Instalados en una más que cómoda posición de la primera división del pop-rock alternativo mexicano, Zoé tienen ya motivos suficientes para hacer repaso y rodar un documental sobre su carrera. Están en ello, y previsiblemente podremos verlo el verano del año que viene, pero antes toca entregar un nuevo disco, que ya era hora. “Sí, han pasado cinco años volando”, dice Sergio Acosta (guitarra), al teléfono desde el otro lado del charco, con cierta resaca “tras el concierto de Atoms For Peace de anoche”. El álbum de marras se llama “Programatón”, siguiendo la tradición (suya, y de bastantes bandas latinoamericanas) de construir juegos de palabras en los títulos. “El espíritu de experimentación siempre ha estado en nosotros, tanto a nivel de concepto, de letras y sobre todo de música”, explica. “Nos gusta buscar nuevos recursos sonoros. En este disco, por ejemplo, llegamos a extremos divertidos, como en el final de la canción ‘Ciudades Invisibles’. Parece que lo que suena es un hi-hat, pero es una mosca chamuscándose contra un matamoscas eléctrico de estos con forma de raqueta. En el estudio había muchas moscas y algo había que hacer… Creo que hasta está registrado como instrumento en los créditos”.
El momento cómico termina abruptamente al sacar el tema del secuestro de Delorean en su país. “Escuché la noticia en la radio mientras llevaba a mis hijos a la escuela, y no lo podía creer. Me dio mucha pena y mucha vergüenza. Es lamentable que puedan ocurrir tan a menudo estas cosas en mi país. ¡Es muy común! A mí me lo han intentado hacer, pero ya me los conozco. Estos hijos de puta se han dado cuenta de que ahora hay mucha presencia de músicos españoles en México, y han pensado que ahí tienen la comida. Lo increíble es que Delorean no son conocidos aquí, no entiendo cómo dieron con ellos”.
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