Al desplegar la carpeta de “High Violet” nos topamos con las miradas penetrantes de los cinco componentes de The National, fotografiados por Keith Klenowski en un juego de espejos: los gemelos Dessner en los extremos, secundados por los otros dos hermanos del grupo, Scott y Bryan Devendorf, y finalmente Matt Berninger en el centro, luciendo una poblada y canosa barba que no se corresponde con nuestro recuerdo de aquel frontman rubicundo y espigado que, aparentemente, competía con Alan Sparhawk de Low por el trono de torturado oficial de la escena alternativa estadounidense. El tiempo pasa para The National, pero no lo hace en balde. “Sabíamos que el disco podía funcionar, pero nunca pensamos que pudiera acaparar tanta atención”. Casi diez años después de su debut, cinco desde que “Alligátor” despertara un interés general que se confirmaría con “Boxer” en 2007, The National vuelven a la palestra con un álbum que por el momento pone la guinda a su trilogía para Beggars Banquet/4AD, cuidado hasta el último detalle, con un Nico Muhly en estado de gracia a la hora de ornamentar las canciones, más oscuro, melancólico, mejor… “Sí, es cierto, ‘High Violet’ es el disco más oscuro que hayamos hecho nunca. Creo que la tristeza en el arte nos ayuda a humanizarnos y descargar la presión que arrastramos día a día. Sin embargo, siempre he sido un tipo bastante feliz, aunque nuestras canciones parezcan escritas por alguien que vive una vida miserable. Para mí es importante escribir sobre la ansiedad, el miedo… ese tipo de cosas contra las que luchas cada día. Ser el mejor amigo, el mejor marido o el mejor padre es duro y cuesta trabajo, y nuestros discos se centran en eso. En mi caso concreto tener una hija me ha cambiado y me ha hecho aún más feliz. Tengo la suerte de poder guiar a alguien en este mundo y me encanta”. Aunque hay cosas a las que asegura que no está dispuesto a renunciar. “El alcohol siempre ha sido algo útil con lo que mantengo una buena relación y que nunca ha supuesto un problema. Bebo mucho sobre el escenario, a veces por el pánico escénico, otras simplemente porque me ayuda a disfrutar de las canciones. Igualmente me encanta poner un disco o ir a un concierto cuando estoy un poco borracho; creo que introducirse en las tinieblas y celebrar la oscuridad con la percepción ligeramente alterada es una experiencia maravillosa. No sé, hay algo en la música y el alcohol que hace que vayan de la mano. Obviamente no somos Mötley Crüe, no nos pillamos unos ciegos brutales, pero sí que nos gusta tener unas cervezas o un vino cerca cuando nos juntamos a escribir canciones. Por otra parte, como banda todos estamos intentando llevar una vida más saludable. Mira a R.E.M.: todos saben lo que es pasarse de la raya, todos la han cruzado y han vuelto, y ahora están física y mentalmente saludables, se tratan con respeto, se van de gira y se lo pasan genial. Nosotros estamos descubriendo eso, aprendiendo a sobrevivir como grupo…”. Matt Berninger, desde su hogar neoyorquino, hace que me acuerde de un viejo amigo, militante del pesimismo más feroz, que decía que ese es el camino de la felicidad pues poniéndose siempre en lo peor sólo recibirá las mejores noticias. A menudo le he creído sospechoso de infelicidad, de igual modo que alguien que escribe versos como “Me preocupaba comer tus sesos, porque soy el mal” podría hacerse pasar por cualquier cosa excepto por bon vivant. “Morrissey, Michael Stipe, Cohen, Cave o Waits me han inspirado más que cualquier literato. Las letras de canciones responden a una lógica interna que poco tiene que ver con la poesía o la literatura en general. En mi caso intento sugerir momentos, escenas o sentimientos y huir de la narrativa. Hay tantísimas cosas que pasan en una canción que, a veces, necesitas que las letras se aparten y dejen que la música construya la idea. Además, sinceramente creo que las ideas borrosas son aquellas en las que la gente invierte más tiempo, las más seductoras y las que soportan mejor el paso del tiempo. A mí me pasó con ‘Fall On Me’ de R.E.M. No me di cuenta de que trataba sobre una lluvia radioactiva hasta que lo leí en algún sitio años después. Nunca significó eso para mí ni lo hará jamás. Y ahí reside parte de su grandeza”.
Admiradores confesos de Bruce Springsteen, del que llegaron a versionear su “Mansion On the Hill” en “The Virginia EP” (2008) (“me encanta porque es pasional y sexy y siempre ha querido cantar canciones sobre la gente, las cosas que le importan y que le gustan, incluso sobre lugares siniestros y rarezas sexuales. Me parece un escritor fascinante y un músico increíble”) The National comparten con el de New Jersey su implicación política y talante progresista, que les lleva a colaborar activamente con la organización por la lucha contra el SIDA Red Hot -el celebrado álbum “Dark Was The Night”, quién es quién de la escena indie norteamericana cuyos beneficios fueron a parar a Red Hot, tenía a los Dessner a los mandos- e incluso a mostrar su apoyo explícito a la candidatura de Obama a la Presidencia de los Estados Unidos. “No tengo recetas o mensajes sobre cómo hacer las cosas. No las busques en nuestros discos. Pero de forma paralela sí que contribuimos en nuestra pequeña medida a la campaña con la canción ‘Fake Empire’, camisetas, etcétera… Atravesamos tiempos difíciles”. Algo implícito en uno de los temas de “High Violet”, “Afraid Of Everyone”, cuando Berninger repite obsesivamente sentirse asustado por todos los que le rodean, dispuesto a defender a su familia con su “paraguas naranja”. “Me parece inverosímil que hoy en día haya gente dispuesta a tragarse la propaganda sin sentido de la derecha más reaccionaria, lo que vende Fox News y las ‘Sarah Palins’ y los ‘Dick Cheneys’ de turno. Afortunadamente creo que ni tan siquiera representan a la propia derecha americana, porque su discurso es demasiado extremo. Conozco un montón de republicanos que se están alejando del partido porque no quieren tener nada que ver con este fanatismo enloquecido. No me puedo creer que haya quien aún apueste por un libre mercado que está haciendo que aumente la brecha entre los más ricos y los más pobres. Estados Unidos tiene algunos de los peores aeropuertos del mundo y una red de transportes desastrosa. Y del tema educativo es mejor ni hablar… No es que yo sea un socialista convencido, pero hay cuestiones como la educación y la sanidad pública que son derechos fundamentales. Afortunadamente acabamos de dar un pequeño paso, diminuto, pero que es importantísimo cara a que dentro de diez años contemos con un sistema sanitario universal. Pero ahora mismo la gente está asustada y algunos se aferran al pasado con desesperación. Vivimos momentos extraños, es la tormenta que precede a la calma”.
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