Jairo Zavala, el hombre tras el personaje de Depedro, ha contado con amigos y compañeros de viaje para dar forma a once canciones cargadas de intensidad emocional, como él mismo va a explicarnos. Le damos la palabra.
¿Por qué el nuevo disco de Depedro puede considerarse “Una máquina de piedad? La Piedad al final es perdón. ¿Qué estamos perdonando?
El título al final es una analogía del corazón, de lo que tenemos en el pecho. El motor emocional. Este disco es un intento de plasmar experiencias consciente, y también darte cuenta de lo importante que son las emociones a la hora de aprender algo o vivirlo, porque realmente eso es lo que hace que se te quede en la memoria. Para mí es un título muy sugerente, porque tiene muchas formas de verlo. Está sacado de un libro que leí de historia sobre la I Guerra Mundial que se llama “La batalla de occidente” y allí se acuña. Habla del corazón como alma emocional.
"No me gustan las banderas porque soy una persona muy compleja, y eso es resumirte mucho"
Al final, el corazón es un elemento básico porque la portada también lo refleja ¿Por qué basas la portada en un libro que acabó convirtiéndose en “Blade Runner”? ¿Qué tiene el disco de la película de Ridley Scott?
Bueno, está inspirada en el libro de Philip K. Dick, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, que luego dio lugar a “Blade Runner”. En ambas se desarrolla la idea de quién es más humano y quién es el monstruo, el cazador o el replicante. La tecnología no es la causante de nuestro distanciamiento. Somos nosotros.
Con todo esto que me estás contando, ¿dirías que es un disco conceptual de Depedro?
Es que no llega a ahí. En un disco conceptual las canciones suelen tener un hilo argumental. Pero ¿sabes qué? Si lo vemos desde un punto de vista emocional sí que puede ser un disco conceptual.
"No me salen canciones como a otros, a los que envidio, que en dos horas te hacen un tema. A mí me cuesta".
Dices que son canciones que, en algún caso, tienen cuatro años. Me intriga el estar tanto tiempo dándole vueltas a una canción. ¿No llega a agotar?
Sí, porque el disco anterior fue una especie de revival, retomando mis canciones del pasado, con invitados, y trayéndolas al momento actual. Fue una idea de la compañía y yo no estaba seguro de si iba a funcionar. Me decían que había gente que ahora era fan que no conocía esas canciones. Y tenían razón, porque todo fue muy bien. Pero yo ya estaba trabajando nuevas canciones, claro. Hay un par de canciones nuevas pero el resto se han ido trabajando desde el 2016, que fue cuando publicamos “El Pasajero”, el último disco con canciones nuevas. Es que yo soy muy lento para componer. Le doy muchas vueltas y necesito mucho tiempo. No me salen canciones como a otros, a los que envidio, que en dos horas te hacen un tema. A mí me cuesta. Soy muy poco prolífico. A ver, hago muchas canciones, pero que me convenzan y me gusten, muy pocas.
El otro día hablaba con el bluesman Buffalo Nichols que ha sido disco del mes de la revista Uncut con su disco de debut. Él me decía que prefería las demos, casi esbozos de sus canciones. Que ese era su verdadero yo aunque estuviera incompleto. ¿Qué opinas de eso?
Lo entiendo, y lo comparto. Me ha pasado a mí. De hecho, muchas veces he dejado una demo en un disco porque no he sido capaz de replicar ese personaje en el que me metí en un determinado momento.
Has dado a cada canción un símbolo gráfico. ¿Cuál es la razón?
Esto fue idea de Pedro Chico, el diseñador. Me encantaría decir que fue idea mía, pero no. Luego sí que he elegido símbolos. Él me decía: “Es que este disco necesita la imagen. ¿Por qué no le damos una personalidad e identidad a cada una?”.
"Los medios de comunicación tienden a vender miseria, nada más, porque es lo que funciona. Pero hay mucho más de lo otro. Lo he sentido. Lo he visto"
Mantienes, eso sí, cierta linealidad en tu sonido, aunque evolucione, Depedro no parece un proyecto de cambios drásticos ¿no?
Claro. Es que ¿a quién quiero engañar? Es que aunque quisiera ponerme otro traje me iba a quedar mal. Me encantaría cambiar el curso de la música, claro, pero si pensara así sería un iluso. Este disco sí que te diría que es un poco más musculoso pero por el proceso de desarrollo.
Tus canciones incluso las que son más crudas o sobre temas más reivindicativos siempre tienen un halo de esperanza. ¿Te gusta ese positivismo? ¿Te define como persona?
Claro, es muy importante para mí. Yo creo que no solo importa el pasado, el futuro o el presente, sino también el durante que es un concepto más variable que el presente. Y la esperanza es el motor de ese durante.
Dices que no te gustan las banderas, pero a veces hay que izar alguna. ¿No crees?
Se me cuelan. No me gustan las banderas porque soy una persona muy compleja, y eso es resumirte mucho. Pero vivimos tiempos muy complejos en los que pasan cosas muy difíciles de asumir y de pensar “pero ¿no habíamos superado esto?”.
¿Qué nos está pasando como sociedad?
Tenemos un problema enorme de educación, por muy tópico que suene. Nos faltan valores humanos. Hace falta detenerse, aunque nos sea difícil, a pensar lo que nos está pasando. Parece que vamos al hoyo, pero esa no es mi función. Mi función es la de dar algo de esperanza. No quiero caer en ese discurso, pero es que no es productivo. Me he encontrado mucha gente en el camino que me ha demostrado eso con los hechos. Los medios de comunicación tienden a vender miseria, nada más, porque es lo que funciona. Pero hay mucho más de lo otro. Lo he sentido. Lo he visto.
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