meridiana" (2016) y "Diagonal" (2019), que tienen más arraigo en tus vivencias?
Es difícil para mí hablar de esto, no tengo la perspectiva. Está claro que "Meridiana" (2016) tenía una connotación social muy clara: intentar definir y darle forma al contexto en el que nací. Y en "Diagonal" (2019) esa parte política se hizo más explícita que nunca, yo creo. En Diagonal (2019) llegué casi al límite en el que yo me siento cómodo a nivel de posicionamiento político o de hablar incluso de temas de actualidad. Sí que puede que esto sea una vuelta a mirar otra vez hacia adentro, aunque también es interesante para mí entender que lo de dentro y lo de fuera están muy relacionados. Y que cuando llegas al núcleo de los problemas, a nivel íntimo, te das cuenta de que siempre hay un punto en el que todo lo que te ocurre viene de algún lugar, y que de ese contexto que intentaba definir en Meridiana (2016) vuelve a salir el origen. Eso me reafirma en que muchas veces hablar de lo íntimo y lo político es como lo mismo. Parten de diferentes enfoques, pero al final llegas a sitios que siempre se tocan.
Lo personal es inevitablemente político, entiendo. Incluso si no nos damos cuenta.
Sí, sí. De entrada, nada de lo que nos encontramos es neutro. Nada es porque sí. Todo viene de algún lugar y tiene una razón de ser. Y cuando parece que no la hay, pues sí la hay. Aunque sea por dejadez o por no saberle ponerle nombre a eso. Pero eso existe por algo. Y creo que parte de nuestro deber es ir entendiéndolo y cogiendo perspectiva para ser lo más libres posibles. Y eso nos hace chocar prácticamente con todo. Cuando uno pretende desligarse de estas herencias y estas cosas que te condicionan negativamente, te hace chocar con tu contexto natal, con la cultura que te ha criado, con tu familia… porque desgraciadamente las cosas están jodidas. Y el disco en parte habla de eso.
¿Y no has sentido nunca la tentación de reaccionar antes eso con una música escapista, de evasión respecto a la realidad, para huir de ella?
No, es que eso está en las antípodas de lo que sé hacer. O de lo que me sale. Cuando empecé a hacer música no sabía por qué la hacía. Era para mi una herramienta para sacar cosas, tratar temas, compartir, y eso siempre ha significado para mí lo contrario de la evasión. El lograr que de las cosas más jodidas y dolorosas se pueda extraer algo bello. Con el tiempo he ido entendiendo que ese es mi trabajo.
"Cuando he hecho las cosas desde dentro y desde el corazón, porque sentía que debía hacerlas, siento que el tiempo me ha dado la razón"
¿Dirías que tu trabajo como músico responde a un deseo de entender y asimilar la realidad?
Mirándolo en perspectiva, me doy cuenta de que cada disco acaba reflejando una época, con sus problemáticas y sus dudas, que había que atravesar. Y que por lo menos en mi caso, gracias a haber hecho estos discos, siento que he ido saltando pantallas. E intentando matar los fantasmas que me han ido saliendo con el tiempo. Es difícil saber si esa es una idea que ahora me hago en retrospectiva de lo que he hecho o si realmente ha sido así. Pero me ha ayudado, sin duda, y espero que las cosas que he ido tratando no me afecten solo a mí, sino a más gente. Supongo que sí.
Además, a lo largo de tu carrera, cada paso que has dado ha sido como un nuevo desafío, tanto para ti mismo como para el oyente. ¿Crees que tu base de seguidores asume también esos retos?
Claro, esto lo he vivido desde hace veinte años. Cada cosa que saco gusta a una gente, deja de gustarle a otra… o no. Cada persona tiene un bagaje y les resuenan cosas diferentes en cada disco. Hay gente que te sigue desde el principio, gente que lo hace como una cosa puntual, y es una locura intentar entenderlo. Lo que está claro es que yo no lo he puesto fácil, en el sentido de que no he hecho demasiadas concesiones ni he pensado en lo que se espera de mí o en lo que gustará. Y en ese sentido me imagino que muchas cosas, a bote pronto, habrán sido difíciles o deben haber generado cierta sorpresa. Por ejemplo, me acuerdo perfectamente cuando empecé a hacer cosas de teatro, o cuando cambié al castellano, que era rarísimo para mucha gente. Pero luego la sensación es la misma. Cuando he hecho las cosas desde dentro y desde el corazón, porque sentía que debía hacerlas, siento que el tiempo me ha dado la razón. Siempre me he quedado muy tranquilo con todos los cambios que he hecho porque era lo que había que hacer. Incluso a veces no podía ni siquiera explicar por qué, y luego con el tiempo he entendido de dónde venía y adónde iba.
Precisamente por eso no quiero darle muchas vueltas, simplemente hacer lo que me apetece en cada momento. Y sin querer, yo creo que acaba saliendo algo coherente.
De todo el disco, creo que la canción que más rompe con el tono general es “El sandunguero”, que parece una electro cumbia. Llega incluso a desconcertar.
