Con una gira por toda España a punto de zarpar y una aparición en la serie del momento, a la banda formada por Alicia, Marco, David, Miquel y Cham le esperan meses ajetreados.
Es domingo por la mañana y, entre algún bostezo y risas varias –¡los buenos hijos resisten a cualquier resaca!–, Marco (voz y guitarra) y Cham (batería) me hacen un hueco para charlar sobre su nuevo trabajo. Con confianza plena ante este nuevo despegue, para el quinteto asentado en Madrid, todo está “más cerrado, más asentado”. “Yo me siento muy tranquilo, la verdad, más seguro. Con ganas, ya no tanto de ‘a ver qué opina la gente’, ¡sino que de que la gente lo escuche ya!”. Y es que si algo se percibe en este nuevo álbum es una filosofía sin “rayadas innecesarias” y una seguridad que demuestra una verdadera evolución. ¿Cómo definirlo en una frase? “Resignación serena: saber que nada es para siempre y que todo cambia; las cosas buenas se van y las cosas malas también”.
"Creo que tenemos las mismas rayadas que hace diez años, la verdad!”
“Viene y va” es un disco que, efectivamente, se balancea entre emociones –al igual que esa rana de la portada, columpiándose mirando al abismo–, pero también entre velocidades. Ejemplo de ello son las revoluciones al máximo de “Contigo o con nadie”, que contrastan con “Con seguridad”, uno de esos temas en los que la banda ha echado el freno. “Nunca pensamos cómo salen las canciones. La demo fue muy larga también; intentamos quitarle partes, pero entonces no funcionaba: de repente la canción no nos gustaba”. De hecho, es con diferencia la canción más larga del grupo. ¡Más de cinco minutos! ¿Es esto un reflejo de madurez de El Buen Hijo? Letras como las de “En un lago”, primer adelanto del nuevo álbum, dejan claro que ya no viven en el drama adolescente romántico de “Una estudiante de biología” (“Los cinco temitas de El Buen Hijo”, 17) ni de los protagonistas de “Dame un beso” (“PAN, PAN, PAN”, 21). “Algo hemos crecido, pero al final siento que esos problemas e inquietudes sobre la vida siguen estando ahí, no desaparecen nunca”, cuenta Marco después de echarse las manos a la cabeza pensando en su edad. “La manera de transmitirlas sí que va cambiando […], ¡pero creo que tenemos las mismas rayadas que hace diez años, la verdad!”.
Si nos coláramos en la habitación de Marco, su centro de composición por excelencia, nos encontraríamos a “cinco locas”, explican entre risas. “Intentamos darle forma los cinco. Llegamos con las ideas claras al estudio”. Tras muchos de esos encuentros caseros, comentan, tuvieron que grabar el disco en solo cuatro días. Un intensivo que se cocinó en el estudio La Mina (Sevilla) con Raúl Pérez como chef en la producción. “Teníamos que ir con todo aprendido, con todo sabido y con cero dudas. Las letras sí que costaron más, pero la música estaba clarísima”. Esas letras sin ataduras, unidas a unos ritmos que te hacen sacudir hasta la última de las penas, te trasladan a las veladas estivales. “Me gustó mucho una cosa que me dijo alguien: que El Buen Hijo era perfecto para escuchar montando en bicicleta un día de verano”. De hecho, el jersey en la noche de San Juan es protagonista del tema que cierra el elepé, “Lo que no me pase, no me pasará”. “Es una nostalgia de final de verano, absolutamente, siempre… Pero aún sigue haciendo una temperatura agradable, creo”. Esa bicicleta está a punto de echar a rodar hacia más de diez ciudades del país: Valencia, Madrid, Zaragoza, Barcelona… Una excursión que resulta casi milagrosa para un quinteto en el que cada integrante tiene, por lo menos, otro proyecto paralelo entre manos. Cariño, Chavales o Menta son algunos de los grupos con los que comparten acordes. “Seguramente estemos influenciados, pero no por tocar con ellos, sino porque estamos escuchándolos, porque son amigos y nos gustan. Es imposible separar hoy la profesión de la amistad”.
Si uno hace memoria recordará que la música de El Buen Hijo explotó con su participación en la banda sonora de “Paquita Salas”. Y si uno está al día de las series españolas, sabrá que Los Javis acaban de lanzar otra nueva, “La Mesías”. Sin embargo, esta vez la banda no se ha limitado a poner ritmo a la escena, sino que se ha colado dentro de plano en el cuarto episodio de la serie. “Fue una experiencia chulísima, muy divertido. Hacemos de un grupo de rock cristiano y salimos tocando una canción”.
El test:
¿Tocar únicamente en directo o solamente en estudio?
(Marco) La de “únicamente en el estudio” viene. Me encanta el momento de componer.
¿Un día con amigos en un lago o un día de playa?
(David) El lago, completamente. ¡Pantanito de San Juan!
En “Melapidaría”, hablas de hacerte unas croquetas. ¿Unas croquetas o que te hagan un Bizum?
(Marco) Que vengan las croquetas. Siempre, por favor. Da igual la cantidad del bizum, que siempre unas croquetas. No hay comparación.
¿Solo poder vestir con tu merch o no poder llevarlo nunca?
(David) Yo creo que el no ponértelo nunca. O sea, yo me lo pongo, ¡pero me encanta verlo en otra gente! Eso es precioso.
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