Volvamos al principio…
Tanto Álvaro (cantante y guitarra de Biznaga) como yo somos de Málaga pero nos conocimos aquí en Madrid por un colega común, hablamos de música y coincidíamos en nuestros gustos. Yo había escrito unos relatos sobre una escena musical inventada, un poco surrealista todo, con grupos también inventados, y cuando Álvaro lo leyó le hicieron gracia y al cabo de poco me propuso montar un grupo de punk y convertir esos textos en canciones. Me enseñó a tocar el bajo, que es su instrumento natural, él se puso con la guitarra y… así fue.
¿Se mantiene ese reparto de responsabilidades por el que Álvaro compone la música y tú te encargas de las letras?
No. Con la llegada de Pablo y Jorgito, a la batería, la parte compositiva está mucho más repartida. Pablo ha metido mucha mano y ha aportado muchas ideas. Aunque las letras las sigo haciendo yo, eso no ha cambiado.
¿Tenías algún tipo de experiencia previa escribiendo?
Sí, claro. Aunque no tenía nada editado, está todo en casa metido en un cajón como quien dice. Mi reto siempre ha sido tener la disciplina suficiente como para hacer una novela, porque casi todo lo que escribía eran cositas locas y pensamientos de corte más poético. Y al final eso se ha quedado en nada, aunque no descarto que termine por ponerme. Al final yo creo que todo son extensiones de lo mismo: un relato, un guión, un poema, una canción,…
¿Consideras las letras de Biznaga esencialmente narrativas?
Depende. Algunas salen a partir de un título gracioso. O una estrofa que me sugiere algo y me lleva a desarrollar un concepto. En otras ocasiones yo me planteo que quiero hablar sobre algo. Hay un poco de todo, desde las que están planteadas como una narración –el mejor ejemplo igual es “Adalides de la nada” que funciona como si una cámara fuera siguiendo a los personajes- a la mera representación de imágenes.
Vamos, que no hay un método…
Soy un reciclador. Tengo un montón de descartes de muchísimas cosas que había escrito hace años. Además a mí me inspiran muchísimo las pelis o los libros, que son como disparaderos: a partir del concepto de algo me puede surgir otra cosa. Soy muy referencial, porque una frase del libro o de una peli juegan un papel muy importante. Tengo la suerte de tener muy buena memoria y conozco los diálogos de muchas películas de principio a fin.
Precisamente a propósito de esto que comentas de las referencias, me sorprendió mucho en el texto que preparasteis para el estreno del disco en nuestra web cómo exponíais vuestras referencias y la capacidad de destripar las canciones a partir de ellas. No es algo habitual entre la mayor parte de grupos, en parte porque no son muy dados a pararse a analizar de dónde viene tal riff o determinado estribillo y en parte porque si lo saben no están dispuestos a reconocerlo.
Sí, ese texto lo hice yo. Posiblemente algún otro del grupo no lo hubiese llevado por ese terreno ni lo hubiera desnudado tanto, pero igualmente me dieron el visto bueno.
¿Habláis también en estos términos a la hora de componer (“un riff a lo Monochrome Set”, “base rítmica a la Siouxsie & The Banshees”) o ese es un análisis que sólo cabe a posteriori?
Cuando empezamos con el grupo, como estábamos buscando nuestra propia identidad, pensábamos más qué música era la que queríamos hacer, porque nos gusta muchísima música y muy diferente. De hecho arrancamos buscando una orientación muy pop, muy enfocada a TV Personalities y Beat Happening, pero se fue imponiendo la realidad y no sonábamos tan así. Ahora las influencias están ahí, pero afloran a posteriori, cuando nos paramos a pensar y decimos “oye, esta canción ha quedado muy Parálisis”. O The Clash, o The Monochrome Set,… Pero una característica del grupo fue que desde el principio hacíamos nuestras propias canciones, no empezamos haciendo versiones como la mayoría de bandas cuando arrancan.
Dices que en un momento dado se impuso la realidad en el grupo. ¿Cuál es esa realidad?
Pues que no podemos ser pop. Hay mucha melodía y evidentemente también una querencia pop. Pero las formas son rápidas, agresivas y las letras también dejan entrever bastante frustración. Obviamente no somos un grupo de punk urgente, cabreado y chillón, sin más, nos hemos fijado mucho en las melodías. Pero hay condicionantes: la voz de Álvaro hace su trabajo en ese sentido.
Una pregunta alrededor de la que estamos dando vueltas todo el tiempo ¿Qué es lo que queríais ser cuando formasteis Biznaga? ¿Cuáles eran vuestras expectativas?
Nuestra máxima inicial que hasta hoy hemos cumplido -y que supongo que cuando dejemos de hacerlo se acabará Biznaga- era hacer lo que nos diera la gana. Luego le puede gustar a la gente o no, pero esa es la máxima. Expectativas no había ninguna, en ese sentido lo que va pasando con el grupo nos ha superado totalmente. Eso sí, cada vez somos más exigentes y queremos más, porque vemos que nuestra música gusta.