Bueno, tampoco tiene mucho misterio. Hago un uso bastante irónico del estilo musical y de ese registro, que es tan ajeno a mí. A mí me gusta utilizar los estilos musicales para algo. Por eso voy cambiando de estilo, en general. Porque son un medio, no un fin. No quiero ser rockero, no quiero ser hardcore, no quiero ser nada. Utilizo las cosas para explicar cosas. Y en ese sentido, hacer una canción que ironizara sobre que mi culpa me hace bailar, y poner una canción que hace bailar, pues ya me estaba bien. No tiene más.
El álbum se divide en dos partes diferenciadas. Infierno, con ocho composiciones, y Purgatorio, con cinco. Obviamente, la segunda es más fácil de oír.
Claro, los títulos ya lo expresan. Este disco intenta hablar de una transición. De un salto, un cambio. En realidad, todos los discos. Generalmente intentan retratar un salto. Algo que ha cambiado en tu vida. O que necesitas que cambie. Y en este es muy explícito. Incluso en el sentido de que hay dos partes claras. También es verdad que mi idea inicial era hacer Cielo e Infierno (risas), porque lo primero que tuve, la primera canción del segundo disco, partía de un momento muy dulce, como de revelación prácticamente. En realidad, salió en época de la pandemia, y casi por obligación o por castigo salió en una época muy bonita para mí, en la cual cada día me iba al bosque y pasaba allí toda la mañana con mi hijo, que es algo que no hubiera pasado de ninguna forma si no llega a ser por la pandemia. Y de ese lugar, poético y fuera del tiempo prácticamente, una primavera que para mí fue maravillosa, salió el lugar que quería retratar, especialmente en la segunda parte. O el lugar que me daba la medida de lo que no teníamos. Y luego cuando tiré del hilo, en esa segunda parte, me di cuenta de que quizá no estaba en el cielo (risas), y que estamos en ello. Pero bueno, sí que es verdad que ya hemos pasado por la primera parte, Infierno, y eso nos hacer tirar hacia un lugar mejor.
Precisamente te iba a preguntar eso: si eliminabas ya directamente la posibilidad de que hubiera un cielo.
Bueno, algún día. Espero que llegue (risas).
¿Es el recurso al spoken word algo que empleas para tener cierta intimidad con el oyente, como si le hablaras al oído?
La verdad es que no sé cómo apareció. No sé cómo se me ocurrió, pero me pareció un recurso diferente y útil en este universo. Me permitía escribir textos en otro registro y evitar la esclavitud, entre comillas, de la musicalidad, que también condiciona mucho. Y yo creo que le sienta bien a ese lugar de soledad absoluta donde estás tú y tú mismo, con tus fantasmas. Tú y toda esta locura.
Siempre has preferido definirte como un autor que canta, más que como un cantautor. Supongo que porque no te identificas demasiado con la figura del cantautor clásico. Pero sí que se puede decir que con el tiempo has ido mirando cada vez más al folk, en el sentido de folklore. De nuestro folk. Algo que también se ha reflejado en algunas de tus colaboraciones de los últimos tiempos, con músicos que suelen fundir tradición y vanguardia.
Claro, cada uno tiene su caminito, y desde luego que el mío, viniendo del mundo del hardcore, de la música independiente y alternativa, con toda esta cultura anglosajona, a la que siempre estaré agradecido y que me ha enseñado tanto, pues a la vez siento también que nuestra generación también ha sido algo inconsciente. Un poco como si no existiera el pasado. Como si antes de los años sesenta hubiera un vacío absoluto. Y eso no es así. No debe se así. De hecho, con el tiempo, he entendido, sin yo pretenderlo, porque no tenía ningún interés a priori, a la música popular y su sentido. La música hecha por y para todo el mundo. Ya sin ninguna de las pretensiones de estilo, de elitismo, de distinción que, quieras o no, tienen muchas de las tendencias que me han influido en mis inicios. Llegó un punto en el cual lo que más me interesaba era desligarme de etiquetas y de estilos concretos e intentar comunicar. Y eso me ha llevado, sí o sí, al contenido y al significado de la música y la cultura popular. Que es ese, la comunicación de los grandes temas universales, de una manera que pueda entender cualquiera. Y tú me dirás: “pero este disco que has hecho, no lo puede entender cualquiera, ¿no?”. Y yo creo que sí. Es decir, puede que la gente no esté acostumbrada a estar una hora delante de un disco, pero eso es otra cosa. Una cosa es que uno tenga unos hábitos que lo alejen de poder disfrutar en profundidad de algo y otra que no sea capaz de entender y de asumir perfectamente el contenido que hay en un disco. Y ahí es donde estoy yo. Intentando encontrar una forma adecuada para cada proyecto, que pueda llegar a cualquier persona. Venga de donde venga y tenga la edad que tenga.
Por cierto, ¿habéis tenido alguna oferta para reactivar Standstill, aunque solo sea para el directo?
No, no, no ha habido nada. Nadie se ha atrevido (risas). Tampoco somos los Héroes del Silencio.
Bueno, en su momento erais un valor seguro para muchos festivales y para muchos recintos de aforo medio.
Sí, seguro que le interesaría a gente, sí, pero no sé si tanto como para tentarnos a volver, así en frío. Pero bueno, quién sabe. La verdad es que ahora no estoy pensando en este tipo de cosas.
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