“En mis canciones hago las preguntas que me inquietan”
EntrevistasModest Mouse

“En mis canciones hago las preguntas que me inquietan”

José Carlos Peña — 20-02-2015
Fotografía — Archivo

La banda de Issaquah, Washington, tiene nuevo disco ocho años después. Seis, si contamos el recopilatorio de descartes “No One´s First and You´re Next”. Una eternidad, en todo caso, que ha levantado todas las expectativas que se pueden levantar a estas alturas. Isaac Brock, líder y compositor de discurso torrencial, se explaya al teléfono.

Desde Sony Music, (matriz de su sello Epic), nos insisten en que no debemos sacar asuntos temporales. Tampoco la rotación de músicos, cuyo representante más ilustre, el guitarrista británico Johnny Marr, saltó del barco hacia 2009, tras dejar huella en el soberbio “We Were Dead Before The Ship Ever Sank” (Epic, 07) y el mencionado recopilatorio.

Lo cierto es que “Stranger to Ourselves” (Epic, 15) es todo lo bueno que podría ser: Quince canciones de extremos, en las que la banda retoma su universo personal justo donde lo dejaron. James Mercer (“The Shins”), Dann Gallucci (The Cold War Kids) y Jim Fairchild (Grandaddy), entre otros, colaboran.

Isaac Brock es el alma máter de la banda desde su nacimiento en los primeros 90 y autor de esas letanías repletas de ingenio retorcido, imaginería y metáforas religiosas y humor negro. Conversar con él no es fácil -al menos esta noche-, y menos cuando la línea telefónica no acompaña. Brock habla como escribe sus letras, embargado por una especie de stream of consciousness que puede desorientar.
Para complicarlo todo, empezamos con mal pie al preguntarle sobre el título, tan conciso para la tradición del grupo. “No quiero sonar maleducado ni meterme en tu trabajo, pero cuando me preguntas que explique el título, ¿a qué te refieres?” Le preciso, tragando saliva, que si descubrió en las canciones algún hilo conductor específico que le llevara a ese inquietante “Strangers to Ourselves”. Brock explica: “Por alguna razón, me quedé con él. Ya lo tenía guardado y tenía sentido, aunque le seguí dando vueltas. Podría haber dado con algo inteligente pero…ya sabes, esta vez no teníamos un buen título largo, en plan parrafada negativa o alguna mierda por el estilo…Tenía otro fantástico, pero estoy seguro de que la compañía discográfica no habría permitido que saliera. Cuando el disco estaba acabado, seguía dándole vueltas. Me lo quería poner difícil a mí mismo, hasta que en un momento dado me di permiso para utilizarlo”.

Isaac repite ese concepto, tan extraño para nuestra cultura, de la autoexigencia. ¿Herencia de su educación religiosa? Cuando le preguntamos sobre la grabación del disco y su trabajo como productor junto a Clay Jones, Andrew Weiss, Tucker Martine y Brian Deck, nos avisa: “Va a ser una respuesta larga”. Y lo es. La condensamos: “Me cuesta sentirme cómodo en el papel de productor. Mi amigo Clay Jones (ingeniero de sonido con el que ya habían trabajado) me convenció para buscar un sitio adecuado para grabar. Más que un estudio, lo que buscábamos al principio era un lugar funcional en el que pudiéramos hacerlo fácil. Pero entonces recordé quién soy, y que no me gusta lo fácil. Así que nos llevó una increíble cantidad de tiempo construir un estudio de verdad. Llegó un momento en que dijimos “mierda, tenemos que terminar este disco”, y me puse a mí mismo un plazo. Si no lo cumplía, me despediría como productor. Finalmente, me despedí, tuvimos que buscar productores adicionales (Brian Deck, Andrew Weiss) y nos empezamos a impacientar. No teníamos ni idea de cuándo acabaríamos el disco. Acabé llamando a Tucker Martine porque estaba perdido y confundido y necesitaba que me echara una mano. Pero al final, acabé terminando el trabajo por el que me había despedido”.
El proceso se extendió desde mediados de 2012, cuando Brock alquiló el espacio que sería su estudio Ice Cream Party (lo compraría a finales de ese mismo año) hasta principios de este 2015, cuando terminaron las mezclas.


 

El perfeccionismo luterano que le persigue parece, sin embargo, que acaba funcionando. Pocos grupos tan personales tienen casi dos millones de Likes en su Facebook. Sobre todo, a partir de aquel “Float On” de 2004, por alguna razón Modest Mouse se ha convertido casi en un fenómeno masivo en Estados Unidos. ¿Cómo es posible? Tras una larga pausa, Isaac se lanza: “Bueno, ¿sabes qué pasa? Que si lo supiera, eso significaría que le he estado dando muchas vueltas al tema. Como músico, no me gusta explicarme, porque no lo hago bien y al final puede ser una pesadilla. Imagino que eso lo tienes que hacer tú, que de alguna manera te tienes qué imaginar cómo me siento sobre las cosas. Cuando escribo canciones, no trato de explicarme a mí mismo, pero sin duda estoy intentando lanzar las preguntas que me inquietan. ¿Por qué eso funciona y la gente encuentra una conexión? Quizá conectan con los conceptos que yo mismo me estoy planteando en una especie de monólogo interior”.

Brock también repite varias veces la palabra “weird” (raro) para unas canciones en las que seguimos encontrando una inabarcable amalgama de influencias. ¿Pero se ven ya a la altura de grandes bandas como The Cure o New Order, que abarcan todos los extremos de la vida? La respuesta de Brock es oblicua: “Bueno, es que tengo tantísimas influencias…James Brown, el country, el blues, el hip-hop, la música tradicional…Realmente hay muchos tipos de música en nuestras canciones. No creo que esto sea algo particularmente novedoso. En algunos discos de The Beatles hay canciones muy diversas, con muchos altos y bajos. En nuestro caso, se trata de que toda la imaginería y la vibración que ponemos funcione”.
Aunque la huella del funk y el disco ya era muy visible en sus trabajos anteriores, en este álbum se atreven con algunas texturas casi electrónicas en varios pasajes, especialmente en “Pistol”, cuyo final es puro New Order circa 1987. Brock me matiza: “En realidad, no lo hacíamos conscientemente. Puede que esto suceda en esas canciones que mencionas, pero no nos dirigíamos hacia ahí en concreto. Que las canciones hayan terminado con esos arreglos es más una coincidencia”.
No quiero terminar nuestra accidentada conversación sin preguntarle si podremos verles por aquí presentando el disco. Brock tiene buenas noticias: “Estoy bastante seguro de que iremos por allí en la primavera, antes del verano. Pero dependerá de cómo cuadremos la agenda. Me gusta España”.



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