El escribir año y medio atrás «Only The Moon And The Stars Separate Us» en restos del muro de Berlín, en alusión a gente freaky que realmente aprecio pero que desafortunadamente no tengo la oportunidad de ver a menudo, poco me imaginaba que mi primera charla con dos de éstos tuviera lugar en el Mond Bar (mond significa luna en alemán) de Barcelona. Segunda toma: acción rodada el día después en el Hotel Calderón, arquitectura del cual no cuesta emparentar con las americanas setenteras lisérgicas que suele lucir Jarvis.
Aunque Pulp crecieron mucho en popularidad durante los noventa y Steve ya no muestre el mismo interés por los estudios que le llevaron a Londres («hacer música es más controlable e inmediato que el cine. Aparte la mayoría de nosotros recordamos antes una canción como reflejo de una época o de una relación que no una película»), a Jarvis le sobró tiempo para presentar en febrero de 1999 «Journeys Into The Outside»: una serie de tres programas de una hora de duración para la BBC «trataban sobre outside art, es decir, de gente que ha creado algo en el paisaje sin proponérselo, como respuesta a un deseo espontáneo. Lo hice para mostrar que el verdadero outsider no tiene porqué haber estudiado en un arts college, sino que su impulso creativo es más natural». Parece que Jarvis se haya sacado finalmente una espina clavada durante los últimos diez años. «No me gustó demasiado el ambiente del St. Martin’s. Allí te encuentras a gente que sólo se expresa en busca de la fama, el dinero y la gloria. Desde que acabé los estudios tenía en mente este proyecto pero me faltaba un productor que lo sufragase». La serie se repartió en tres programas filmados en Francia, Estados Unidos y países como Méjico, Suiza, Bélgica e India en el último caso. «En India me encontré un hombre que era inspector de carreteras y que vivía cerca de unos terrenos en los cuales antes de ir a trabajar y durante quince años iba montando decenas de estatuas con piedras y trozos de desechos –curiosamente encontré muchos outsiders que trabajaban con piezas desechables como hacía Gaudí-. Resultó que cuando el gobierno descubrió la zona con la misión de construir en ella, los vecinos se opusieron logrando que actualmente sea un parque temático protegido». Sin lugar a dudas, Cocker sigue al lado de los humildes y los objetivos de sus documentales le siguen alejando de todo divismo. Lástima que de momento será difícil ver esta serie aquí. «Nunca había hecho un programa para la televisión antes y me equivoqué al incluir tanta música, ya que los derechos legales de por medio dificultan la emisión en otros países. Quizás también se vea en Estados Unidos».
Martin Wallace, codirector de «Journeys Into The Outside», fue antiguo socio de Steve y de Jarvis en la pequeña compañía que crearon recién licenciados. Allí «la parte productiva la llevaba yo, Martin codirigía y Jarvis, que es una persona poco dada a la práctica, se ocupaba más del concepto». Así salieron parte de los vídeos citados en la presentación. Steve, sin embargo, no guarda grandes satisfacciones de ello. «Cuando uno está en una escuela de cine, se empeña en ver un film diario y se crea grandes expectaciones. Esto hace que los primeros cortos que uno dirige supongan decepciones». En los mismos términos se manifiesta también Jarvis cuando le imagino haciendo pareja con Polly Jean en el celuloide. «Creo que PJ debe ser una buena actriz, pero tengo claro que yo odio actuar. Como actor en los cortos de mis compañeros de carrera los resultados fueron francamente malos. Incluso detestaría aparecer como presentador diciendo ¡Hi, welcome to the wonderfuld world!» –me descorcho con la vocecita-. La verdad es que uno le ve encima del escenario o rememora el caso Michael Jackson y se espera otra respuesta a ésta.
El Dogma 95: aunque a Steve le encantase «Los Idiotas», sugiere que «esto ya lo hacía Godard y la nouvelle vague. No es revolucionario, pero creo que es una forma perfecta de cerrar los noventa, una época de personas en pequeños grupos que no sabían bien dónde iban». Curiosa definición. Jarvis prefiere «Celebración» y apunta que «lo importante del Dogma es que se hagan películas baratas e interesantes en las que lo que vale es la imaginación del director» e incluso, siguiendo con la idea de bajos medios técnicos pero efectivos, piropea «The Blair Witch Project» aunque arremeta contra su campaña publicitaria («es un hype presentarla como The scariest film ever been made», que expresado con mucha sorna y tono de voz a lo «This Is Hardcore» es de las pocas bromas que saco de un Jarvis amargado por el resacón estomacal del vino que le acompañó en su sesión de DJ en el Mond Club barcelonés).Y no me permito finalizar esta entrevista sin repasar una cult movie británica estrenada aquí: «Withnail & I» (Bruce Robinson, 1986). Un film marcadamente inglés con un inicio memorable en Camdem Town, que te puede servir de pretexto para hacer amigos en cualquier rincón de las islas. «Coincidió con mi primer año en Londres y al principio no me gustó. Me ponía nervioso. Con el tiempo la he sabido valorar». Quizás Jarvis se refiera a que uno de sus protagonistas (Richard E. Grant) se las dé de upper class, mientras que, en esos momentos, Cocker se las tenía que ver con los meados en el ascensor del bloque donde vivía en Mile End -¿se acuerdan de «Trainspotting»?-. Corten.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.