No cabe duda de que Don Letts ha sido testigo de lujo y parte de un momento fantástico de la historia del rock. Este hijo de jamaicanos nacido en Londres en 1956 es el responsable de que The Clash y John Lydon (PIL/Sex Pistols) se interesasen por el reggae y el dub, abriendo las miras del punk rock. De ahí que sea el mejor director posible para “Two Sevens Clash (Dread Meets Punk Rockers)”.
Don Letts trabajaba en Acme, una tienda de ropa en Kings Cross, donde introdujo a varios punks ilustres a los sonidos que disfrutaba en la intimidad de su casa familiar. Aquella unión luego tuvo su himno en “Reggae Punky Party” de Bob Marley, a quien Letts conoció en Londres por aquel entonces. Cineasta desde su juventud, músico –tocó con Mick Jones de The Clash en Big Audio Dynamite- y DJ en la radio BBC6, Letts acaba de lanzar “Two Sevens Clash (Dread Meets Punk Rockers)”, documental que incluye imágenes inéditas filmadas entre 1977 y 1978 en Londres y Kingston y refleja detalles valiosos aquel primer encuentro entre rastas y punks. Con su tono de voz pasional y seguro, coge el móvil desde su casa londinense para hablar de todo un poco con Mondo Sonoro.
"Creo que el legado de Big Audio Dynamite, mi banda junto a Mick Jones de The Clash, fue recogido por Gorillaz".
Recientemente presentaste “Two Sevens Clash” en Sudamérica, estrenándolo a nivel mundial. Siendo la temática del documental muy inglesa, ¿cómo te sentiste al hacerlo tan lejos de casa?
Fue muy interesante poder confirmar que el público conectó con el filme aún sin haber experimentado ese momento histórico. Y también es revelador que a película logre instalar una conversación cultural que nos acerque y nos permita encontrar nuevas formas de entendimiento y creatividad. De algún modo, de eso va “Two Sevens Clash”: del impacto de la cultura.
Llegaste a Sudamérica invitado por el British Council ¿Cómo te sientes respecto a tener organismos como este o la BBC apoyando tu trabajo?
Bueno, aquí se puede usar la expresión aquella de que "es la naturaleza de la bestia". No tengo problema con eso. Hice muchos programas de televisión para distintas compañías durante muchísimos años. Por razones de costos y estructura estas empresas son el espacio ideal para muchos documentalistas. Muchas veces los trabajos terminan en el cine, al margen de que hayan sido creados para televisión. Está todo bien con eso, es más, creo que la televisión tiene una suerte de nueva credibilidad gracias a los documentales. Se creía antes que la televisión daba más oportunidades por ser más barata de producir, pero ya no creo que sea así.
Si alguien te hubiese dicho en los setenta que esto sucedería, ¿le hubieses creído? ¿Fuiste un joven que despreciaba la industria de la televisión?
Bueno, no creo que haya sido tan inocente. Hay ciertos mecanismos para que tu película salga al mundo, y yo creo que todos ellos son parte del proceso. Hacer una película es una cosa, pero luego tienes que hacer que llegue al público de la mejor manera y al precio más accesible posible. El negocio está en mezclar bien estas cuestiones. Obviamente hay gente que abusa de eso, pero afortunadamente nunca me encontré en esa situación. Siempre hay un lado comercial y de negocios cuando quieres lanzar tu arte al mundo. Esa es la realidad. De todas formas, ahora, con Internet y con la tecnología fácilmente alcanzable, resulta más sencillo lanzar tus propios proyectos. Incluso si las ideas son buenas, puedes tener millones de seguidores. Pero cuidado, hay tantas cosas subidas a Youtube que las que no son lo suficientemente buenas, se pierden.
¿De qué manera influenció esta mezcla de punks y rastas en Londres a las futuras generaciones de músicos y aficionados?
Creo que abrió mentes a nuevas posibilidades. Antes de la “Punky Reggae Party”, la gente del rock sólo escuchaba rock y lo mismo los del reggae. Pero tras esta mixtura cultural, surgieron nuevas posibilidades para que la gente se mezclase. Cobró vida un nuevo híbrido. Por ejemplo, creo que el legado de Big Audio Dynamite, mi banda junto a Mick Jones de The Clash, fue recogido por Gorillaz. Ambos grupos usan al mundo como una suerte de paleta de sonidos. Es una manera más abierta de pensar y de ser creativo.
¿Aún estás en contacto con John Lydon?
