Del Sida al fin del mundo
En la ciudad de los rascacielos hace ya mucho tiempo en el que hubo un primer fin de fiesta. Un golpe primigenio que acabaría con las noches locas de sexo, drogas y diversión. Los setenta fueron tiempos tan peligrosos como excitantes. Las bandas marcaban sus territorios, la heroína, las anfetas y el champagne campaban del radio al extrarradio y viceversa, pero la administración Reagan y con ella el SIDA lo alteraría todo. Primero sobrevino el miedo, luego la prudencia y más tarde la soledad y el abandono. Cambiaron las drogas, el crack se hizo el amo de unas calles que, alejadas del poder, revindicaban su independencia rapeando. Al mismo tiempo, en un mundo de marionetas, los yuppies de fácil inversión inauguraban restaurantes con lustrosos lavabos en los que hacerse múltiples, elegantes y largas rayas. Tiempos difíciles para la música que la policía aprovechaba para limpiar, sin demasiadas contemplaciones, las calles de vagos y maleantes. Por eso en un Buena York limpio y reordenado, repleto de escaparates para turistas venidos de todo el mundo, sobrevino la gran catástrofe. Por modélica y envidiada. Queda claro que ya nada volverá a ser lo mismo, por más que una panda de mozalbetes se empeñen en retomar y reciclar con toda su esencia ese legado.
La canción sigue igual
Y no deja de resultar curioso que sea precisamente ahora cuando aparezcan estos veinteañeros ataviados con una estética cien por cien roquera, de cuero negro, estudiado desaliño y lo que me resulta más importante, con una colección de canciones de esas que quitan el hipo a cualquiera y que se encuentran recogidas en un primer larga duración, “Is This It” (RCA, 01), de obligada adquisición esta temporada. Comparados con acierto por la crítica con bandas como Velvet Underground, The Fall, Television, Richard Hell o Talking Heads, Julian Casablancas (compositor cantante y guitarrista) se ha convertido en un icono rock de nueva generación.
"Que se jodan. A nosotros nos gusta esa canción. Vivimos en Nueva York y los polis han matado a más gente de la que dicen. Esa es la puta verdad" |
Salvajemente atractivo, bien dotado para la melodía y una cálida garganta, nos ha dejado sin habla con perlas de la categoría de “Hard To Explain”, “The Modern Age”, “Someday”, “Last Nite”... “No existe ningún secreto para haber hecho un álbum así. El único secreto ha sido trabajar muy duro. Ensayar mucho y trabajar durante mucho tiempo en los temas”. Quién se expresa en estos términos tan calvinistas es Nikolai el apocado y serio bajista de la banda. Y no deja de ser curioso que hable de trabajar duro cuando se supone que la gente monta una banda de rock sin más pretensión que la de divertir y divertirse, para follar y ser follado, para beber gratis en los clubes y aceptar adictivos regalos de los seguidores más incondicionales y viciosos. Pero no parece ser así en el caso de The Strokes. Un grupo que, desde el principio, aspira a lo más alto. ¿Cabe hablar de hype tal y cómo se han apresurado a asegurar unos cuantos? O, en cualquier caso, ¿cabe hablar del síndrome Elastica? Ese que te lleva a hacer un primer disco de grandes melodías para ser despedazado más tarde, con razones y argumentos, por un siempre difícil segundo trabajo que te condena irremediablemente a cierto ostracismo y a la cubeta de la serie media. “No sentimos ninguna presión por nuestro segundo trabajo. Nosotros hacemos lo que hacemos. Hacemos exactamente lo que nos gusta y ante todo queremos pasarlo bien con esto por eso no tenemos miedo ni de las críticas ni de los medios. La crítica no es una presión para la música que vamos a hacer en el siguiente álbum”.
De buena cuna y con un buen par
Mira tú por dónde, estos chicos primero trabajan duro para llegar a lo más alto y luego se divierten. Imagino que una cosa no va reñida con la otra, pero a priori resulta algo contradictorio. Lo mismo que sus orígenes, ya que no son precisamente modestos. Vaya que no podemos hablar en este caso de unos ´working class heroes´, aunque tampoco la escena arty neoyorquina ha destacado nunca precisamente por eso. Pero a nosotros que más nos da que Albert Hammond Jr, uno de los guitarras, sea hijo del compositor de “It Never Rains In Southern California” (sí, hombre sí, seguro que la conoces porque es uno de los himnos hippies por excelencia) o que el padre de Julian sea el afamado jefe de una de las agencias y escuela de modelos más importante de su país y ya puestos a desvelar tampoco resulta demasiado importante que Casablancas, Nick Valensi (el otro guitarra) y Fabrizio Moretti (batería) se conocieran en un prestigioso colegio privado no apto para los bolsillos de cualquier hijo de vecino.
