“Nuestro aprendizaje es bastante opuesto al de la sociedad en general”
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“Nuestro aprendizaje es bastante opuesto al de la sociedad en general”

Mara Gómez — 04-02-2025
Fotografía — Archivo

Estar en lo más alto de una montaña rusa cargado de gasolina, risas, errores y una bandera blanca. Algo así es sumergirte en “DÉJATE CAER” (Mad Moon Music, 25), lo nuevo de Delaporte. Hablamos con ellos sobre cómo hacer que la caída libre suene tan bien.

Sandra Delaporte y Sergio Salvi me reciben desde la distancia. Después de su concierto de arranque en Barcelona, la gripe se apoderó de ellos y no tuvieron más remedio que, por supuesto, dejarse caer. Concierto de Sevilla cancelado, firmas pospuestas y mucha tos en esta entrevista vía ZOOM. Eso no quita, te aviso, que salgas de estas páginas con una lección de vida muy sana. Y dando positivo en “amorchi”. Ah, por cierto: me di la libertad de enfrentarme a esta entrevista sin llevar preguntas cerradas. Quería probar a cagarla.

Quizá te sorprenda ver al dúo italo-español de nuevo por estas páginas. Hace solo un año, presentaban su disco más directo (y techno) hasta la fecha, Aquí y Ahora (23). Y si le ha seguido este lanzamiento tan próximo ha sido porque la etapa vital y el contexto eran los mismos, explican. “Habíamos pensado sacar un EP con extras de ‘Aquí y Ahora’ en plan ‘volumen 2’; pero recuerdo estar en la feria de ganado de mi pueblo, llamar a Sergio y decirle ‘¿Qué te parece si le cambiamos el nombre?’. Porque es un concepto diferente”. Fue el italiano quien vino con el “Déjate Caer” entre los dientes. “Era un poco leitmotiv de muchas de las conversaciones y de las luchas interiores que teníamos”. Y aunque el título llegara lo último de todo, las piezas encajaban como por arte de magia. “Luego flipé, porque muchas de las letras no paran de mencionar lo de ‘caer’… ¡Parecía una premonición!”.

Sí, sí, has leído bien: ganado, pueblo. Sandra Delaporte nació en Madrid, pero, desde hace casi ya dos años, reside en un pueblo de unos doscientos habitantes en el Pirineo aragonés. Allí, admite, da más rienda suelta a su creatividad y lo que más valora ella: “La gente es amor. En la ciudad no hay vulnerabilidad, tienes que ser fuerte, hostil. Aquí da igual que haga música, que recoja patatas o lo que sea. La gente es amor y se ayudan todos. Y eso yo no lo había vivido nunca en una ciudad”. Y la idea de “DÉJATE CAER” va muy en línea con esta mentalidad. “Siempre te dicen ‘nunca te rindas’, ‘sé fuerte’, ‘lucha’. Es como un poco derrotista, ¿no? Nuestro aprendizaje es bastante opuesto al de la sociedad en general”. Para ellos, cuanto más en pelea estés contigo mismo, más sufres y, sobre todo, menos “permites que suceda lo que de verdad necesitas que suceda”.

“Me paso la vida complaciendo y agradando, y eso me cuesta mucha energía"

Ahí está la clave de que el álbum no lleve ni un mes fuera y ya esté conectando a máxima tensión: se compuso sin expectativas, sin intentos del dúo de acotar el camino, sin límites, ni hacia arriba ni hacia abajo. “Si hay más juego y menos que perder, lo das todo”, precisan. Y si el anterior disco se había concebido en aventuras asiáticas, carreteras y baños públicos, parte de este ha nacido en el lugar con menos fronteras posibles: la playa. “Hicimos un ejercicio muy chulo con Laia, nuestra teclista. Nos fuimos a Cantabria sin ninguna expectativa. Dijimos ‘lo que salga, sale’. Se sentaron al atardecer en la playa, con un temporizador y tres ordenadores. Escribían sus ideas para alguna canción y “cada veinte minutos nos teníamos que pasar el ordenador”. Y allí surgió, señalan, ‘SOMOS DIABLOS’, “con el único objetivo de pasarlo bien, sin forzarnos”.

