Hubo un tiempo -el mismo que transcurrió entre "Premiers Simptomes" (Source, 97) y el score para "The Virgin Suicides" (Record Makers/Source, 00) de Sofia Coppola- en el que uno asociaba el sonido de Air con la portada de "Moon Safari" (Source, 98), en la que Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckle parecían estar de paseo por la luna. "Premiers Simptomes", álbum de paisajes ambientales pero con algún tema deudor de la psicodelia y el funk espacial, y cuya versión extendida (recopilación de los primeros singles de la banda) fue publicada posteriormente en nuestro país, así como la oscura "The Virgin Suicides" se encargaron de abrir y cerrar una trilogía que tenía, a mi modo de entender, su obra puntal en "Moon Safari" ("una excursión en el espacio", según descripción de mi interlocutor, JB Dunckle). En dicho disco, con unas ochocientas mil copias vendidas hasta el momento, el quehacer marciano instrumental del dúo fue generosamente arropado en dos de sus temas por la voz de Berth Hirsch, aparte del tradicional vocoder con el que Godin decoraba alguno de sus textos. "Estabamos un poco cansados de que la gente asociase nuestro sonido con lo bello y lo agradable. En este trabajo hemos pretendido deliberadamente ser más sinceros y extremos, ya que lo bello cuando lo es en grado sumo no te deja respiro y eso a la larga puede parecer molesto. Hemos buscado, en todo caso, la belleza por otras vías. Quizá sonamos ahora más progresivos y experimentales, porque buscábamos con ello una respuesta firme ante la industria musical",
"Si "Moon Safari" era un viaje por el espacio, éste es algo como un viaje en lo más profundo de la psicología" |
apunta Dunckle desde París. ¿Han perdido con ello su parte más emocional? "No, al contrario. Creo que este disco es más emotivo ya que recoge una paleta variada de emociones con tal de sonar poderosos y especiales. Recoge más contrastes… hay cuerdas, tramos de orquesta, voces fantasmales y, a veces, suena un poco acongojante y agresivo. Si "Moon Safari" era un viaje por el espacio, éste es algo como un viaje en lo más profundo de la psicología. Un viaje en el interior de uno mismo". Sin lugar a dudas, "10.000 Hz Legend" es mucho más poliédrico que juntando sus tres discos anteriores juntos, pero por mucho que insista mi interlocutor no acabo de verle el punto psicológico al asunto. En cierta manera, sí se ha abierto un nuevo sonido Air, aunque lógicamente queden vestigios de su registro más ambiental y cinéfilo, no como canción (quizá "How Does It Make You Feel", "Caramel Prisoner" y "Radian" sean las excepciones), sino como fragmentos dispersos en la trastienda de la mayoría de los cortes. Otros adjetivos indicativos del nuevo sonido podrían ser los de menos luminoso y romántico, así como mayormente distante, apreciaciones que Dunckle sólo comparte para justificar la apertura de vías para adoptar otras fuentes de belleza. Ante la memoria de temas como "All I Need" o "You Make It Easy" (añadir que Beth Hirsch tuvo mucha responsabilidad en ello), a uno le pueden parecer algo frívolas nuevas propuestas como "Lucky And Unhappy" o "People In The City". JB Dunckle se justifica a su manera: "en algunos temas, como "Wonder Milky Bitch" se habla de sexo, pero en el contexto del amor" como contrapunto a un romanticismo truncado en un disco en el que no sólo se valen de los delay boxes, los synthes y órganos vintage, así como los drum kits de su historial, sino en el que han ampliado -mediante las sesiones celebradas en Los Angeles- el concurso ajeno (la aportación vocal de Beck en dos de los temas, gente de Buffalo Daughter en "Sex Born Poison" o la compañera americana aún por identificar replicando en "Lucky And Unhappy") con las consecuencias pertinentes: folk ambiental en un tema, ligero desasosiego en otro y un sentimiento liberador debido a la ausencia de hits potenciales ("How Does It Make You Feel" raramente recogerá el testimonio de "Sexy Boy" o "Kelly Watch The Stars"). El vocoder, por su parte, se quedó sin amo, ya que Godin enmascara ahora su voz mediante la herramienta del pitch down. Air, conscientes de las ventas alcanzadas con "Moon Safari" y negando todo tipo de apetito comercial en sus propuestas anteriores (curiosamente, el legado de Gainsbourg o Françoise Hardy en su obra no les sirvió para ser exitosos en su país de origen), han dado un giro de noventa en busca de algo "que parta nuevamente de un punto inexistente en el mercado" y que, a su manera, se acerca conceptualmente a lo que pasaba por la cabeza de los británicos Radiohead en el momento de grabar "Kid A". Los resultados son muy diversos, pero la sorpresa o la incapacidad para substraer una idea en claro a las primeras escuchas de ambos álbumes es similar. Un giro, en todo caso, que requiere cautela a la hora de sacar conclusiones. ¿Cambiar de registro antes de morir por sonar excesivamente placenteros?, ¿se acepta ahora que esa pretendida belleza sea sesgada por planos a media luz?, ¿está la nueva vía abierta reñida con la armonía de antaño?… Sujeto a estas consideraciones está el dúo escurridizo de Versalles, que sigue considerando París "como nuestro centro de operaciones" -en esa ciudad fueron realizadas las primeras tomas del nuevo disco- y su hábitat natural para justificar -en mi opinión y bajo riesgo de consecuencias funestas- un paso adelante hacia su particular visión del pop electrónico. Un dúo de soñadores (aunque ahora hayan decidido mostrarnos el negativo de sus sueños) que se confiesan "enamorados de Barcelona, donde tocaremos a finales de septiembre y de las chicas que allí (en la Sala Apolo) encontramos la última vez", sin esconder su intención de algún día residir en esa ciudad. Todo a su tiempo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.