¿Cómo surge la idea de grabar con Albini en su estudio? Veo que ha funcionado bien…
(Mario) Sí. Cuando acabamos la gira de presentación del primero, nos planteamos grabar el segundo. ¿Dónde? A mí lo de grabar y tocar me supuso bastante estrés. No puedes centrarte en tocar, además de que luego tienes que mezclar tu propia música. No quería volver a hacerlo, así que descartamos grabar otra vez en mi estudio (Buen Mambo). Y nos dijimos: "Lo que molaría es grabar con Albini en Electrical Audio".
(Arianne) Oye, pues vamos a hacerlo (risas).
(Mario) Hicimos números, habíamos ahorrado y en febrero reservamos para agosto.
Porque ha pasado muy poco tiempo desde Suave con la canoa, ¿no?
(Mario) Sí, se editó en septiembre del 17. Lo que pasa es que el disco salió con mucho retraso. Una vez acabamos de presentarlo, teníamos compuesto la mitad de éste. Como que no hemos llevado los tiempos “reglamentarios”, sino que nos hemos adelantado. Y ahora no tenemos nada nuevo.
¿Y cómo ha sido grabar allí? Tengo que confesaros que la única vez que he estado en Chicago me planté en la puerta, pero no me atreví a llamar para verlo. Hice la foto y ya está.
(Mario) Estuvimos cuatro días grabando y mezclando. La experiencia fue guay.
(Arianne) Pues nos sentimos como en casa. Todo fue fácil. Te dejan la puerta abierta, puedes probar lo que quieras, dormíamos allí y podíamos ensayar o hacer lo que quisiéramos… Albini es un tío muy centrado en lo suyo, como todos los que trabajan allí, pero muy guay.
(Mario) Nos han tratado súper bien. Es todo muy sencillo. Llegamos allí un día antes para comenzar a grabar cuando nos despertáramos al día siguiente y ya nos dijeron que podíamos ensayar o probar equipo, lo que quisiéramos. Cuando llegó Albini por la mañana, nos dijo: “Montad, probad y cuando estáis listos, me avisáis y monto lo mío”. Y nos pusimos a probar amplis y baterías. Sin ningún estrés, cero presión. Claro, el primer día no nos salió una toma buena. Nos estábamos encontrando. Hasta el segundo día no encontré los amplis con los que estaba a gusto.
“Da igual que estés delante de diez o doscientas personas: lo tienes que dar todo”
De todas formas, poca gente hace un disco en cuatro días…
(Mario) Sí, grabamos los diez temas seguidos a partir del segundo día. El último fue todo de mezclas, básicamente. Lo que hay son tomas enteras de batería y guitarra, y algunos arreglos de percusión y voz. Ya sabes lo que supone grabar en directo: tienes que elegir tomas y siempre hay alguna cosita que falla.
(Arianne) Las tomas que valían, bien, y si no, a repetir.
(Mario) Pero al final, ésa es la esencia. No tocamos perfecto. Y es verdad que tienes la presión de que la toma salga bien. Pero por otro lado…joder, escuchas discos que están guay pero que suenan perfectos. Y esa perfección me suena antinatural. En muchas grabaciones me falta el factor humano, y no es la idea que tenemos de esto. Hay discos que se graban pinchazo a pinchazo, cachito a cachito, editando la batería…Editar batería, madre mía.
¿Qué ha cambiado respecto al primer disco? Es evidente que hay como una evolución, o al menos más matices o contrastes.
(Mario) Sí, creo que hubo un antes y un después, varios cambios. El primer disco está en una afinación y el segundo en otra. Con un instrumento como el mío, de cuatro cuerdas, juegas mucho con eso. Cambias la afinación y de repente te encuentras con nuevas sonoridades y cosillas. Las afinaciones abiertas que se usan en el blues las adapto a las cuatro cuerdas, más o menos. Me las acabo inventando y tienes otro sonido. Uno de los factores es ése. También me puse a tocar con púas de metal, en plan fingerpicking de estilo libre -lo hago como puedo-. Y parte de las canciones las llevábamos muy rodadas. Otras no tanto (risas).
(Arianne) La energía del sitio hizo mucho, yo creo. El primer día estaba un poco intimidada por estar allí. Me sentía muy pequeña. Íbamos muy mentalizados, pero hasta que no estás allí, no conoces a Albini y no sabes cómo trabaja y qué vinculo va a tener contigo, me producía un poco de inseguridad. Es que hemos crecido con los discos que se han grabado ahí…
(Mario) Aparte de eso -mira, aquí se grabó el vídeo de Magnolia, se han grabado mil discos que nos flipan, vas un poco de fan-, en mi caso lo que me pasó es que no estaba a gusto. No veía que las canciones se tradujeran al sonido que quería. No tenía mi ampli, y para nosotros el equipo es muy importante. Tenemos que tocar siempre con lo nuestro, sí o sí. Y llegamos con mi instrumento, mis pedales y tus platos. Tampoco hubo problema porque tenían buenos set y la sala del estudio B suena increíble. Amplis sí que probé bastantes. Él me fue sugiriendo algunos y acabé tocando con un Garnet, un ampli canadiense de los 70, y un Hiwatt. Al final, era lo que funcionaba y las tomas empezaron a sonar bien.
