EL JUEGO Y LA PROSA
Entrevistas / Bent

EL JUEGO Y LA PROSA

Sergi Costa — 03-07-2001
Fotografía — Archivo

NOTTINGHAM, PUNTO CERO. MEDIOS MUSICALES DE BAJO PRESUPUESTO. PROSPECCIÓN VINÍLICA EN RASTROS DOMINICALES. BARBAS DE TRES DÍAS. MAL TIEMPO. UNA BELLA VOZ -ZOE JOHNSTON- A LA QUE RECURRIR Y UN DEBUT -"PROGRAMMED TO LOVE" (SPORT/EMI, 01)- LLENO DE HUMOR. MEJOR EQUIPO Y ESTUDIO RESULTANTE. NOTTINGHAM, PUNTO UNO.

Telegráficamente así se resumirían las andaduras teen de Nail Tolliday y Simon Mills, viejos compañeros de piso con sendas carreras musicales decanas, una orientada al house (Tolliday) y la otra al desenfreno de la inmadurez conceptual ("una mezcla estúpida de ambient, electrónica, pop y discos malísimos", según el propio Mills). La propuesta de Bent -ante el agujero dejado por la electrónica de bajos beats inherente al desinflamiento mediático del trip hop y una escena ambient reducida cavernícolamente a las carpas chill out de las raves de principios de los noventa- se ha encontrada acompañada cronológicamente por una serie de séquitos (Lemon Jelly, Moore:music, Zero 7…), así como por la laxitud de una prensa británica deseosa -bajo la etiqueta de UK Chill out- de dar parangón a la avanzadilla europea en la materia (véanse Kid Loco, Air, K & D, cuyas credenciales son, a día de hoy, mucho más respetuosas). "Agradecemos que no nos consideres en el mismo saco. De hecho, sólo somos dos tipos con máquinas que es justamente lo que se lleva hoy".

"No pretendemos hacer discos cómicos, sólo actuamos de forma repulsiva ante las circunstancias"

Y es que el sonido Bent proviene de dos personajes que, partiendo del humor y -probablemente- del sarcasmo, saben dar con una mezcla que husmea derechos comerciales ("hacemos música para que le guste a la gente"), pero con el grado de nostalgia suficiente (bendigan a la Johnston -ahora en Faithless- y también a la pericia de los británicos en convertir los samples vocales de Nana Mouskouri en una suerte de Liz Fraser, otrora al frente de Cocteau Twins) para evitar la autoparodia. Aunque el resto del tracklist se muestre a merced del susodicho buen humor -en forma de interludios o skips-, esto poco parece importarles a los que ya han avalado el resultado, entre los que se encuentran celebridades como Fatboy Slim, Adam Clayton (U2) y, según rumores, la propia Madonna. "Nuestra propuesta se acerca al pop -en su contexto popular- porque algunas de nuestras ideas resultan accesibles. Pero de eso a poder llegar a copar los charts británicos hay un trecho. De hecho, el pop que ocupa las listas no nos suscita interés alguno". Y es que la puerta al famoseo de este dúo campechano no acaba aquí. Su debut -repleto de piezas grabadas entre el 1998 y el 2000- lleva la imprenta de Sport, subsidiaria de Ministry Of Sound (label londinense especializado en la cultura de club). "Salimos con Sport para evitar que mucha gente se compre el disco pensando que se trata trance como las otras referencias de Ministry, y se lleve una sorpresa mayúscula ya en casa". Pues sí. Lo de Bent, aún partiendo de los fundamentos de la electrónica (sampler, ordenador, amplio registro de vinilos moribundos y, sobre todo, unos recursos materiales iniciales más que precarios) "ha derivado en un sonido no tan basado en los samples, sino en ir incorporando partes de instrumentos tocados por nosotros mismos (guitarra, piano…), alguno de los cuales procesamos para poder manipular". A lo que hay que añadir referencias retro (el vocoder a là Elo, Daft Punk o Air), la filia -compartida también por Lemon Jelly- en firmar bandas sonoras para videojuegos ("me encantaría", Mills)- y, ante todo, unas ganas terribles de pasarlo bien. "No pretendemos hacer discos cómicos, sólo actuamos de forma repulsiva ante las circunstancias. Por ejemplo, el clima británico nos suele afectar, pero siempre tratamos de actuar en contraposición a ello. "I Love My Man" y "A Ribbon For My Hair", dos de los temas más otoñales, fueron compuestos precisamente en días soleados".

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