“La constancia” es el segundo álbum de El Nido. Un trabajo sensiblemente más ambicioso, rico en matices y, sobre todo, estilos que aquel debut del combo que fue “Refugios a cielo abierto” (Altafonte, 22). “Es un álbum pensado para tener todo lo que somos en este momento como grupo: dar rienda suelta a la experimentación y querer siempre ir un paso más allá en lo musical. Hemos aprendido: la gira, tocar juntos, encontrarnos con otros proyectos admirados, crecer como grupo... Han sido dos años hiperintensos, con 150 conciertos... y todo eso ha ayudado a enfocar estas canciones de otra manera”. Álbum para el que han contado con dos productores diferentes, Diego Galaz y Hevi, diversificando enfoques de manera intencionada y proyectada sobre el sonido del álbum. “Era algo que teníamos claro y nos apetecía que quedara plasmado. Ahora mismo hay muchísimos proyectos súper interesantes haciendo cosas tremendas con las músicas de tradición, algunas muy experimentales, y nosotros somos de escuchar mucho y dejarnos permear en lo que componemos”.
“Todo lo que ha hecho Rodrigo Cuevas por la música de tradición es impagable”
Una de las cualidades claras del disco es el buen gusto. O, dicho de otro modo, una elegancia innata que aparece en todas las piezas de “La constancia”. “La mayoría de los temas de la preselección tenían mucha energía y eso nos molaba. Nos apetecía hacer un disco con más caña, para gozarlo bien en el directo sin dejar de lado lo emotivo y que, desde luego, tuviera una sensación sonora de tradición. Al final no hemos hecho para nada un ejercicio de estilo y esa creemos que es la virtud del disco. Hay cosas que suenan a tradición, ritmos, sonoridades más experimentales, estribillos más pop, melodías más locas... y eso nos flipa”. Se intuyen varios focos de inspiración en el disco, a la vez que una temática más genérica que ampara a toda la referencia. “Partimos de muchos lugares, desde lo emocional hasta lo rítmico. Pero quizás el denominador común sea la música tradicional, para construir un discurso propio y un nuevo relato. Nos apasiona escribir canciones, pero nos apasiona aún más pensar en ellas a través de la música que se ha cantado en nuestra tierra y forma parte de nuestro patrimonio”.
Las colaboraciones son otro elemento clave en “La constancia”, con la presencia de Rodrigo Cuevas, Neomak y Rozalén. “A Rodrigo Cuevas le propusimos componer algo juntos. Le pareció bien y a partir de ahí todo fue magia. Pasamos unos días en Asturias, haciendo la canción y paseando por el monte. Neomak conocen el folklore euskera como nadie. Le dan un puntazo super poderoso al tema cuando rompen y entran con las panderetas y las voces. A Rozalén la conocíamos de coincidir en conciertos y es una absoluta referente. No podíamos quitarnos de la cabeza la opción de su voz para ‘De corazón’. Se apuntó y la transformó por completo”.
El grupo auna (con buenos resultados) música tradicional y folclórica con formas contemporáneas, hasta lucir con una vigencia fuera de toda duda. “Llevamos tiempo buscando el camino para juntar esos dos mundos y nos sentimos cómodos en ese punto medio. Hoy en día hay muchísimos proyectos que comparten esa visión de la música, y creemos que empaparse de todo lo que ocurre alrededor ayuda mucho en esa búsqueda”. Precisamente, Rodrigo Cuevas ha derribado muchas puertas (y de paso prejuicios) en este mismo plano estilístico. “Todo lo que ha hecho Rodrigo por la música de tradición, y el lugar en el que las ha colocado es impagable. Sus conciertos son toda una experiencia y ahora mismo es el top sin lugar a dudas ¡Te queremos Rodrigo!”.
El nido debutaron hace ahora dos años y medio con “Refugios a cielo abierto”. “Lo miramos con mucho cariño. Fueron nuestros primeros pasos y aprendimos una barbaridad gracias a él. Fue una época de muchísimo curro y muchas horas en el local intentando que las cosas sonaran. Se nos cae la lagrimilla de pensarlo”. Viniendo de Burgos y siendo que no se sitúan en unas coordenadas musicales demasiado alejadas de las de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, para quienes han abierto conciertos tan importantes como los ofrecidos al amparo del WiZink Center, perece evidente que estos puedan ser un espejo en el que mirarse. “¡Desde luego! Son el mejor de los ejemplos a seguir por miles de cosas. Trabajar desde la autogestión, hacerlo desde el cariño y el corazón, el talentazo, cuidar su entorno, apoyar la escena local, apoyar los pueblos. Son los mejores, no podríamos tener mejor ejemplo en Burgos, creemos que cada persona de la ciudad se siente orgullosa de LA MODA”.
El Nido estarán actuando, primero en salas de la mano de GPS y AIE, y luego en un buen número de festivales veraniegos. “Somos de mar y de montaña. Es muy emocionante tocar en un festival grande, pero es tremendo tocar en las distancias cortas de una sala o en el júbilo de una plaza de pueblo en fiestas. En El nido nos gusta darle a todo, y el proyecto tiene la suerte o la virtud de poder adaptarse a espacios muy diferentes. Nos hace mucha poder darle tanta vida al disco en directo”.
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