Los estadounidenses Rancid se han ganado el derecho a ser reconocidos como la última gran banda punk de la era moderna. Una condición legítima lograda gracias al brillante “…And Out Comes The Wolves” (1995), un disco que puso patas arriba el patio de butacas del punk-rock. Había quien prefería la energía de “Rancid” (1993) o la anarquía visceral de “Let´s Go” (1994), más rápidos, más crudos, pero no cabe duda de que su continuación fue la responsable directa del elogio generalizado que desde entonces merecen.
"Sigue la tradición de los Ramones y de todo ese punk auténtico que te va a estallar en la puta cara" |
Canciones como “Ruby Soho”, “Time Bomb” o “Roots Radicals” se escuchaban y bailaban en plazas de todo tipo. Los intocables The Clash ya tenían de una vez por todas a su esperado relevo generacional. Tres años más tarde llegaría “Life Won´t Wait” (1998), con mayores dosis de ska y reggae, al que siguió esa salvajada de imperdible y tachuela que fue “Rancid” (2000) y el collage de colores “Indestructible” (2003).
"Cada disco documenta un periodo de nuestras vidas y estrecha ese circulo que genera la música de Rancid" |
Tras el cese en la actividad del grupo californiano –el más largo que se les recuerda: seis años prácticamente- llega “Let The Dominoes Fall”, un asalto al cuadrilátero dispuesto a presentar batalla. Para descubrir más cosas al respecto, conversamos a dos bandas vía telefónica desde las oficinas de Epitaph en Los Angeles. A Tim Armstrong le irrita dar entrevistas; le aburren, aunque a la hora de la verdad se muestre correcto y educado. En cambio, a Lars Frederiksen le pirran. Y se nota. Habla como una cotorra y poniendo un enorme énfasis en sus palabras. (Frederiksen) “Hacer entrevistas, la promoción, es una de las partes más desagradables de ser músico. Preferimos hablar sobre el escenario, tener ese contacto directo con la gente. Por tanto, es el periodista quien tiene que conseguir que esto sea divertido de verdad, así que espero que lo consigas. Hablar de uno mismo siempre es algo muy aburrido, aunque me da la impresión de que esta vez vamos a pasarlo bien”. El reto está servido. Tras esa interrupción estratégica y voluntaria de seis años, “Let The Dominoes Fall” toma la palabra. Empero, sus miembros han estado ligados a otras aventuras. Lars Frederiksen junto a The Bastards y Tim Armstrong en solitario y con Transplants, que funcionaron como una válvula de escape consiguiendo cierta repercusión. Mientras, Brent Reed deliberaba sobre cuál iba a ser su futuro fuera de la banda. (Armstrong) “Este equipo funciona como tal cuando estamos juntos. Cada uno tiene su estilo, su forma de escribir, y eso queda bien definido en los proyectos que tenemos fuera de Rancid, como por ejemplo Transplants. Lars también tenía material que afortunadamente vio la luz, y yo estuve en 2007 en España durante cuatro meses, en Barcelona y en el sur, grabando música que luego aparecería en ´A Poet´s Life´ y en este álbum de Rancid. Además, tengo que decir que todavía tengo más canciones de esa etapa, que sacaré muy pronto en otro disco mío”. Un reguero de constantes rumores, presagiaban que la publicación de “Let The Dominoes Fall” se iba a producir mucho antes de lo que al final ha acontecido. (Frederiksen) “Empezamos a finales de 2007, y estuvimos una semana reunidos en octubre, en noviembre y en diciembre hablando mucho sobre cómo sería el disco. Hicimos pruebas en un centro de operaciones pensado para sentirnos cómodos sobre las ideas que teníamos cada uno de nosotros. Nos sentamos en una mesa redonda, y con guitarras acústicas plasmamos melodías e ideas diversas. Era otro modo de plantear la grabación, distinta, más amena, abierta a la opinión de cada uno de los integrantes de Rancid. Fue durante el transcurso de esos días cuando nos dimos cuenta de que teníamos buen material en nuestras manos. Las canciones fueron tomando forma, así que empezamos a pensar en la logística, cosas como el lugar en el que íbamos a grabar, la producción con Brett Gurewitz, las mezclas y todos los movimientos que supone un nuevo trabajo. Luego decidimos que nos convenía salir a tocar en directo y, en los descansos entre giras, continuamos puliendo el disco. Cuando nos volvimos a juntar vimos que teníamos un nuevo enfoque, otro pensamiento, queríamos añadir cuatro piezas, y al final cambiamos muchos de esos cortes. Volvimos con más energía, no deseábamos hacer la típica grabación fría, estudiada, impersonal. Así fue como acabamos de ajustarlo todo, hasta estar completamente satisfechos con el resultado”.
