Santiago Barrionuevo es la cabeza más visible de la banda platense Él Mató A Un Policía Motorizado, punta de lanza del rock independiente argentino, con la que acaba de entregar “La síntesis O’Konor”, un disco que abre su propuesta a nuevas estructuras y sonoridades sin dejar de mantenerse fieles a su esencia. Además, Santiago también tiene preparada su primera referencia oficial en solitario, así que hablamos con él sobre todo esto y más cosas.
"Me enamoro fácil de la gente y me gusta describir ese enamoramiento, ese momento y todo lo que genera. Creo que el universo, o una parte, de la banda se nutre de todo eso".
¿Cuáles son tus primeros recuerdos musicales? ¿Sonaba mucha música en tu casa cuando eras pequeño?
Mis primeros recuerdos son con mi padre. Antes de la cena, mi papá se encerraba en su cuarto, apagaba la luz y se ponía a tocar la guitarra criolla a oscuras, todavía lo sigue haciendo. Con mi hermano menor nos metíamos y lo escuchábamos cantar. Tengo otro recuerdo, de ver en la televisión una publicidad donde anunciaban el casete de Paul McCartney junto con un osito blanco animado. Era el sencillo de la canción “We All Stand Together”. Rogué que me lo comprasen para Navidad y lo cumplieron. Un verdadero temazo.
¿Crees que todo ese bagaje musical se vislumbra a día de hoy en tus composiciones?
Yo creo que sí. Son esos primeros enamoramientos los que te van marcando para siempre, como en “Citizen Kane”. Una parte de uno añora eso eternamente. Hay un segundo momento clave que es la adolescencia, cuando uno ya abre su corazón por completo a la música. Ese amor no se disuelve nunca. Estoy todo el día permeable a nueva información, pero sin descuidar el repaso de lo viejo. Todo eso repercute en mis canciones, claro.
¿Cómo están yendo las presentaciones del nuevo disco? ¿Habéis encontrado la fórmula para equilibrar los clásicos de siempre con los temas nuevos en el repertorio, tanto en cantidad como en sonido?
Está saliendo todo muy bien. Estamos muy contentos con lo que está pasando. Apenas pasaron tres semanas desde el lanzamiento y la respuesta es increíble. El mismo día que salió “La síntesis O'Konor” hicimos la primera de las cuatro presentaciones del disco en Niceto Club en Buenos Aires, y todo el mundo cantaba y celebraba las canciones como si hubieran pasado meses. Fue muy intenso y hermoso. Se agotaron las entradas de las cuatro noches, y de ahí nos fuimos a Costa Rica. Tocamos en la Plaza Central frente a miles de personas y fue increíble como cantaban las canciones nuevas tan lejos de casa, con la misma intensidad. Ahora en México pasa lo mismo. Perdón si me extendí en la respuesta, pero la verdad que me entusiasma todo lo que está pasando. Estamos encontrando el equilibrio en la lista de temas, además sumamos a un percusionista para que le dé el color necesario a las canciones nuevas. Esperamos que todo siga así hasta el final.
¿Cómo fue la experiencia de grabar el álbum en los estudios Sonic Ranch de Texas? ¿Sentísteis presión al tener un tiempo marcado para completar el disco?
La verdad es que fue excelente. Para una banda independiente como la nuestra fue una apuesta grande. Hubo un poco de presión con los tiempos, pero todo salió bien, aunque para la próxima vamos a tener más días. El último día de grabación le dijimos a Eduardo (el ingeniero de grabación y mezcla): ‘¿Donde grabamos el próximo disco?’ y nos respondió: ‘de nuevo acá, este lugar es ideal’. Más allá del fetiche de querer grabar y sumar nuevas experiencias, Sonic Ranch tiene el clima y la comodidad ideal, además de que Edu está enamorado de la mesa Neve de ochenta canales que es la estrella del lugar.
¿Qué discos habéis escuchado más durante los meses de composición y grabación del disco?
Escuchamos muchas cosas en estos últimos meses, sobre todo un clásico como “Pet Sounds”. No creo que haya una influencia directa en las canciones, pero sí en lo conceptual. The Beach Boys se reinventaron en ese disco. Parecía que las canciones fueran las de siempre, pero al adrentrarse en ellas uno ve que no es así. Queríamos trabajar esos niveles de detalles en nuestras canciones, abandonar un poco el mensaje crudo y directo de otros discos y explorar las posibilidades en un nivel más de laboratorio. También escuchamos mucho a Can y a Liquid Liquid.