"Realmente no nos sentimos herederos de nada ni de nadie. Hemos escuchado a todas esas bandas, pero no nos sentimos sus herederos" |
Que más nos da todo esto si lo suyo es rock´n´roll y aquí no hay clases que valgan. Aquí o se disfruta o te amuermas, pero no hay que andarse con muchas más hostias. Una cosa es que tu viejo tenga pasta y otra que tú seas capaz de hacer canciones del calibre de “New York City Cops”, tema que, por cierto, ha provocado una dura polémica debido a su letra y que, tras los atentados del 11 de septiembre, ha sido retirada de las nuevas copias del compacto por su compañía mientras que Julian, en un concierto celebrado recientemente en Toronto, descargó contra los que quieren que la supriman de su set list con estas palabras: “Que se jodan. A nosotros nos gusta esta canción. Vivimos en Nueva York y los polis han matado a más gente de la que dicen. Esa es la puta verdad”. Unos asombrosos atentados que han provocado y lo que es peor han justificado una auténtica caza de brujas de lo que es aceptable o no, radiable o no, publicable o no. Una censura a la carta ciertamente preocupante cuando lo más sensato sería tomarse las cosas tal y cómo se las toman Nikolai y el resto de la banda. “Es cierto que ya nada volverá a ser lo mismo y también es verdad que están cambiando muchas cosas en nuestra ciudad, pero sinceramente creo que, pese a lo triste que ha resultado todo, debemos hacer el máximo esfuerzo por continuar haciendo exactamente lo mismo que estábamos haciendo antes. Es lo mejor que se puede hacer y desde luego nosotros no vamos a cambiar lo que ya estaba proyectado”.Una cosa es segura: The Strokes van a seguir acaparando la atención de los medios. Están sumergidos en el centro mismo del show business y no les pilla de nuevo. Saben moverse en un mar repleto de tiburones con el desparpajo y la chulería que su juventud y grandes dosis de actitud les otorgan.
Gurus, drogas y Velvet
Sus directos son de la vieja escuela, cortos, pero de una intensidad
arrolladora; sus pintas, del profundo Soho neoyorquino; sus temas, de
una adicción enfermiza y su entorno combinan la responsabilidad de
hacerles grandes con la diversión más desquiciada. Presumen de gurú
aunque su figura no se ajuste a las particularidades que tenía John
Sinclair con los MC5, a los que dotaba de contenido político radical.
Aquí el gurú resulta ser más musical que otra cosa ya que “J P
Bowersock es una persona que nos ayuda, nos aconseja y orienta. Le gusta
mucho la música y es un gran entendido tanto de música muy dura, como
muchos otros tipos, además tiene una manera de entenderla muy peculiar.
En serio, es un tío muy cool al que escuchamos”. Un gurú musical con
la suficiente edad para teletransportarlos a épocas pasadas de las que
indudablemente beben y de las que se han convertido en auténticos
herederos... “Realmente no nos sentimos herederos de nada ni de
nadie. Si me preguntas por la Velvet Underground o por todas esas bandas
que mencionas te puedo decir que sí que las hemos escuchado y que,
evidentemente, nos gustan, pero no nos sentimos sus herederos”.
Vosotros quizás no, pero sí los semanarios ingleses que son responsables
en gran medida de la proyección internacional de The Strokes al
ensalzar hasta la saciedad su par de Ep´s, “The Modern Age” y “Hard To
Explain”, ambos editados por Rough Trade y que provocó el posterior
salto a RCA, discográfica elegida porque no les obligaba a hacer vídeos
si a ellos no les daba la gana... “En el Reino Unido están mucho más
abiertos a hablar de bandas nuevas y, desde luego, mucho más ansiosos
por descubrir nueva música que la prensa estadounidense, por eso no es
extraño que se fijaran en nosotros y nos hayan brindado su apoyo”.
Muy diplomático y agradecido me ha salido Nikolai, aunque también muy
cansado. Su tono de voz refleja cierto hastío. Es un tono que me llega
apocado desde el otro lado del Atlántico y que parece indicarme que está
harto de las mismas preguntas, de las mismas respuestas y más si encima
se hayan inmersos en plena y agotadora gira a lo largo de los States,
que más tarde les traerá por Europa y que, afortunadamente, hará escala
en nuestro país por segunda vez después de su actuación en un festival
balear. Por eso y para no molestar en exceso, paso de preguntarle por
cuestiones más típicas del tipo ´¿cómo es un concierto de los vuestros?´
o esa que dice ´¿tenéis ganas de visitar nuestro país?´. Aunque lo que
no me resisto a preguntarle es otro topicazo similar, ya sabes, ese de
si ´su banda mantiene la visión clásica del rock que Ian Dury
inmortalizó con aquello de sexo, drogas y rock´n´roll´. “Verás yo,
ante eso, digo ´a veces´. Es decir que relativamente puede resultar
fantástico y, desde luego, es algo muy clásico que no siempre resulta
cierto. Ya sabes, si te pasas puede dejar de ser divertido”. Me lo
imaginaba: una respuesta políticamente correcta de una banda del nuevo
siglo enclavada en el anterior, aunque de lo que estoy totalmente
convencido es de que Julian hubiera contestado de forma muy distinta,
mucho más en sintonía con su estela de enfant terrible, pero, claro, el
jefe no se va a dignar a hablar con un medio de la remota España. Es
mejor que sea un subalterno quien se encargue, aunque su conversación
aburra a las ovejas. Así que nada más por nuestra parte, excepto
recomendar la adquisición de “Is This It”. No se sentirán decepcionados.
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