Grises debutó en formato largo en 2011 con “El hombre bolígrafo”, un trabajo del que, en estas mismas páginas, dijimos que “está repleto de indie rock sintetizado que lo mismo bebe del post-punk y la new wave ochentas que del tan en boga pop de querencia tropicalista”. Y casi todo eso podríamos afirmar de nuevo al enfrentarnos a “No se alarme señora, soy soviético”, el recién publicado segundo largo del quinteto de Zestoa, pero haciendo especial hincapié en lo trabajado de la parte electrónica. El factor que más les ha incidido ha sido el disponer de estudio propio, donde han podido “probar y probar, grabar y retocar hasta dar con lo que se quería. El resultado es bastante ochentas, más melódico que antes, aunque también algo más oscuro”.
Lo suyo es pura euforia pop, sustentada por rítmicas guitarras y hedonistas letras (sobre el comentado tamiz electrónico). Y, a pesar de la que está cayendo, “el disco es optimista”, ya que “el optimismo es nuestra filosofía”. Así, no es de extrañar que pretendan “ir a por todas” y, por qué no, lograr este año “el sueño de vivir de nuestra música”.
Great areclit, thank you again for writing.