Willy Vlautlin es un tipo inquieto, con el que resulta sencillo identificarse. Retraído, la música es su vía de escape y Richmond Fontaine su fuente de energía. Tras la sorpresa que supuso “Post To Wire” y la ratificación de “The Fitzgerald”, el grupo alcanza su cima con el nuevo disco. Trata diferentes temas: el racismo aparece como telón de fondo en “Captized”, la esperanza desatada en “A Guilty Conscience” o el paralelismo con Tom Waits en “Lost In Control”. “Estoy muy contento porque he hecho este disco con muchos amigos. Ha sido una experiencia muy excitante, ya que músicos como Howe Gelb, Joey Burns o Nick Luca nos han ayudado mucho a crear el trabajo más ambicioso de nuestra carrera. He escrito las canciones con la esperanza de tener suerte con ellas. Queríamos sentirnos orgullosos de ellas”.
"Para mí la melodía y la letra son lo más importante de una canción" |
Ambicioso o no, el disco desconcierta con las primeras escuchas ya que se distancia de lo que esperábamos de ellos. En todo caso, dejando a un lado el anecdótico aire festivo de “Moving Back Home”, Willy Vlautin y sus muchachos exploran su vena más macabra. “El punto débil de los compositores es explorar siempre el lado oscuro. A veces, eventualmente te apartas, para seguir trabajando otra visión diferente, pero al final vuelves al punto de partida. Me gusta retratar a la gente, abordar su personalidad. Yo siempre he sido muy tímido, como mi hermano. Vengo de la oscuridad y por eso ahora solamente escribo cuando estoy feliz. No quiero parecer más serio de lo que soy y quiero salir de ese caparazón”. De Tucson a Portland, pasando por la arenosa Phoenix o la singular Alburquerque, este es un viaje de historias mínimas. “Es interesante descubrir rincones, saber como se comporta la gente en cada estado americano. Hemos visitado muchos lugares y me gusta considerar las problemáticas existentes. En esta ocasión, he plantado cara al racismo. Cuento historias que a veces son reales, pero otras ficticias. Mis amigos adivinan las que extraigo de la realidad, de mi infancia. Recuerdo a los inmigrantes que llegaban y se ponían a trabajar. Ellos han aceptado los trabajos que nosotros hemos rechazado. No hay excusas para esta situación. Hemos sido testigos de todo esto, debemos quitarnos el miedo, es duro pero hay que ser conscientes de la dura realidad cotidiana que nos rodea”. Aunque los textos se centren en Estados Unidos, como muchas otras bandas americanas, Richmond Fontaine han tenido una mejor acogida en Europa que en su propio país. “Hemos tenido la oportunidad de viajar por medio mundo y es algo que valoro mucho. Tener la ocasión de salir de América ya me parece un triunfo. No es fácil ganar mucho dinero con la música. Comprar billetes para Europa era muy caro para nosotros, pero por suerte hemos tenido un manager que ha sabido moverse”.Willy Vlautlin es de los que considera que lo más importante de una canción es lo que se canta. “Para mí la melodía y la letra son la más importante de una canción. Lo que la convierte en algo grande siempre será una buena letra y una gran voz que la interprete. La música no es más que la banda sonora de esa historia”. ¿Cómo entonces se han incluido dos piezas instrumentales en “Thirteen Cities”: “El Tiradito” y “The Disappearance Of Ray Norton”? “Paul Brainard ha conseguido una gran atmósfera con la steel, y esas dos piezas son maravillosas. También me encanta el sonido de acordeón que Joey Burns ha creado en la última de las canciones”. Volviendo a las palabras. Vlautlin ha completado una novela que lleva por título “Motel’s Life” y que, según parece, va a editarse en nuestro país traducida al castellano. “Estoy muy contento de que se publique en español. Trata la historia de dos chicos de diecisiete y dieciocho años que se quedan sin madre. Están en Reno y explica cómo van a la escuela, cómo recorren la ciudad con sus bicicletas. Básicamente es la historia de toda esa gente que no tiene a nadie en sus vidas, un viaje por la adolescencia de dos almas perdidas”.
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