¿Dónde lo habéis masterizado?
(Mario) Lo hemos hecho con John Golden (Mastering, en California), que respeta muchísimo todo. De hecho, le tuvimos que decir que lo apretara un poquillo más (risas). Al final, ha quedado muy natural. Hay dinámica.
Me tenéis que contar algo de la portada (una foto de ellos con un toque surrealista en un viejo cine), y el título si es que se puede…
(Mario) No teníamos ideas fijas, así que recurrimos a Rafael Jaramillo (diseñador y artista), colega de muchos años. Le pedimos que nos echara un cable y le dimos bastantes vueltas hasta que encontramos un marco incomparable en la Finca Vistalegre. Fue difícil entrar, pero mereció la pena. Está intacto, tuvimos que pedir permiso y demás. No está abierto al público.
(Arianne) Es como un cine con butacas pequeñas para niñas. Tiene una historia muy potente. Gracias a Rafael pudimos acceder allí, y más o menos teníamos una idea de lo que queríamos transmitir. Rafa nos recomendó a Alberto Ros, que es un fotógrafo increíble. Y ha sido brutal lo que ha hecho. ¡No quiero entrar en el simbolismo de la foto! (risas). Que cada uno saque lo que quiera.
(Mario) En cuanto al título, la felpa tiene algo como muy táctil, que se puede tocar. Para nosotros, es la oreja de nuestro perrillo.
(Arianne) Queríamos homenajear su oreja (risas).
(Mario) Es algo muy nuestro, es lo que lo hace especial, y además, es una palabra entrañable y con fuerza. Todos los títulos que tenemos tienen más de un significado. Nos sonaba bien, además. Y nadie ha puesto este nombre a un disco…
“En muchas grabaciones me falta el factor humano”
¿Si tuvierais que definir vuestra evolución de un disco a otro, qué diríais?
(Arianne) Buena pregunta…
(Mario) Yo creo que en el primero todo era como más pesado. Tempos más lentos, todo más marcado. Intentando coger cosillas del blues pero como si fuéramos los Melvins, yo qué sé. Y aquí tenemos tempos más rápidos. El primero era más disonante y éste es más abierto. Quizá las estructuras son más irregulares.
(Arianne) No sé si llamarlo evolución, es difícil opinar de algo que has hecho. Sí creo que en éste hay más seguridad, sobre todo por mi parte. Yo no puedo oír el primer disco porque no sabía tocar. Tampoco es que sepa mucho ahora, pero sé más. Fue como un aprendizaje, y ahora puedo ver que hemos currado más, yo he tenido más rodaje y lo hemos podido reflejar.
¿Hay menos blues quizá en éste?
(Mario) ¡Yo veo más! Es un poco friqui… La afinación acompaña menos, pero esto está tocado más buscando eso. Es raro, pero lo veo así (risas).
(Arianne) ¡Yo también!
¿Cómo os planteáis el concierto del Mad Cool? ¿Es raro pasar del underground a tocar en un festival gigante?
(Mario) Surgió la oportunidad, había gente de la programación que estaba interesada, y al sello le parecía bien. Lo planteamos exactamente igual que en una sala pequeña. Ya nos pasó en el Primavera. Montamos delante nuestro equipo, y ése es nuestro sonido. La única diferencia es que estás en un escenario grande y hay gente que te carga el equipo (risas). Pero la experiencia del Primavera fue muy buena.
(Arianne) Fue brutal. Ahí fue donde conocimos personalmente a Albini. Hicimos la prueba juntos con Shellac. Pero el estudio ya estaba reservado. Muy majetes los tres. Te tienes que subir al escenario y lo tienes que dar todo. Da igual que estés delante de diez o doscientas personas. Da igual que estés en un festival con un nombre importante o que te vayas a un gaztetxe. Es igual.
(Mario) Y como estás más acostumbrado a diez personas que a doscientas, cuando hay ambientillo, si la cosa va bien, te vienes arriba. Yo antes no me sentía nada a gusto en escenarios grandes, pero al final aprendes a disfrutar de todas las situaciones. Es la misma intención, pero en distinto sitio. El set es el mismo.
¿Qué planes tenéis para estos próximos meses?
(Mario) Tenemos algunos bolillos, luego el Mad Cool y en agosto nos ha salido el festival Art Tangent de Bristol (Reino Unido), que es bastante interesante. Vamos a aprovechar para intentar cerrar una gira por allí.
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