Aunque Howe Gelb últimamente se explayara a gusto con un coro de gospel en su más reciente producción en solitario, “Sno’ Angel Like You”, Giant Sand sigue siendo su proyecto de toda la vida. Un grupo al que se niega a enterrar, por muchos miembros que vaya dejando por el camino. Ni falta que hace, con discos tan jugosos y ricos en matices como el reciente “ProVisions” y colaboraciones tan esperadas como la que tiene a punto de desvelar junto a Raimundo Amador.
"El flamenco es como el blues, se nutre de sólo tres acordes pero nunca aburre" |
En él han participado invitados estelares como Isobel Campbell, Neko Case o M. Ward, aportando su granito de arena a un disco que, también apuntalado por una versión del “The Desperate Kingdom Of Love”, de PJ Harvey, suena tremendamente diverso, sin por ello perder el particular sello Giant Sand de siempre. “Nunca pensé que la música fuera para hacer dinero o hacerse famoso. Más bien es un estilo de vida, que te crea una serie de relaciones con gente a la que acabas queriendo, y con quienes no puedes estar todo el tiempo, debido a sus giras. Así que grabar con ellos, como en este caso ha ocurrido con Isobel, Neko o Matt (Ward), es la única forma de capturar ese momento casi irrepetible, que se convierte con ellos en una especie de celebración. El título, ‘ProVisions’ (con el vocablo “visions” convenientemente resaltado) juega con la idea de provisión, de algo que se entrega, y a la vez con la idea positiva que creo que comporta el término visión”.
Por otra parte, sus compañeros de viaje estables, y con quienes ha grabado el álbum a caballo entre Tucson y Dinamarca, son Thoger T. Lund al bajo, Peter Dombernowsky a la batería y Anders Pedersen a la guitarra, un line up enteramente danés, con el que parece sentirse especialmente cómodo. “La situación con Joey (Burns) y John (Convertino) hace cuatro o cinco años no iba a poder sostenerse, por los motivos que ya todo el mundo sabe, y a estos chicos de Dinamarca los conozco desde seis o siete hace años, así que estoy contento con ellos. Uno siempre piensa que su actual banda es la mejor que ha tenido nunca, si no desde luego que no estaría con ellos”. Tal y como sucede con la música de Jim White, Andrew Bird o el propio M. Ward, desde Europa se tiene frecuentemente una visión de lo que hace Howe Gelb como una suerte de banda sonora de la América oculta, no oficial, la cara menos amable de un continente que es mucho más que la suma de sus tópicos. “Estoy bastante de acuerdo con eso. El problema es que la imagen que el mundo tiene de América está muy condicionada por los medios de comunicación que la difunden por el globo. Casi toda la gente que aparecía en ellos y los regía hace diez o quince años, especialmente presentadores y directores de programas, se retiró o les despidieron. Sus relevos no han estado a la altura, y lo hemos pagado. El problema es que hoy en día, quienes menos piensan en mi país son quienes más alto gritan. Y eso es lo que se transmite”. Quizá de ahí deriven títulos tan líricamente apocalípticos como “Spiral”, con líneas como “algunos se ocultan tras las iglesias, otros lo hacen tras sus armas…no querría vivir para siempre, pero otra generación estaría bien”. “Ese tema en realidad no trata no sólo acerca de América, sino del estado del mundo, y de cómo se está desarrollando en los últimos años. Creo que nuestra definición de lo que es la decencia debería cambiar. Da igual que se trate de economía, del presidente que salga electo en noviembre, o de lo que sea. Ahora mismo desde nuestro país es como si arrojas una piedra al agua, la onda expansiva de lo que ocurra se va a sentir en todo el planeta”.
Es obligado, e incluso conveniente -dado que sus respuestas sólo evidencian cierta brizna de entusiasmo en este punto de la charla- preguntarle a Howe Gelb sobre su reciente asociación creativa con Raimundo Amador, nacida como un encuentro casi fortuito en un directo en el Teatro de la Axerquía de Córdoba, el pasado mes de julio. “Trabajar con Raimundo Amador es la experiencia más divertida que he tenido colaborando con alguien a quien hasta ese momento desconocía. Todo surgió a través de Fernando Vacas (Flow, Prin La La), que fue quien me lo presentó. Hemos grabado un material que supongo saldrá publicado pronto. Descubrí el flamenco hace muchísimo tiempo, cuando era un crío. Y luego, más tarde, ya en 1988, cuando estaba en el mismo sello que Tomatito, estuve una buena temporada viviendo en el desierto escuchando sólo a Tomatito, Tom Waits y Miles Davis. Recuerdo conducir por el desierto con mi mujer y mi hijo sin poder dejar de escucharlos a todo volumen en mi coche”. Dos formas ancestrales de entender la música, parece que condenadas a entenderse. “El flamenco es como el blues, se nutre de sólo tres acordes pero nunca aburre, ya que basa su encanto sobre todo en la improvisación. Comparten esa estructura cambiante en cada canción. Y Córdoba me encanta, me resulta muy familiar, casi como estar en Tucson, con el mismo tipo de casas y el mismo clima”.
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