Cuando salió el EP hace un año decíais que estabais trabajando en el álbum. ¿Por qué se ha retrasado tanto?
(Pablo) Bueno, en el proceso de publicación de un disco, además del grupo, hay mucha gente trabajando y los plazos no son exactamente los que tú marcas. Al final, el disco tiene sus propias necesidades. Las mezclas nos llevaron más tiempo del que esperábamos. La idea original era que saliera en otoño, pero como estamos muy contentos con el resultado, el retraso es secundario.
No sé por qué -quizá tenía alguna idea preconcebida-, pero me ha sorprendido y llamado la atención lo rockero y contundente que suena. ¿Os consideráis una banda de rock por encima de todo?
(Mauricio) Es un disco de rock porque somos un grupo de rock, en el sentido de que lo que nos gusta es tocar en el local con los amplis al once y la batería a toda leche.
(Pablo) Puede que la gente esperara menos algo así, por la escena en que nos movemos. Un sonido determinado más limpio. Estribillos tarareables y típicos… Nosotros no nos consideramos un grupo de ese estilo para nada. Ante todo somos un grupo de rock y distorsión, con guitarras a saco y todo a toda hostia. Si hay alguna canción más pop, es porque nos apetecía en ese momento, pero desde luego no estaba buscado. Queríamos algo más crudo. Lo que se entiende ahora por indie, canciones que sólo consisten en estrofa y estribillo, todo muy tarareable, no nos interesa nada, al menos a mí.
(Ricardo) No hemos tenido ningún prejuicio a la hora de enfocar el disco como un grupo de rock clásico. Porque esos prejuicios a veces están ahí. Si nos queremos hacer un solo como Iron Maiden, nos lo hacemos. Si tenemos un momento “hooligan”, adelante. Hay una canción que parece Slayer (risas). No queremos ser demasiado canónicos.
(Mauricio) Si queremos tocar en quintas toda la canción, no hay reparos.
(José) De hecho, algunas canciones empiezan con una forma pero se transforman en algo más duro.
Esa oscuridad que caracteriza vuestro sonido, ¿de dónde viene?
(Ricardo) No hubo ninguna premeditación, la verdad. Empezamos a tocar en el local y salió así. A todos nos gustan mucho grupos muy oscuros, sobrios por decirlo de alguna manera.
(Pablo) Estoicos.
(Ricardo) Simplemente nos gustó ese camino, como las disonancias. Es algo que te motiva un poco más para no hacer lo de siempre.
(Mauri) Al final, somos muy instintivos. Todo lo terminamos componiendo en el local, porque hay muchísimo de desarrollos de texturas. Cuando montamos la canción, casi siempre hay un toque oscuro. Quizá las guitarras, que tienen mucho delay y reverb, distorsiones…no sé qué es, pero sí está ahí.
(Ricardo) Tocar a oscuras también se tiene que notar (risas).
Esa crudeza asilvestrada y vibrante de cinco tíos haciendo rock denso -no tan frecuente en estos tiempos de cálculo exhaustivo- la han conseguido plasmar grabando en Estudio Brazil, con el ingeniero Javier Ortiz y la producción a cargo de ellos mismos y Roberto Berlanga. Todos responden con un “sí” rotundo y unánime a la pregunta de si necesitaban dar salida a unas canciones que llevan tocando y reinterpretando años.
¿Grabasteis en directo para capturar esa crudeza rockera?
(Pablo) Sí. En principio, escogimos Estudio Brazil porque es un estudio que facilita grabar en directo. Aparte de porque nos gusta el sonido de otros grupos que han grabado allí y porque tienen equipo antiguo que suena muy bien y potente. Estuvimos cuatro días muy a gusto. Todo salió muy bien, dentro de lo que es una grabación, y salimos muy contentos.
(Mauri) Yo lo recuerdo con mucho agrado, quitando los momentos puntuales de tensión (risas).