El single de presentación, “Last One To Die”, es un tema radiable y reconocible al instante, y el arranque con “East Bay Night” nos dirige hacia el corazón del nuevo material de la banda. (Frederiksen) “En esa canción radica el espíritu del disco. Hasta que no sacamos ese tema, no estuvimos completamente convencidos. Es Rancid al cien por cien, una canción extraordinaria. Es esa típica situación en la que te pones al límite. Es como decir: ´Hola, somos Rancid y estamos aquí para hacerte pasar un buen rato´. Sigue la tradición de los Ramones y de todo ese punk auténtico que te va a estallar en la puta cara. Queríamos que ese fuese un buen ejemplo acerca de lo que para nosotros significa el punk”. El legendario y recuperado Booker T. Jones se ha convertido en el inesperado comensal que se suma al banquete que han preparado Rancid, en ese apetitoso “Up To No Good” y en la no menos atractiva “Damnation”. (Frederiksen) “Estando en Los Angeles nos sorprendieron con la presencia de Booker T. Jones, sabedores de la ilusión que nos hacía. Fue como tener a la chica que sale de tu pastel de cumpleaños cubierta de nata a tu disposición. Una gozada. ¡Teníamos frente a nosotros a una leyenda del sonido Stax! Tranquilo, pero con mucha energía”.
Por mucho que conozcamos el tan característico sonido de Rancid, nunca es fácil predecir hacia dónde va a dirigirse cada nuevo álbum del cuarteto californiano. Pueden sonar muy punk, muy callejeros, muy jamaicanos, o todo al mismo tiempo, como en “Let The Dominoes Fall”, que administra con sabiduría todas y cada una de sus facetas. (Armstrong) “Definitivamente, cada disco documenta un periodo de nuestras vidas y estrecha ese circulo que genera la música de Rancid. Nuestra actitud es la que marca la frontera entre unos discos y otros”. Brett Gurewitz, jefe de Epitaph y alma de Bad Religion, vuelve a ejercer de productor. (Armstrong) “Nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero la clave de nuestra sintonía profesional es el respeto personal que hay entre nosotros. Él canta, escribe, controla, pero deja que Rancid sean Rancid. A muchos otros grupos les intimida su presencia, a nosotros nos da seguridad”.
Para completar el lanzamiento de “Let The Dominoes Fall” (que aparece también en edición especial con un making of de la grabación y tomas acústicas de todas las piezas), Rancid han tenido la excelente idea de colgar en su página web una serie de episodios cortos y en blanco y negro de las sesiones en el estudio. Una curiosa manera de descubrir sus entresijos. (Frederiksen)“Nuestros fans y amigos nos los pusieron muy fácil. Nadie dejaba de preguntar cuestiones sobre el disco y la mejor manera de responderlas era de esta forma. Nos ahorramos trabajo y dar explicaciones. Aunque muchos se asustaron, ya que se pensaron que habíamos hecho un disco acústico. Nos tocó recalcar que no era así. También nos lo tomamos como un regalo para todos esos seguidores que nos han apoyado durante veinte años. Una manera sencilla de acercarnos todos un poco más y que pudieran participar de nuestras experiencias”.
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