Tampoco penséis que Delaporte son inmunes a los fracasos y a las caras tristes. Este mismo tropiezo, el estar enfermos en pleno lanzamiento del álbum, ha amenazado con desgarrarles los ánimos. “Nos sentíamos con mucha culpabilidad por haber cancelado, pero, realmente, mejor dejarse a caer a tiempo que ir arrastrando sufrimiento. Lo importante es ser consciente de estos pensamientos, que no dirijan tus actos”. Y es que, realmente, si te pones ‘DÉJATE CAER’, verás que no todo son flores y sonrisas… Hay mucho de admitir errores, de confesar carencias. Podemos bautizarlo como ‘negatividad positiva’”. Porque para ellos, además, este trabajo ha supuesto una reunión. “Veo en este disco un encuentro con Sandra. Me siento muy alineado en todo lo que decimos”, explica Sergio. “Incluso en las cosas en las que yo no he metido mucho la mano, me siento súper representado”. Además, precisa, ha formado parte del “bucle de composición”. “Al final, el arte es un pescado que se muerde la cola: tú, dentro de ti, generas ciertos pensamientos a los que puedes llegar hasta un cierto punto”. Componer les permite llegar más hondo, sacar cosas a las que ni siquiera puedes dar sentido aún. “Y luego ya con el tiempo las entiendes, le das un sentido a todo lo que estabas pensando, al contexto en el que estás viviendo, lo que estás razonando... Y eso te hace crecer y te hace sacar más composiciones. Eso es lo que ha pasado entre los últimos dos discos”. Lo más raro de todo, añade Sandra, es que “misteriosamente, el resultado final es coherente, y eso que muchas veces, ni yo sé qué quiero decir con algunas letras”. Menciona, entre risas nerviosas, lo mucho que le costó “SOMOS DIABLOS”. “Lo pasé muy mal con este tema”, indica. A puntito estuvieron de sacarlo de la carpeta de canciones del disco. Fue Sergio quien añadió ese arranque bachatero y, a base de muchos intentos – ¡muchos! “¡Ojalá un día sacar todas las versiones de ese tema!” – y de una revelación en plena madrugada, la pista fue encontrando su destino. “Estábamos de gira, durmiendo, y a las tres de la mañana me levanté, desperté a Laia, cogí el móvil y grabé un audio con la voz ronca de recién despertada: ‘SOMOS, SOMOS, SOMOS DIABLO’”. Tantas trabas se unían, paradójicamente, con el propio contenido de la pista. “Tenía mucha lucha, porque nunca era suficiente. Y precisamente la letra habla de eso, de ese diablo interior que me hace vivir eso de esa manera: tener que ponerte una máscara y, como nunca eres suficiente, pretender ser algo mejor”.

Esta necesidad de validación es algo que retumba en los beats de varios de los temas. “Soy yo la que más problemas tiene con este asunto…”, confiesa Sandra, “Avergüenza decirlo, pero es la única forma de sacárselo. Hay una parte de mí que necesita ser importante, una crack, que necesita ser validada, amada, vista como algo del otro mundo, y me hace sufrir un montón. Hemos aprendido que la única manera de recibir amor es siendo perfectas, o siendo lo que la gente espera”. De hecho, uno de los motivos por los que decidió marcharse a la aldea en las montañas fue precisamente para estar bien con ella misma. “Me paso la vida complaciendo y agradando, y eso me cuesta mucha energía. Claro, que estoy intentando cambiarlo porque ahora me estoy convirtiendo un poco en apego evitativo de la peña”, admite entre risas.

Si te pusieras a contar las veces que se menciona el amor en las nueve pistas del álbum, te harían falta varias manos (más de diez, concretamente). Pero, curiosamente, pocas tienen que ver con relaciones románticas de pareja. “Amarse y ver que no hay nadie”, proclaman en “Rendición”. Esa podría ser una de las conclusiones. “El amor que tanto necesito está en mí, las personas son llaves que lo abren, nada más. Eso sí, se refiere a las expectativas de que quieres que esté esta persona o quién tú quieres, porque nunca estamos solos”. Y qué mejor manera de ilustrarlo que con la anécdota de Sandra en el bosque aragonés: “El 31 pasé la Nochevieja sola, porque quería pasarla sola para ver cómo me sentía, y me fui al bosque de noche. Me tumbé ahí. De pronto, abrí los ojos y… un zorro. A menos de un metro de mí. Nos quedamos ahí mirándonos y dije ‘¿Ves? No estoy sola nunca’”.