(Ricardo) Cuando no sale algo y hay que repetir…
(Mauri) En general, salió muy bien y grabamos en las primeras tomas.
(Ricardo) En las grabaciones hay momentos aburridos y tensos, pero hay otros muy divertidos, como cuando Roberto (Berlanga) estuvo con el taladro…un tema que no hemos metido al final era muy ruidista, haciendo ruidos. “Museo Geominero” (que está en la versión digital) es un pequeño extracto de lo que fue aquello.
(Pablo) Llevamos muy cerradas muchas canciones, pero en algunas dejamos espacio para improvisar. Dos de las que no salen en el vinilo, ésa y “Expreso de medianoche”, las hicimos en el estudio en una toma.
“No hemos tenido ningún prejuicio a la hora de enfocar el disco como un grupo de rock clásico”
“Expreso de medianoche”, “Una mujer bajo la influencia”,… abundan las referencias cinéfilas. ¿Os gusta hacer ese tipo de guiños?
(Ricardo) Sí, sí. Nos gusta mucho el cine y, de igual modo que sale la literatura en las letras, sale el cine. Hay universales. “Una mujer…” es más que un guiño, es casi la película, que era improvisada y hablaba de la locura. Metimos un saxo improvisado, un poco en la estela de The Stooges…
Eso sí que es raro para lo que estamos acostumbrados. ¿Quién lo metió?
(Ricardo) Lo tocó un crack, un dios.
(José) Un amigo de Valladolid, como casi todos nosotros. Un día en el local pensamos que le vendría muy bien un saxo, y se lo propuse a un amigo que lleva tocando mucho tiempo. Yo sabía que iba a cuadrar bien.
(Ricardo) Es muy curioso, porque él tiene otro tipo de educación musical, más reglada, seria o de conservatorio. Nosotros le decíamos: “Rubén, baja ahí (a la sala) y equivócate” (risas). Y él contestaba: “¿Pero cómo que me equivoque?” Y entonces tocaba algo y preguntaba: “¿Pero esto no, verdad?” Y todos: “¡Sí, sí, perfecto! (risas).
(Mauri) Lo hizo en una sesión.
(Pablo) Y ahora, siempre que puede, lo llevamos a tocar. Porque la canción pega un salto brutal.
Las canciones parecen muy trabajadas en cuanto a estructuras y diferentes partes.
(Ricardo) Aunque nos encantan las canciones de pop muy cerradas, Big Star y demás, procuramos evitar las estructuras convencionales. A veces, de hecho, las forzamos para salir de la “estrofa-estribillo-estrofa”. Las pensamos para darles una vuelta. Nos preguntamos: “Está bien así, pero, ¿qué podemos hacer que nos motivo un poquito más para tocar la canción?”. Que se salga de lo normal.
Me gustaría hablar también de las letras. Desde vuestro “hit” “Parquesol” (que, por cierto, no habéis vuelto a grabar en el disco), da la impresión de que estáis cómodos en una suerte de realismo sarcástico. ¿Hasta qué punto es importante el humor en vuestro grupo, un humor muy negro?
(Ricardo) Evitamos el cinismo, o tratar a los personajes con sarcasmo. En realidad buscamos la ternura. Aunque todo sea tan oscuro, es muy importante. Yo lo llamaría más bien “realismo sucio”. “Parquesol” no es irónica en absoluto. Es como el canto de un personaje que lucha por sobrevivir. De hecho, se inspira en una persona real que conocí, a la que apreciaba mucho, y que acabó muriendo. ¿Cómo ser irónico con eso? Es un héroe que intenta sobrevivir como puede, con trapicheos y amenazas. Desgraciadamente, en el caso real, no pudo. Lo que pretendo es darles a los personajes de las canciones todo el cariño que puedo, no reírme a su costa. Son esos héroes cotidianos, casi derrotados, que vemos por las calles deambulando y sin afeitar, los que me interesan.
