En serio
EntrevistasLittle Wings

En serio

Raúl Julián — 22-06-2011
Fotografía — Archivo

Kyle Field tiene una voz muy especial, casi mágica, que parece salir directamente de algún rincón de su barriga hasta el infinito. Ahora vuelve con un disco nuevo bajo el brazo tras unos nada habituales años de ausencia y una gira que lo traerá a nuestro país. Toma nota que merece la pena: Madrid (29 junio, El Sol) y Barcelona (30 junio, La 2)

Tras publicar cerca de una decena de discos en el mismo número de temporadas, el multifacético cantautor Kyle Field se ha tomado cuatro años hasta entregar el soberbio “Black Grass”, un álbum preciosista y evocador en el que el folk adopta diferentes formas, contagiado del voraz espíritu alejado de decretos convencionales latente en su autor. Y es que Kyle Field es un tipo peculiar, interesante y prolífico, que tan pronto diseña tablas de skate como publica inspirados discos enormemente respetados por sus coetáneos. Hace tiempo que decidió firmar su obra con el pseudónimo de Little Wings. “Es un buen nombre artístico y utilizar mi propio nombre no me parece tan interesante”. Aquello fue a finales de los noventa, cuando debutó con un álbum titulado “The Wonder City” (98). Desde entonces y hasta 2007 no ha parado de lanzar nuevas entregas, por lo que a priori sorprenden los cuatro años acontecidos hasta recibir el presente “Black Grass”. “Hice unas nueve grabaciones en cuestión de años y creo que necesitaba un descanso. Además giraba mucho y nunca estaba en casa. Tuve que empezar de nuevo y construir una vida sólida y lo suficientemente estable como para llegar hasta aquí”. Tirando de tópico hay que decir que la espera ha merecido la pena, con la llegada de un espléndido elepé que alberga un decálogo intenso, sincero, bello y profundo, den el que el folk mantiene personalidad propia sin renunciar a una desprejuiciada evolución que alcanza caminos tradicionalmente propiedad de Nick Drake, Vic Chesnutt, Stuart A. Staples o incluso el Nick Cave más reflexivo. A estas alturas ya habrán deducido la singularidad del estadounidense, que además alberga un temperamento independiente del que contagia a sus creaciones. Por eso en 2007 ideó un proyecto paralélelo llamado Be Gulls, con el que publicó un disco homónimo. “Quería tener un doble para las escenas de acción al que poder mandar a atravesar ventanas rotas sin que el actor principal sufriera ningún daño. Necesitaba hacer un falso disco para ocupar un espacio específico con libertad e improvisación, sabiendo que no iba a ser un álbum de Little Wings”. Estamos ante el típico caso de creador venerado por crítica y colegas de profesión, pero de popularidad muy por debajo de sus méritos. “La gente me va conociendo eventualmente y lo reconfortante para mí es que, en el caso de que alguien me descubra ahora, tendrá un montón de discos para escuchar. No he evitado conscientemente la exposición, pero es un tiempo muy competitivo con la autopromoción en Facebook y cosas por el estilo”. De hecho, ha compartido escenario o estudio con nombres imprescindibles como Daniel Johnston, M. Ward, Grandaddy o Devendra Banhart. “Creo que han afrontado el aspecto profesional de su carrera más seriamente y por eso son artistas conocidos. Yo no me lo he tomado muy en serio, pero estoy bien así. Realmente no quiero un trabajo”.

En todo caso, Little Wings estará actuando en Madrid (29 junio, El Sol) y Barcelona (30 junio, La 2).

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