“Cuanto más crecemos Sergio y yo como seres humanos, más se nota en los directos, hay más conexión"

Mucho de ese amor está encapsulado en “La Ternura Es Simple”, que cierra el trabajo con una declaración de amor pleno. Si eres de los que escucha a Delaporte haciendo ejercicio, cuidado con esta: es una sensación rara sudar hasta por los ojos. La compusieron entre entrevista y entrevista y la fueron retocando –al principio les preocupaba mucho que sonase igual que una de Basement Jaxx– hasta incluir ese poema (“Y si empezara a sentir//A dónde iría//Y si me dejara caer//LLEGARÍA”) que, destacan, es lo único escrito después de haber decidido el título del propio álbum. Pero… no es solo esa parte “spoken word” la que hace tan especial a estos seis minutos. Es la emotiva voz de la madre de Sandra la que hace saltar por los aires toda la ternura del mundo. “Paralelamente [a la composición] había tenido una experiencia bastante importante a nivel terapéutico sobre mis lazos familiares y reconecté un montonazo con mi madre”, cuenta ella. “Las madres lo saben todo, porque son brujas, y me envió ese mensaje… Lo quise meter porque es la persona que más amor me ha enseñado en mi vida. O sea, si yo estoy en este mundo es por el amor de mi madre”. Reconoce que no fue nada premeditado (“Realmente, el audio terminaba con ‘¿Te guardo una bolsa para las bragas sucias?”) y que, de hecho, se incluyó el mismo día de entrega del disco. “Tenía que compartirlo con el mundo. Cuando estoy un poco mal, me lo pongo y me recarga la pila del amor”.

“Mucho amorchi”. Ese es su lema de los últimos meses. Y también lo que les darían a sus “yo” del pasado si pudieran conectar con aquel dúo que andaba grabando versiones para Youtube. Era 2016, los inicios de su pop electrónico (que, poco a poco, ha ido virando cada vez más hacia el segundo género), y el momento perfecto para “darles un abrazo y decirles que lo están haciendo muy bien”, afirma Sergio. “Que no sufran tanto por las expectativas”, les comentaría Sandra. “¿Y qué tal si le dices que sufrir también está bien?”. Está de acuerdo, pero es difícil interiorizarlo.

Aun así, ambos sostienen que están trabajando en ello, sobre todo a través de sus proyectos personales. Hace unos meses que Sergio lanzó bruno y que Alexxandra (la mezcla entre Sandra y Alejandra, el auténtico nombre de ella) vio la luz. “Cada uno tiene sus gustos, su manera de sentir la música, y eso es completamente válido. Yo empecé a hacer más cosas de techno con las que Sergio no se sentía tan representado. Había una parte de mí, más oscura, más violenta, que necesitaba expresar”. Mientras, él mantiene los bpm un poco más bajos. “Más electrónica, más ambient… Es algo que no se está haciendo aún en España y que tengo muchas ganas de compartir”. “bruno”… ¿Dónde has visto tú ese nombre? Te lo chivo: en el featuring de “Rendición”, que sirve precisamente como primer adelanto de la propuesta del napolitano. “Si ves el proceso de grabación… No la podíamos grabar: venga a llorar y a abrazarnos…”. Sandra y Sergio se conocieron en una jam session de jazz en la capital y, a partir de este sexto álbum, declaran, van a “compartir mucho más, vamos a estar aún más alineados, porque tampoco hay apegos entre nosotros: hay mucha honestidad, hemos crecido y madurado un montón como relación”.

Y sospechan que algo de esta “ultraconexión” fue lo que prendió en Barcelona en el primer bolo de presentación de enero. “Lo que sentimos en ese directo no lo habíamos vivido ningún concierto antes, y mira que hemos dado chorrocientos mil”. Lo definen como “catártico”: “Cuanto más crecemos Sergio y yo como seres humanos, más se nota en los directos, hay más conexión. Al mismo tiempo, yo estoy más relajada, con menos expectativas”. Ya no pretende ser alguien en el directo, sino “simplemente ser”. “Vemos que el público lo recibe exactamente igual y que les da permiso para ser tal como son en ese momento. Eso es una liberación y es lo que genera esa catarsis: de pronto se convierte en un espacio en el que no hay juicio, en el que no hay tonterías, en el que no hay egos, en el que no hay una diferencia artista público, sino que todo va de la mano”. Tuvieron la sensación de que había empezado algo muy especial, y que continuará en la gira de salas y festivales que está por venir. Y todo porque, hace un año, el “techno curó” y ahora, cuentan, “han subido las dosis de amor”.

 

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