(Pablo) Le damos mucha importancia a las letras. Por eso tuvimos tantos quebraderos de cabeza en las mezclas, para conseguir que asomaran bien, que no quedaran enterradas entre las guitarras y se entendieran. Para nosotros era prioritario.
¿Tienes, Ricardo, algún referente concreto como letrista?
(Ricardo) Buf, me gusta mucho la literatura, es difícil decirte referentes concretos. Supongo que la acumulación de años de lecturas. Me interesa el realismo sucio, la poesía contemporánea más coloquial o conversacional.
¿La serie B, quizá, con canciones como “Tu gemelo enfermo”?
(Ricardo) Pues fíjate, aunque nos gusta la serie B, en ese caso no es tan así, es una historia basada en algo real. Es un poco el concepto del otro, que aparece en muchas obras literarias, más que películas o… Parálisis Permanente tenía una, ¿no?, “Siameses” o algo así.
La mención de Parálisis Permanente viene bien: ¿Os sorprende que se os siga comparando con ellos? ¿Es por el modo que tienes de cantar más que otra cosa?
(Ricardo) Sí, porque nosotros no lo buscábamos. Pero es cierto que hay grupos que te encantan desde hace mil años, y que por mucho que intentes cerrar la botella se te escapan por algún agujerito. A mí siempre me han gustado mucho, así que no me importa demasiado.
(Mauri) Yo creo que el paralelismo viene más por la forma de vocalizar de Ricardo, y el tono de la voz. Y bueno, tenemos alguna canción que puede ser de una oscuridad casi gótica. O tener algún toque tan poco cool…Pero no nos importa. ¿Que sale The Cure de cuando teníamos 16 años? Pues que salga.
Hablemos del origen del grupo: ¿Sois todos de Valladolid?
(Ricardo) Mauri es de Ávila, pero la banda se formó ya en Madrid. Pablo y yo nos conocemos de hace mucho tiempo, y de hecho montamos en Valladolid un grupo en el 98, tipo Psilicon Flesh.
(Pablo) La raíz era diferente, pero era muy oscuro también. Entonces llegamos a conclusiones parecidas: partes largas instrumentales, oscuridad…pero eran los 90.
¿Hay alguna escena undergound allí?
(Pablo) Sí. Hay una escena pujante, grupos muy buenos. Hay una corriente generada por Arizona Baby y El Meister, con similitudes estéticas, pero hay grupos de todo tipo. Un poco como en Madrid. Hay como un grupo muy bueno de cada estilo.
(José) El problema es que hay muchas trabas a nivel de normativa, para tocar en directo.
(Pablo) Es una traba tras otra, la regulación es muy confusa. De hecho, nosotros queremos presentar el disco allí y nos está costando mucho encontrar una sala o un sitio que reúna las mínimas condiciones en cuanto a sonido, aforo...
Parece tremendo que pase algo así en una ciudad grande como es Valladolid. Pero bueno, en Madrid tampoco es fácil.
(Pablo) Hace 20 años había veinticinco salas, nos llamaban para tocar. Ahora es justo lo contrario.
(José) Había muchas salas pero menos grupos. Y no se apostaba por la escena vallisoletana. Traían a los grupos típicos del momento.
Hablando de conciertos, ¿cómo veis la relación que tenemos con la música y los grupos hoy? Especialmente, la gente joven.
(Mauri) Creo que es diferente, que ha cambiado. Pero nosotros quizá no estamos apelando a ese público. Seguramente haya el mismo salto generacional que vivimos con nuestros padres y nuestros padres con nuestros abuelos. Hay un salto generacional, sin duda.
“Hace 20 años en Valladolid había veinticinco salas, nos llamaban para tocar. Ahora es justo lo contrario”
¿Pero le cuesta a la gente más joven enfrentarse a un grupo de guitarras como el vuestro?
(José) Probablemente en España sea más complicado porque la gente esté menos acostumbrada.
