EL RITMO DE LA BESTIA
EntrevistasLuke Slater

EL RITMO DE LA BESTIA

Redacción — 30-11-1999
Fotografía — Archivo

Hizo añicos el concepto de tecno con un álbum tan odiado como amado. «Freek Funk» puso a Luke Slater en el mapa electrónico y llenó de minas la pista de baile. Y cuando todos esperaban otra vuelta de tuerca en clave minimalista, el británico se lanza a la yugular con el electro como arma punzante. Sí, «Wireless» es pura maldad, qué demonios esperabas. Sus bofetones electrónicos han dejado huella en las pupilas de más de un raver este verano. No en balde Luke Slater ha estado paseando las frecuencias de tecno malsano de su extraordinario «Freek Funk» por todos los festivales que han osado venderle el alma. El resultado de tanto traqueteo ha sido una continuación aberrante e irrespirable que, con un abanico más nutrido de ritmos, se estila como uno de los momentos más inspirados y aterradores de la electrónica del 99. «Wireless» (Novamute/So Dens, 99) es un viaje al horror del electro, a la putrefacción del breakbeat y a las catacumbas del hip-hop. Nadie apostaba por un giro hacia frecuencias tan rugosas, especialmente cuando «Freek Funk» nos mostró la cara oculta del tecno desde una evidente perspectiva de refinamiento y buen gusto, pero este británico de rasgos semi-orientales ha optado por embrutecer un discurso que parece escalar peldaños con cada entrega. «Quería hacer algo cargado de energía y mala leche y estos ritmos son los que mejor me iban para conseguirlo. Quería ir un poco más allá de lo que hice en «Freek Funk», hacer algo con mucha más actitud». Y de los gélidos esquemas de su primer álbum, saltamos a los infiernos del ritmo roto con una paleta de sonidos mucho más hiriente e incómoda. «No quise meterme directamente en el estudio como ya hice en mi anterior disco. Para «Wireless» grabamos una sesión de batería en vivo para poder samplear breaks y golpes hechos por mí mismo. Y esta filosofía la seguimos con muchos de los sonidos que aparecen en el disco. No quería ceñirme al estudio, creo que habría sido un error». Y «Wireless» ostenta un cancionero rabioso -atención al magnífico single «All Exhale»- que parece confeccionado por un hombre cabreado, muy cabreado con el resto de la humanidad. «No me interesa la música alegre. ¿Por qué me iba a gustar algo que no siento? Mi música trata de reflejar lo que yo siento, esa tensión e incluso frustración que percibo en la vida diaria. Por eso surgen todos estos sonidos incómodos y canciones que bordean el hardcore, porque son mis sentimientos y así los expreso. Nunca grabaré un disco de música alegre porque no soy una persona alegre». Postura contradictoria con esa pasión casi enfermiza por uno de los sonidos más hedonistas que se ha inventado la parroquia negroide. «Tienes razón, el funk siempre está en mi música. Puedo haber pasado de un sonido más emparentado con lo que la gente denomina tecno a sonidos más electro e incluso breakbeat, pero si algo puedo asegurarte es que siempre queda la impronta del funk. Es una de mis obsesiones: preservar el elemento funk haga lo que haga». Todos los sonidos, menos «la música comercial de baile; la odio» tienen cabida en el archivo mental de este residente en Sussex. Y esta claro que para este nuevo viaje al averno ha sido esencial la ayuda de la vieja escuela de maestros de la rima. El hip-hop sigue siendo uno de los asideros más firmes a los que agarrarse antes de entrar en el estudio. «La influencia del hip-hop en mi sonido siempre ha sido crucial. Yo procedo de la escena hip-hop; gracias a este sonido me interesé por otras tendencias. Me gusta el hip-hop de la vieja escuela y lo cierto es que ahora la escena está ganando interés muy rápido. Durante una época -mediados de los noventa- dejó de gustarme, pero ahora han surgido buenos grupos como Jurassic 5 que retoman el legado de la vieja escuela y lo trasladan a la actualidad». Pocas cumbres le quedan ya por coronar a este británico que se dio a conocer con seudónimos como Clementine, Planetary Assault Systems o 7th Plain. Nombrado como uno de los auténtico renovadores de un sonido tan indefinido y trillado como el tecno -«todavía no sé muy bien qué pretende englobar esta etiqueta; para mí todo lo electrónico es tecno»-, Slater va camino de hacerse con el trono del electro con su segundo asalto al mercado en formato larga duración. Asimismo, pocos dudan de su efectividad a la hora de empuñar las Stanton. Sus sesiones son conocidas por demoler sin compasión los tímpanos del respetable, que siempre termina rindiéndose a las ráfagas dance-ruidistas de nuestro héroe. Y, para más inri, durante este año ha forjado un directo alabado en todas las publicaciones especializadas. ¿Con qué personalidad nos quedamos? «Disfruto mucho haciendo de Dj. Los directos son una disciplina atractiva, pero distinta; tienes que agradar a la gente con una creación tuya. En cambio, cuando estás en una cabina sólo tienes un objetivo: conseguir que el público baile y disfrute y eso es más agradecido». Sudar ya es un arte con Slater allá arriba. «Wireless» está publicado por Novamute/So Dens

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