Vive en Los Ángeles, así que ocasionalmente nos cruzamos. Tocó hace unos años aquí. La verdad es que no nos vemos mucho, pero seguimos en contacto. A quienes si suelo ver más es a Paul Simonon, a Mick Jones, a algunas de las The Slits y de vez en cuando a Siouxsie.
Preguntaba por John porque quería saber si escuchaste cuando dijo que Donald Trump podría ser “un posible amigo” suyo. ¿Crees que lo dijo para provocar?
Bueno, John vive en Los Ángeles desde hace un tiempo largo, y esa ciudad puede generar cosas curiosas en la gente. Creo que simplemente está provocando, así que no me lo tomo en serio.
¿Podrías contarno algo de aquel viaje que hicísteis juntos a Jamaica, cuando Sex Pistols se separaron? En el documental contabas que los músicos de Jamaica andaban todo el rato “tras los tíos adinerados del Reino Unido”.
Si yo hubiese mantenido la boca cerrada, de manera que no pudieran saber de dónde venía, no me habrían acosado. Respetaban a John, aunque realmente no sabían quién era. El punk rock era algo inexistente en Jamaica, no había tenido ningún impacto. Quizá habían leído un pequeño artículo en el periódico sobre un extraño nuevo fenómeno de música inglesa, pero no más que eso. Pese a todo, sabían que John era famoso en el Reino Unido, que había vendido muchísimos discos y que era un tipo duro. Y a los jamaicanos les encantan los tipos duros (risas), así que por ese lado se ganó un respeto considerable. Vino con nosotros Richard Branson, el magnate de la industria discográfica, que estaba buscando fichar artistas. Fue él quien pagó el viaje, claro. Al ser el hombre con el dinero, todo el mundo quería conocerle (risas).
Allí fue cuando conociste cara a cara a casi todos tus ídolos musicales...
Ese fue, posiblemente, el momento más mágico de mi vida. No sólo porque fue la primera vez que fui a Jamaica, sino que también era la segunda vez que me subía a un avión. Llegar al Caribe, a la tierra de mis padres, me flipó. Fue una explosión mental. Un momento increíble y una experiencia totalmente enriquecedora para un joven como era yo en ese entonces, que tenía veintidós años. Finalmente podía sentir de cerca esa cultura con la que crecí a través de la música. Fue un sueño en tres dimensiones conocer a todos esos nombres mágicos que se convertían en personas reales al lado mío. Fue un complemento visual para el soundtrack de mi vida. Imagínate, allí estaban I- Roy, Big Youth, Tappa Zukie, Burning Spear, Abyssinians, The Heptones... ¿Continuo? Hasta estuve en estudio con Lee Perry. A propósito, en aquella ocasión, Lee Perry estaba haciendo versiones reggae de algunos de los éxitos de Sex Pistols. Esas grabaciones nunca se publicaron. Hizo “Anarchy In The U.K.” y “Holidays In The Sun”.
¿En esas versiones estaba involucrado John?
No, no. La compañía contrató a Lee Perry, y por supuesto Lee estaba interesado en el dinero de la compañía. Estuve en el estudio con John cuando eso sucedió. Recuerdo que había una nube de humo y John y yo nos reíamos de lo que escuchábamos. ¡Era una basura! Fue un proyecto que no tenía que ver con la inspiración y la creatividad. Fue hecho totalmente con el propósito de conseguir un cheque. Por eso nunca se publicó. En su momento nos pareció algo muy surrealista.
Volviendo al documental, creo que no mencionaste un grupo de reggae importante como es Steel Pulse e incluso hay sólo una pequeña mención a The Police, ¿tuvieron estas bandas alguna injerencia en la Punky Reggae Party?
Amo a Steel Pulse y “Handsworth Revolution” es un disco increíble. Lo destacable de Steel Pulse es que, junto a Matumbi y Aswad, fueron las primeras bandas serias de reggae inglés que tuvieron credibilidad en todo el mundo. Mientras se inspiraban en Jamaica, hacían camino gestando su particular sonido, ese punto inglés que se nota en sus discos. Lo que Steel Pulse consiguieron con ello fue exposición mediática. Musicalmente no tomaron casi nada del sonido punk, pero relacionarse con los grupos punk les consiguió mucha atención mediática. Atrajeron a gente ávida de nueva música que encontró en el reggae un género muy interesante. Para eso la clave fue el evento Rock Against Racism, en el que también tocaron Misty In Roots. Y de alguna forma lo mismo ocurrió con The Police. La gente estaba más pendiente de los ritmos de las canciones que de las líneas de bajo. Ese fue uno de sus puntos fuertes, combinar los bajos pesados con las dulces líneas melódicas de voces y guitarras. Tomaron mucho del reggae y le sumaron sensibilidad pop. A su manera, expandieron la idea de una música de bajos prominentes. Y el bajo es el verdadero regalo de Jamaica al mundo.
