“La gente no
viene a Los Angeles a montar grupos de art-rock extraños, sino a ser los nuevos
Guns’n’Roses o salir en la televisión, a hacerse actor”, me comenta Jake Duzsik, líder de Health al otro
lado del teléfono. “Pero en Los Angeles la escena era igual o mejor antes de
que nadie se diera cuenta de ello, y como no había manera de llamar la atención
hacíamos lo que nos daba la real gana. En Nueva York el noise suena en galerías
de arte, es música esnob, mientras que en Los Angeles es más una cosa de
chavales a los que les gusta el punk-rock y que montan fiestas clandestinas en
depósitos de coches”. Junto
a No Age, su grupo se ha convertido en el mayor embajador de una escena que
gravita en torno a la zona del Gallery Row de Los Angeles, donde se encuentra
The Smell, el club de punk que cataliza buena parte de la energía creativa del
underground angelino. “Ha sido importante para muchos grupos de Los Angeles
porque ha sido un punto de encuentro. The Smell no es más que un local sucio y
lúgubre en el que las bandas pueden tocar. No es como algunos squats europeos, que llevan veinte años funcionando.
Ni siquiera sirven alcohol, es todo muy DIY. El mérito de The Smell es que ha aguantado abierto mucho tiempo,
cuando en Estados Unidos este tipo de locales suelen desaparecer en cuestión de
meses”. Health grabaron en The
Smell su primer álbum. Dos años después llega “Get Color”, en el que atemperan las descargas de ruido de
su predecesor, dan mayor protagonismo a las voces llevando su música hacia un
terreno más melódico y formal. “Queríamos hacer un disco que no fuera un
calco del primero, queríamos progresar como banda”, explica del proceso que separa este segundo álbum de su debut y de
la evolución de la banda.
A Duzsik no le hace ni puta gracia que le
pregunte si hay sitio para la improvisación en la música de Health, porque en
el mundo Health no hay nada improvisado, desde su nombre, que tomaron de una
lista de palabras de uso común, a las portadas de sus discos, pasando por la
secuencia de canciones y cada uno de sus desarrollos, la edición del disco de
remezclas “HEALTH/DISCO”
(Lovepump United, 08) y todo lo demás. Todo responde a un plan, una hoja de
ruta a la que el grupo de Los Angeles se ciñe de forma maniática. “¿Hasta
qué punto fue un proceso meditado? Bueno, solemos ser muy planificadores, nos
comemos mucho la cabeza. Somos muy serios y neuróticos, pero hay cosas que no
puedes planear. El salto ha sido algo natural, parte de un proceso evolutivo en
el que hemos ido averiguando qué clase de grupo éramos. Muchas de estas
canciones estaban escritas cuando se publicó ‘Health’ (Lovebump United, 07), luego estuvimos de gira
durante mucho tiempo y el resto las compusimos poco antes de entrar en el
estudio. Algunas de esas últimas canciones, como ‘Nice Girls’ y ‘Severin’ sí
fueron fruto de una elaboración más fluída, de tocar las canciones y dejarse
llevar, pero más a la manera de las jams propias del rock que de la improvisación en el sentido que tiene
en el free-jazz”. “Get Color” sigue existiendo en un limbo plagado de
contradicciones y contrastes: la carne y la máquina, lo industrial y lo tribal,
el ruido y unas melodías flotantes, la psicodelia y el terrorismo psicológico. “No
creo que nuestros álbumes puedan ser etiquetados como conceptuales, pero en
cambio sí creo que Health es un grupo conceptual. Quizás el primero era más
compacto en cuanto a temática, pero en cualquier caso ambos gravitan alrededor
de las mismas ideas. El existencialismo, la alienación, la identidad... Lo que
significa vivir en este mundo hipermoderno e hipertecnológico. En este disco
hay más puntos de vista, algunas canciones están escritas en tercera persona,
pero todo forma parte de una noción clara de la clase de banda que pensamos que
es Health”. “Hay algo físico en
nuestra música”, concede. “Pero
más que ruidosa o dura, pensamos en términos de dramatismo, en el efecto que va
a tener. Lo más importante para nosotros es hacer algo que nos parezca nuevo y
relevante”. Health han dado el
crucial segundo paso con firmeza. Duzsik anuncia nuevo álbum de remezclas, “forma
parte de lo que somos como banda”,
explica. Y a partir de allí un futuro en el que, seguro, todavía habrá espacio
para las encrucijadas entre el hombre y la máquina, el nervio y el circuito, el
silencio y el clamor.
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