(Pablo) Yo lo veo mucho en los conciertos, aquí en Madrid. Apenas hay gente joven. A veces incluso intento sacar una media de edad y me salen cifras disparadas. Hasta el punto de que puede que en el escenario haya gente tirando a joven, pero el público es mucho mayor. Eso lo llevo viendo mucho tiempo. A lo mejor vas a ver a C. Tangana y es lo contrario, todo el mundo tiene quince o veinte años. En los festivales el público también es muy joven, pero ese público luego no va a en noviembre a la sala. El salto generacional está ahí. Lo entiendo y lo acepto, pero me da un poco de pena. Cuando teníamos veinte años, íbamos a conciertos en Valladolid todas las semanas. Y de cualquier estilo: Podía ser Astrud, Cactus Jack, Sindicato del Crimen…te daba igual, querías ir a conciertos. Ahora eso no pasa. La música de la gente joven ahora es el Trap. La gente joven no va a ver un concierto de guitarras ni de coña. Pero bueno, tampoco pasa nada.
(Ricardo) Esto ha sucedido siempre, en realidad. Yo recuerdo ir a ver a Dee Dee Ramone en Valladolid y que hubiera diez personas. A finales de los 90, cuando en teoría podía ser un momento mejor. Extremoduro siempre van a estar ahí. Cuando vayas a un instituto en el año 2087, los chavales tendrán camisetas de Extremoduro (risas).
¿De qué depende que un grupo arrastre más o menos gente? Es la pregunta del millón, ¿no?
(Mauri) Yo creo que depende de las letras y el cantante, realmente. La música es algo que termina acompañando. Hablo de éxito masivo (Ricardo le mira con cierto odio socarrón y pronuncia entre dientes un insulto grueso). Es verdad, si el mundo fuera justo, tío, nosotros tendríamos mogollón de éxito. Estamos probando, ¿no?
(Ricardo) Ni idea.
(Pablo) Hay muchos factores que se nos escapan por completo. Yo me he dado cuenta recientemente del factor territorial: Hay grupos que tienen mucho éxito por ser de donde son. Grupos gallegos o andaluces que generan sentimientos como de algo propio en mucha gente. Ni se me había ocurrido pensar en ese factor, pero está ahí.
¿Creéis que la gente necesita que le den las cosas más mascadas hoy para meterse de lleno en ellas? Lo digo porque vosotros hacéis música densa y oscura, que no es precisamente de masas.
(Pablo) Totalmente. Es la manera de consumir música ahora.
(Mauri) Antes te escuchabas el disco cien veces porque sólo tenías ése. Hoy tienes discos nuevos todos los días.
(Ricardo) La gente tiene veinticinco canciones esperando en cola. Si no te gusta inmediatamente la primera, pasas a la siguiente. Y la siguiente.
(Mauri) Si no te gusta, la guardas, y si hay suerte, la escuchas en otro momento. Posiblemente estamos escuchando muchas canciones una sola vez. No te calan como antes, cuando no tenías tanto acceso a tantísimas cosas. Es todo más efímero y no disfrutas los discos como antes, cuando te sabías cada nota, cada parón, cada giro.
(Pablo) Yo recuerdo perfectamente cuándo empecé a no recordar cómo se llamaban las canciones de los discos. Son indicadores de cómo se consumía antes la música y cómo se hace ahora.
Para terminar: ¿De dónde sale vuestra obsesión por la masonería?
(Ricardo) La verdad es que nos hizo gracia desde el principio. Toda su simbología y secretismo es muy atrayente. Ha habido grupos como Gabinete Caligari que han cantado sobre lo mismo. El Gran Oriente es el grado 33. Es el Gran Maestro, el guía que nos lleva al camino. Es una simbología muy interesante y bonita. Creímos que se podía adaptar bien a nuestra música.
(José) Está bastante acorde con la oscuridad.
¿Pero no sois de ninguna logia, no?
(Ricardo) De momento no… aunque ninguno sabemos si el otro lo es (risas). Es secreto.
(Pablo) Como El Club de la Lucha.
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