Parco en palabras, pero
incontinente a nivel creativo, Jason Molina lleva años construyendo una carrera
tremenda, de fondo y sin un sólo traspiés. Al principio como Songs:Ohia y desde
hace unos siete años como Magnolia Electric Co., sus canciones siempre han
seguido el hilo inconfundible de su voz. Una voz cercana y poderosa, un
auténtico pilar de la música americana de los últimos quince años. Corría el
año 1996 cuando Songs:Ohia sacaron su primer single en Palace Records, la
discográfica de Will Oldham. Era de cajón: enseguida le empezaron a llover
comparaciones con el de Louisville. Poco a poco, a razón de un disco por año,
tropecientos mil singles y Ep’s, Jason Molina fue avanzando posiciones hasta
acabar siendo una de las patas de la mesa que formaban Bill Callahan, Chan
Marshall, Will Oldham y él. Cuatro escritores de canciones excepcionales, una
generación que ha acabado siendo un nuevo paradigma de la musica de raíces
americana, esa que no busca tanto las raíces como la copa del árbol. Y ahí
siguen los cuatro. Hubo un tiempo en que Jason Molina era un artista permeable.
Colaboraba con grupos distintos allí donde estaba y su música se mezclaba con la
de otros. Tenía discos desnudísimos y de repente pasaba una temporada en
Escocia para grabar con Arab Strap, para inmediatamente después convertirse en
Crazy Horse para el siguiente disco. Escuchar cada paso siempre era excitante
porque siempre era distinto. ¿Ha cambiado eso desde que a principios de ésta
década empezó a firmar sus discos como Magnolia Electric Co? Sí y no. Aunque
siga colaborando una ingente cantidad de músicos buenísimos, Magnolia Electric
Co tienen un núcleo de miembros fijos, un sonido pétreo, lleno de matices,
donde la mayoría de canciones cabrían perfectamente en un disco u otro como si
hubiera encontrado por fin lo que había estado buscando en tantos otros discos.
“Todavía escribo exactamente de la misma forma que en los días de Songs:Ohia.
Siempre me ha gustado tener aportaciones de otros músicos, para mí es fácil
hacerlo. La peor parte es conseguir coincidir en tiempo y espacio con ellos”. Scout Niblett, Will Oldham, Alasdair Roberts, David
Lowery, Edith Frost... la lista es interminable y llena de nombres que quitan
el hipo hasta hoy, recién estrenado su último disco, “Josephine” y a punto de editar su colaboración con Will Johnson
(Centromatic, South San Gabriel), “Esperamos tenerlo en otoño. Escribimos
las canciones los dos juntos y estamos muy orgullosos del disco”. Este proyecto les traerá a ambos a la península en
una gira que se prevé como una de las más emocionantes del año: por una parte,
el directo es el hábitat natural de Molina, por otra, es una espina clavada
desde la cancelación de su gira española hace un par de años por la muerte de
Evan Farrell, uno de los miembros de la banda. Aunque “Josephine” no es exactamente un disco sobre Evan Farrell, su
muerte recorre todo el disco. La ausencia de los seres queridos, la fragilidad
humana, han sido temas recurrentes en todos sus discos, pero aquí parecen
cantados desde otro lugar, uno más sabio: “lo más duro fue el momento en que
tuve que coger la guitarra periódicamente y simplemente escribir sobre ello”. Y para ello, sigue alargando su paleta, esta vez
añadiendo alguna pincelada de country-soul de muchísimos quilates como en “Rock
Of Ages” o “Little Sad Eyes”, algo que para él es más una cuestión de
percepción nuestra que de su propia voluntad. “En realidad para mí son
canciones normales. ‘Little Sad Eyes’ es simplemente una canción muy triste que
suena algo más animada”. Porque Jason
Molina entiende sus propias canciones como un artesano, un trabajador
incansable más que un artista tocado por algún don extraño. “Siempre empiezo
a componer bastante antes de grabar. En este caso no he enfocado las
composiciones de una manera distinta a la que suelo. Escribo cada día y eso me
da mucho material donde elegir. A la hora de grabar, siempre intentamos hacerlo
lo más parecido posible al directo”. Quizá sea esa la razón por la que incluso canciones
tan maduras como “Knoxville Girl” puedan llegar a sonar tan hechas al momento
como las de sus primeros discos como Songs:Ohia. Y ojo porque hablo de
inmediatez. Molina adelanta a todos porque sus discos, sus directos, siempre
son cálidos: el Neil Young de su generación.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.