¿Qué características del grupo crees que convierten a Biznaga en una banda de su tiempo?
Básicamente que estamos aquí y ahora, así que es imposible que no permeabilicen cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor. Que en las canciones haya referencias a calles o lugares concretos pueden hacerlo más localista, más madrileño,… no sé. Pero fuera de eso no hay ninguna intención de hacer un discurso generacional, eso es algo que de producirse llega un poco de rebote.
En vuestro caso hay una fascinación evidente por determinados grupos de La Movida: Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, etc. Y esa fascinación es algo que compartís con algunas bandas de vuestro entorno y amigos como Los Claveles o Trajano!. Es llamativo porque hay un cambio de actitud en ese sentido en vuestra generación frente a las bandas de las noventa, que negaban la influencia de La Movida. ¿Puedes darme tu punto de vista de por qué vuelve a producirse una conexión con aquellos grupos?
Es cierto que para nosotros hay una influencia clara de una serie de grupos que surgen a finales de los 70 y principios de los 80, dentro y fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Inglaterra. Todo eso que se llamó post-punk y que derivó en una explosión de grupos cada cual de su padre y de su madre. Por su parte los grupos españoles de la época son muy de aquí: Derribos Arias es una marcianada que si hubiera surgido en otro país sería venerada. Alaska y los Pegamoides también, el tándem Canut-Berlanga tradujo a un lenguaje madrileño las cosas que estaban sucediendo en la new wave inglesa. Gabinete Caligari, que empiezan copiando a The Cure terminan por transformarlo en algo cañí, aunque luego ya desde posiciones más acomodadas terminó por írseles de las manos y lo que inicialmente era salvaje y sin concesiones terminó por perder interés. Vamos, que lo que sucedió en aquellos años era bastante efervescente, no paraban de salir grupos y todos con bastante caradura, no importaba no saber tocar. Para mí es importante esa frescura, esa caradura y ese ingenio que nos ha dejado canciones míticas y grupos bastante buenos: Radio Futura, Golpes Bajos, Derribos Arias, Parálisis, Pegamoides, Gabinete, Ilegales, Desechables, Último Resorte, Decibelios, Eskorbuto… No sé, hay muchos y de muchos palos diferentes.
Pero en su caso sí que eran bandas muy de un momento muy específico, algo que se traducía en sus canciones, ¿no?
Depende. Eskorbuto sí que eran más peleones y de reivindicar cuestiones que estaban ocurriendo, aunque también es que vivir en el País Vasco marcaba mucho. Pero muchos otros eran, por decirlo de alguna manera, más escapistas, eran grupos que contaban historias. En nuestro caso lo que empezó como una forma de contar historias ha derivado en algo muchísimo más personal, más costumbrista. Pero siempre buscando cierta fabulación.
Fíjate que por la reacción de la gente en vuestros conciertos creo que vuestro público valora mucho ese retrato que encuentran en las letras de cómo se siente un chaval de veintipico años aquí y ahora. Esa desazón autodestructiva de canciones como (por supuesto) “Adalides de la nada”, pero también “Divino fracaso”, “Mala sangre”, “Máquinas blandas” o “Cul-de-sac”,….
Sí… Yo es que llevo toda la vida así, un poco puñetero, un poco cínico y desencantado, pero cuando me han ido bien las cosas y cuando me van mal. Que hoy en día el contexto social favorezca el que haya más gente así, perfecto.
¿Podrías definir "Centro Dramático Nacional" en una sola palabra?
Hmmm… (duda mucho). No lo sé, no podría decirte. A la hora de hacerlo las composiciones y las letras mandaban. Te puedo decir que “Centro Dramático Nacional” nos ha salido claramente más oscuro que el material anterior del grupo, que tenía un sonido más inocentón y festivo.
¿Tuvo algo que ver en ese sentido la elección de Estudios Tigruss? Un lugar muy acostumbrado a grabar a grupos de garage y punk…
No necesariamente. Nuestra idea era grabar en un sitio que nos ayudara a sonar mejor, que tuviera más medios, y fuimos a Tigruss recomendados por bandas amigas que ya habían estado allí. Y estuvo bien, el estudio es un cine abandonado y se crea cierto clima grabando en directo… Además, como dices, acostumbrados a grabar a grupos de un rollo más o menos parecido al nuestro es posible que Pepe haya entendido bastante bien lo que queríamos.
¿Cómo planteáis el futuro inmediato del grupo?
Ahora estamos empezando a componer otra vez, sin parar. Ahora nos vamos a Málaga a tocar y septiembre ya viene cargadito, con un par de fechas en Madrid. En octubre teloneamos a Ty Segall y hacemos Galicia y Levante. En breve cerraremos Barcelona… Vamos, que el grupo está con ganas de tocar y enseñar el disco, pero mientras tanto ya estamos con las canciones del siguiente. Yo creo que en 2015 quien quiera enterarse de quién son Biznaga lo va a tener fácil.
Esta gente es muy grande. Sobre todo el Peru. Desde siempre sus letras han sido demenciales