El nuevo disco llega cuatro años después de “Gumbo” (2014), disco con el que se estrenó en solitario. “Cuando lo terminé empecé a contactar con gente para pedirles producciones; algunos amigos de hace tiempo, algunos de Santander, algunos de fuera como el Cipri de Madrid, Ochoa de Logroño o Zar 1 de Valladolid. Se lo ofrecí, les moló la idea y me pasaron algunos ritmos. Pero en estos años no he tenido demasiado tiempo para hacer música, así mientras iba al curro en tren o a ratos después de comer escuchaba las instrumentales e iba escribiendo cosillas”.
¿Y por qué el título de “El área de la bahía”? “Porque las he escrito aquí, en el trabajo que tenía al borde del mar. Y también en homenaje a toda la escena de Oakland y San Francisco, porque el hip hop de california siempre me ha gustado mucho”.
De hecho en “Gumbo” aparecía “El interludio es demasiado corto”, una versión de “Life Is… Too $hort” de Too $hort, todo un clásico de aquella escena. “Me gusta el rollo de traducir y de colar referencias, me hace gracia oírlo. Esconder un poco las cosas, que cuando la gente lo escuche piense “esto va por no sé qué”. A mí ese tipo de rap me mola. Y te sorprende que escribes cosas y piensas “ni dios se va a enterar de esto”, y luego te dicen “joder, esa movida va por tal cosa”. Mola cuando escucho canciones de rap que encriptan las movidas, y también me mola descubrir cosillas gracias a eso que estoy escuchando. El rollo demasiado explícito mola, pero a mí me sale peor; hay que tener talento para hacerlo explícito y que quede bien”.
Aquellos interludios introducían en “Gumbo” guiños a algunos de los referentes musicales de Priteo. “Cada interludio era una versión. Estaba la de “Too $hort…”, otra de Sindicato del Crimen y otra de Mobb Deep, representando la Costa Oeste, la Costa Este y lo de aquí. Pero no quería repetir aquella fórmula. Eso está hecho ya. Lo que no quita para que un día haga otra versión. Pero para este no quería hacer una continuación, sino algo completamente diferente”.
A primera vista, llama la atención la cantidad de colaboradores presentes en los créditos del nuevo disco, a diferencia de “Gumbo”, donde casi todo venía firmado por Priteo y UVE. “Para tener tantos productores, noto que el disco es muy compacto. Está claro que cada uno tiene su estilo y lo aporta, pero al final ha quedado todo muy pegado, tiene bastante coherencia.
El otro disco era un concepto guapo. Cuando lo grabé tenía una espina clavada por las muchas influencias que había ido cogiendo a lo largo de los años, como el p-funk, el reggae o el dancehall, que no las había podido plasmar en mi música como a mí me molaría. No es que hubiese límites en Chinatown, pero como éramos tres siempre terminas haciendo una mezcla de los gustos de los tres. Y ya en “Gumbo” quise plasmar mis influencias, y fue muy divertido. Yo decía “quiero una base p-funk”, y empezábamos a buscar algo. Y así fuimos dando cuerpo al disco.
Y "El área de la bahía" está planteado más bien como colaboración. Prácticamente se podía haber llamado “Priteo y amigos”. Propuse que gente con la que tengo amistad y mucho respeto o admiración me pasasen ritmos y ellos accedieron. El disco está hecho a partir de esos ritmos, no es que los ritmos saliesen de una idea previa. Y el resultado me parece muy coherente: lo que le da unidad son mis raps, que sí que tienen un hilo en común”.
Santander, “La Santa”, es el escenario en el que se desarrollan muchas de las rimas de Priteo desde que empezó a hacer música. Sin embargo, ahora que ya no vive en la capital, ¿han cambiado sus letras? “Ahora no vivo en Santander, pero trabajo aquí, tengo mis amistades aquí y me paso aquí todo el día, lo único que no hago es dormir. Igual no hablo tanto del barrio o de la ciudad, pero sí que hay referencias a la ciudad y a la gente.
Pero esta vez me he tomado cada tema de una forma aislada. Como un ejercicio: en cada una he cogido un tema y lo he desarrollado como metáfora de mis reflexiones de siempre. Así, “Woof!” habla sobre los perros, o “Mi arma en este juego” plantea la vida como un juego…”. De esta forma han surgido nuevas perspectivas desde las que abordar su crónica de una realidad cruda, en la que la supervivencia implica resistir frente a los abusos ejercidos desde las distintas formas en las que se manifiestan el poder y la corrupción. “Creo que mis letras siguen siendo las mismas desde hace veinte años. Yo soy un tipo muy repetitivo”, bromea; “si sacase un disco o dos al año en vez de uno cada cinco, la gente se aburriría de mí”.
La expectación que ha despertado este nuevo lanzamiento sirve para recordar que Priteo es uno de los músicos más admirados de Cantabria. ¿A qué se debe esto? “Supongo que es por mi trayectoria. Cuando formé con UVE Falsa Identidad, si no fuimos el primer grupo de Santander, al menos sí que fuimos los primeros en hacer hip hop más en serio. La gente nos seguía como el único grupo local. En Torrelavega estaba El Ganda con Pareja de Ases, o en Maliaño Fusion Klan; entre todos fundamos el colectivo Costa Norte, y fuimos pioneros.
Luego, al formar Chinatown, igual está mal que lo diga yo, pero hicimos discos muy buenos, con mucha personalidad, y a mucha gente le gustaron. Y, aparte de la trayectoria, por mantener el respeto por la música; eso la gente lo valora, y me alegro”.
Por otro lado, hace unos meses se pudo ver en una reunión de Falsa Identidad en una actuación sorpresa en la Sala Black Bird de Santander. ¿Qué posibilidades hay de que esto se repita? “Fue durante un homenaje a un amigo que había fallecido. Nos pareció bien hacer temas de la época en la que nos conocimos nosotros y le conocimos a él. Tampoco era la primera vez que lo hacíamos: en un cumpleaños de UVE ya tocamos algunas, y con Chinatown hicimos popurrís de temas viejos de Ganda y Falsa Identidad.
Antes sí me daba más cosa hacerlo, no quería cantar eso porque lo tenía como un tabú. Ahora con el paso del tiempo lo veo de forma diferente, no tengo ningún problema, como también he hecho cachos de Chinatown”.
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