En “La síntesis O’́Konor” las guitarras pierden protagonismo respecto a anteriores trabajos. ¿Fue una idea premeditada desde el inicio o surgió a medida que se iban construyendo las canciones?
Las dos cosas. Teníamos presente la idea del cambio, pero todo se fue dando de una manera muy fluída, sin forzar nada. Las canciones pedían más espacio para otras líneas instrumentales que, en otros momentos, no habían tenido ese protagonismo, y el resultado nos gustó. Sintetizadores, percusiones, bajos... El proceso de composición fue largo, pero sobre todo fue placentero y muy divertido.
Es probablemente vuestro disco más trabajado. ¿Qué temas os costó más cerrar y cuáles acabásteis antes?
“El tesoro” es la última canción que compuse. La hice pocos días antes de viajar a Sonic Ranch y, al armarla entre todos, la canción tomó su forma definitiva de manera muy rápida. Estuvo muy bien. Puede ser que a la que le dimos más vueltas haya sido “El mundo extraño”, y otro tema que se llama “La casa fantasmal” y que no quedó en el corte final del álbum, pero que vamos a mostrar en el futuro.
Dentro de poco vas a sacar tu primera referencia en solitario, si bien ya había incluso un recopilatorio de tus temas tuyos en Youtube hecho por un fan. ¿Qué nos puedes contar sobre este trabajo? Da la sensación de que tus canciones como solista no distan para nada de la esencia de Él Mató...
La esencia es un poco la misma. Es difícil dividirse mucho uno mismo, pero creo que la mayor diferencia está en las letras. En las canciones en solitario hay un humor más propio, irónico, más presente y más juguetón. No sé cómo denominarlo. En las grabaciones, la idea era lograr un sonido con más referencia a sonidos tipo cincuentas o sesentas, pero es un proyecto que está en espera. Lo que me atrapa la mente y el corazón es El Mató. Dedico mi vida a El Mató, lo otro es para, cuando hay huecos con la banda, poder satisfacer algunos gustos muy personales.
Respecto a las letras, para mí siempre has retratado las relaciones humanas de una forma muy bella y personal. ¿Qué te inspira para crear tu universo?¿Te inspiras en las mismas cosas que cuando empezaste a hacer música?
Yo creo que sí. Es una mirada particular de las cosas, del mundo y las personas. Me enamoro fácil de la gente y me gusta describir ese enamoramiento, ese momento y todo lo que genera. Creo que el universo, o una parte, de la banda se nutre de todo eso.
Parece que alrededor vuestro y de Discos Laptra principalmente, han aparecido en Argentina e incluso en otros países latinoamericanos como Perú (con Faro Discos) o Chile (con Piloto) muchos grupos que, en cierto modo, comparten vuestro sonido. ¿Dirías que, en la actualidad, existe una escena independiente más o menos consolidada en Argentina?
La calidad de las bandas nuevas de Argentina es increíble. Estamos viviendo un gran momento cultural en el país y en toda Latinoamérica. Claro que faltan más salas, más festivales, más canales de difusión, y que mientras este movimiento cultural crece, muchos medios se vuelven mas conservadores, lo cual es una verdadera lástima, pero de lo que pasaba cuando arrancamos en 2003 a la realidad actual... hay mucho que celebrar: las ideas, la energía, los nuevos sellos con sus respectivos festivales, ciclos, eventos, nuevos medios alternativos y un gran movimiento de un nuevo público que sigue todo esto. Es algo buenísimo y aunque siempre aspiramos a más, a que todo crezca, es un gran momento que tenemos que celebrar.
En una entrevista para Les Inrockuptibles decías que “todo el mundo debería tener una banda o un proyecto artístico con cierto grado de compromiso”. ¿Qué sentido tiene para ti estar en una banda y hacer canciones a día de hoy?
Tiene el mismo sentido que cuando empezamos, y quizás más intenso porque ahora tenemos más recursos y posibilidades que en aquellos días, y eso está buenísimo. Haber encarado una producción como con “La síntesis O’Konor” era algo impensable en nuestros comienzos. Somos hijos de la clase trabajadora humilde y nunca nos sobró nada. Cuando empezamos, todos nuestros instrumentos eran prestados, mientras que ahora vivimos otra realidad. Hacer canciones o piezas artísticas de cualquier tipo es una experiencia única en la que uno se acerca al centro del universo o algo así. Vivirla a medias sería un error, así que hay que entregarse por completo, volverse loco... No creo que deba ser de otra manera.
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