Entrevista publicada en septiembre de 1997
No vamos a entrar en juicios de valor porque está de más. Pero si hay algo digno de admirar en la trayectoria de Dover es que los madrileños han tenido las agallas para hacer lo que les viene en gana sin tener en cuenta el qué dirán. Ellos son los primeros conscientes de que, por un álbum como “I Ka Kené”, les pueden caer críticas demoledoras, de esas que a muchos nos dejarían noqueados y abatidos en un hipotético ring. De modo que antes de desenfundar alguna pregunta maliciosa que me muero de ganas por formularles nos adentramos en su último trabajo. Esa leyenda post-moderna donde las haya de aquel anónimo malinés que Amparo Llanos conoció un buen día en la calle y le descubrió los ritmos africanos es ya conocida por todos. ¿Pero qué fue lo que más le llamó la atención de esos ritmos a la mayor de las Llanos? “Sobre todo lo que me fascinó de aquellos sonidos eran las guitarras, que tenían un punto en común con la acústica occidental. Esos clichés que tenía acerca de la música africana poco a poco, a medida que descubría nuevos artistas, se fueron rompiendo. El proceso fue muy natural, les mostré esos temas que recolecté al resto y cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos metidos de lleno en este sonido”. “Fue como descubrir el origen de la música. Los matices son totalmente diferentes a lo que oímos normalmente, aunque lo más curioso es que las guitarras podrían ser de blues perfectamente”, comenta Jesús Antúnez, quien minutos antes de empezar con la rueda promocional buscaba como un loco un cargador compatible con su móvil.
Cuando oímos “Dannaya” muchos no nos lo acabábamos de creer. Pese a que los detractores se frotaban las manos, otros nos preguntábamos por qué no proseguían la estela de aquel “Follow The City Lights” que puso de manifiesto que los grunges, cuando quieren, pueden ser más petardos y sumamente hedonistas que Madonna embutida en un vestido de lentejuelas. Cristina Llanos, luciendo tipazo (todo sea dicho), nos da la respuesta. “Supongo que lo más fácil hubiera sido seguir ese camino, pero no nos apetecía hacer una segunda parte del álbum. Somos más partidarios de dejarnos llevar y hacer lo que nos apetece en un momento dado”. ¿Por ejemplo cantar en castellano en un futuro? “De momento no, pero tarde o temprano ese momento podría llegar, quién sabe”.
Llegados a este punto les expongo una teoría de tertulia de bar que me ronda por la cabeza. Si la banda cambiase de nombre, ¿los fans aferrados a las guitarras de sus inicios se sentirían menos escandalizados ante tal mutación? Lógicamente se les escapa alguna risa, pero Cristina retoma el tema. “Entiendo que haya grupos que lo hagan, aunque para nosotros es algo impensable porque Dover haga lo que haga seguiremos siendo nosotros mismos. Uno tiende al rechazo de aquellos cambios que no te esperas, de modo que somos conscientes de que haya gente que no lo entienda. Otros, por otro lado, pueden ver en esto una virtud, como una sorpresa ante el desconocimiento de lo que haremos”. “Lo importante para nosotros es sentir que hacemos aquello que nos apetece. Y lo siguiente que el disco guste. Pero si no agrada nos tenemos que aguantar y ya está. Estamos muy seguros de lo que hemos hecho, así que es mucho más fácil oír críticas negativas al respecto. Te creas una capa de piel bien dura. Cuánta más gente te conozca mayores serán los odios. Eso es irremediable nos guste o no”, replica Amparo, quien no encuentra grandes cambios a la hora de enfrentarse a este nuevo repertorio sobre las tablas. “Desde que empezamos hemos ensayado y pulido mucho los temas de cara al directo. Ahora está siendo muy divertido porque es algo totalmente diferente a lo que hemos hecho anteriormente”. Siempre, incluso en tiempos de guitarras, os han acusado de ser carne de radiofórmula. “Los singles potenciales nos salen de forma natural, tanto antes como ahora. En eso no ha diferido en exceso la cosa”. Ya lo decía Warhol, para bien o para mal lo importante es que hablen de ti. Otra cuestión es el hecho de tragarse las fieras críticas tanto por parte de la prensa como de aquellos fans que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ellos están más que satisfechos con su nueva identidad, ¿así que quiénes somos nosotros para joderles la ilusión?
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