"El disco funciona como una especie de cuento de hadas, pero para adultos"
EntrevistasCrystal Murray

"El disco funciona como una especie de cuento de hadas, pero para adultos"

Eva Sebastián — 10-06-2024
Fotografía — Archivo

Paso a paso, Crystal Murray va consolidando su propuesta y su personalidad. Tras dos EP’s, la artista se lanza con un primer larga duración que lleva por título “Sad Lovers And Giants” (Because/Virgin, 24) y en el que explora nuevas influencias.

Vivimos en la era de la constante reinvención de nosotros mismos. Tan fácil es un dia aparentar ser los más hooligans del fútbol, como al siguiente ser unas delicadas lo-que-sea-coquette. La imagen que nos piden proyectar cambia a velocidades tan altas, que a veces parece imposible respirar. Y a si nosotros, que somos gente de a pie, nos va así, imagínate para aquellos que se encuentran bajo la atenta mirada de asesores, estilista, creativos y pensadores, que no sabes muy bien a que se dedican, pero ahí están opinando. Por eso, lo mejor que se puede hacer es bajarse de la rueda de estar a la última y descubrir quién somos en realidad. Puede sonar a consejo barato de autoayuda, pero es una verdad tan esencial, tan pura, que a veces se nos escapa. Por suerte, no ha sido el caso de la joven Crystal Murray. Después de dos EP’s que la han hecho girar por escenarios de todo el mundo (incluyendo Sónar, Warm Up y Nitsa Club), ha decidido colgar su gran peluca roja para poder mostrarse al natural, con sus defectos, sus furias y sus anhelos, en su álbum debut “Sad Lovers And Giants” .

Nos juntamos, una mañana, a cara lavada en el hall de su hotel, para hablar de cómo ha sido, no sólo encontrarse a si misma, sino encontrar la manera de plasmarlo en su música. “Mientras lo creaba me di cuenta de que la única manera en la que puedo hacer música de la que disfrute, es si la hago desde mis entrañas. Mi idea es que la gente me pueda conocer con el mismo aspecto que tú me ves ahora. La peluca y esos looks estuvieron genial, me lo paso muy bien interpretando personajes, pero con mi debut quería poder hablar con sinceridad y estar orgullosa de ello”. En estos dos años de trabajo en estudio, ha recorrido un camino en el que ella misma afirma haber descubierto la música como algo terapéutico. “Antes de ponerme con ello me senté y me dije ‘He hecho todos estos EP’s y proyectos, he descubierto muchas cosas en el proceso, he conocido a muchísima gente talentosa, he pasado por muchas etapas distintas y ahora lo quiero hacer es un álbum. Pero ¿qué quiero contar? Me llevó mucho tiempo entender que quería, tanto a nivel emocional como a nivel musical. Pero creo que al final ha sido algo sanador”.

"Lo que yo quiero transmitir es que hay que sentir las cosas, no tener miedo a experimentar las propias emociones aunque duelan”

Pese a tratarse de un disco muy personal siempre estuvo bien rodeada. “He tenido suerte, y he estado rodeada de amigos y gente que confiaba en mi visión. He trabajado todo el álbum junto a Kyu Stede, quien primero me puso en contacto con un productor esencialmente punk, que trabajaba sonidos muy duros. Con él empezamos con ‘Payback’, que es quizás la canción más cruda de todas. Estaba en un momento en mi vida que no sabía exactamente qué me estaba pasando, estaba furiosa y empezar a trabajar ese sentimiento trajo sonidos mucho más potentes, casi maníacos. Esos fueron los primeros pasos del disco”. Con Stede acabó creando una primera remesa de canciones que ella misma etiqueta como proto-punk. “Una vez las tuve fue como ‘Vale, pero ¿dónde encaja mi voz?’. Vengo del soul, me encanta cantar, me gusta mostrar mis sentimientos. Quiero poder cantar y no ser solo esa furia, sino mostrar la dualidad de las emociones, la complejidad que tienen. Quería poder escuchar una canción y sentir furia pero al mismo tiempo poder sentir amor. Pienso en cosas como el último álbum de SZA, en el que puedes escuchar eso mismo, letras muy violentas pero melodías dulces. Enseña lo que piensa aunque ni ella misma pueda entender del todo sus propias contradicciones. Por eso luego trabajé con productores mucho más pop, por llamarlo de alguna manera. Le dieron matices más R&B, soul, funk y me submergí en la música blanca estadounidense que es algo que, viniendo de donde vengo, mi padre es músico de jazz negro, no había empezado a escuchar hasta ahora”.

Esta dualidad está presente desde el primer momento, abriendo con un tema instrumentalmente onírico pero con “I see my pain and rage. Can you feel my pain and rage?” como declaración de intenciones. “El primer paso para poder estar mejor, es reconocer tus propias emociones, tus propios males y qué es aquello que te hace daño. El disco funciona como una especie de cuento de hadas, pero para adultos. Así que debía empezar con algo malo para poder recorrer un camino hacía algo mejor. La vida adulta es complicada. Me he dado cuenta este año, y mira que tengo suerte. Me siento muy bendecida por la vida que tengo, pero a veces las cosas pueden ser duras, y violentas, y transitar nuestra existencia puede parecer imposible. Por eso no entendía porque en la radio todas las canciones eran felices. Para mí, como mujer, como mujer negra y de mi generación, esto era también un momento para decir ‘Estoy herida, este mundo me hace daño, pero voy a recorrer el camino buscando esa felicidad, ese placer, los momentos buenos, la sensualidad, el sexo y aun así seguir luchando en un mundo violento’”.

Todas estas emociones, contradicciones, y aspiraciones a una vida mejor se mezclan en un disco que empieza acelerándose y acaba en un cierto oasis de paz. Hay tiempo para divertirse, como en la traviesa carta de amor “Dickstraction”, o dejar correr la tristeza cuando es necesario. Todo salpicado por riffs de guitarras puramente rock que matizan canciones con toques soul y R&B. El último tema del disco, en su versión original, que no verá la luz por falta de derechos, contiene un sample de “We Found Love” de Rihanna. “Es una pena que al final no salga así, y es una suerte que lo hayas podido escuchar, pero en esencia el tema se mantiene. Para mí, este final, casi de ensueño, es un tributo a todas estas reinas del pop con las que he crecido, con Rihanna o Lana del Rey, que le cantaban a un amor tóxico. Dramatizaban este dolor y de alguna manera interiorizamos estos sufrimientos como algo positivo, y creo que muchos de nosotros vivimos la vida en cierto modo por estas canciones. Esta intensidad puede ser muy nociva, pero también muy liberadora. Y para mí es hacer las paces, ser consciente de la toxicidad que hay en ello, pero al mismo tiempo permitirme sentir este dolor, ahora sí, sin romantizarlo. Sé que cada uno experimentará este disco a su manera, y me parece precioso, porque así la música sigue viva y crece. Pero si alguien, además de pasarlo bien, se siente un poco menos solo, me gustará. Porque al final lo que yo quiero transmitir es que hay que sentir las cosas, no tener miedo a experimentar las propias emociones aunque duelan”.

 

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