¿Crees que el legado de aquellas bandas de reggae de Inglaterra puede ser comparado con el de las bandas de Jamaica?
Para mí lo son. Reflejan a mi generación, la primera de negros nacidos en Gran Bretaña. Son la banda sonora de una generación, y definitivamente ayudaron a que el reggae se diseminase y se desarrollase en todo el mundo. Fue un momento tremendamente importante, sin duda. Se tomó lo clásico y establecido en Jamaica y los músicos ingleses hicieron su propia interpretación. Y así es como la música se sigue desarrollando.
¿Crees que el rap metal en los noventas continuó lo que tú y tus contemporáneos crearon?
Lo que creo es que el rap tomó prestados los riffs de guitarras de las bandas de rock, simplemente. Siento que el rap-rock no fue género masivo, con identidad propia. Creo que es más un truco y no un estilo realmente creativo. No supone una nueva forma de pensar la música. Por ejemplo, si te fijas en lo que hizo Puff Daddy... bueno, si le quitas el riff a la canción se queda en nada. Esas canciones descansan en la comodidad del riff de rock. Es una manera muy distinta de usar samples de la que teníamos Big Audio Dynamite. En nuestras canciones podías quitar el sample y continuabas teniendo una canción. El sample se supone que es la sal y la pimienta en una comida, no la comida en sí (risas).
Sé que eres un amante del vinilo, pero ¿qué hay de bueno en las nuevas formas de escuchar música?
Bueno, hay algunas cosas malas en esto del streaming. En principio, no se les paga apenas a los músicos. Y por otro lado la música se reduce a palabras en una laptop. Eso no me gusta, no me parece nada sexy. Prefiero hurgar en una pila de discos. Obviamente se pierde también el arte de portada, pero eso ya pasó con el CD. Pero bueno, si quieres dar una sesión de doce horas tendrás que cargar con un pesado bolso de putos vinilos. Obviamente el mp3 o los teléfonos son geniales para eso. Son bienes convenientes, claro. Yo los uso, no me malinterpretes, pero siempre preferiré observar el disco, tomarme mi tiempo. Tío, es un ritual. Hay gente que lo pilla y gente que no. Yo soy de la generación de los vinilos. Tengo una actitud analógica.
¿Cómo analizas el éxito actual, la vuelta del vinilo?
Bueno, para mí nunca se fue, así que está muy bien. El problema con la cosa digital y lo digo de nuevo ¡es que no es sexy! Y también que el hecho de tener objetos se asocia con la identidad: tus discos en tu mueble, o tus libros en la repisa. Es un manifiesto sobre tu carácter. Ahora alguien debe entrar en tu laptop para ver eso… no es lo mismo. El mundo tiende a prescindir de objetos que tengan su propia gravedad, que sean artefactos históricos. Hay una tendencia en el siglo XXI en la gente, algo así como que no hay grises, eso “esto” o “aquello”. No creo que eso me valga. No es una guerra de digital contra analógico. Ambos mundos tienen sus beneficios. Es un balance. Yo uso todo tipo de formatos musicales y los uso según la conveniencia, pero en casa siempre me entrego al ritual del vinilo.
Sales en la portada del compilatorio “Black Market Clash” de The Clash. Allí se te ve enfrentado a las fuerzas policiales en los disturbios del carnaval de Notting Hill de 1976 ¿Sigues yendo al carnaval cada año?
Sí, voy todos los años desde hace cuarenta y cinco. Pero ahora voy muy temprano y a las cuatro o cinco de la tarde me voy. Es muchísima gente en un área muy pequeña y la cosa se pone muy intensa. En los setentas éramos solo un par de miles de personas. Ahora es el segundo carnaval más grande del mundo.
Y ahora una para acabar la entrevista. ¿Cuáles son tus soundsystems favoritos?
Oh, tío. ¡Pregunta difícil! Déjame pensar… Antes había cientos de soundsystems.... Me gustan los clásicos Aba Shanti y Channel One, que son grandiosos. Para una fiesta más funky, Good Times era perfecto, pero ya no está. Luego hay varias cosas interesantes en Talbot Rd. Si quieres recomendaciones de lo que escucho actualmente, puedes entrar en mis listas en la web de mi programa de radio en la BBC6.
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