“La clave pasa por encontrar en lo personal algo universal”
EntrevistasCristina Len

“La clave pasa por encontrar en lo personal algo universal”

David Navarro — 18-05-2024
Fotografía — Archivo

Tras muchos años de trabajo en busca de un sonido propio, Cristina Len ha dado con su llave maestra, y la ha usado a lo grande. Len firma TMLM (Montebello, 24), un álbum exquisito, con producción de Bronquio, que cabalga a galope la electrónica y los sonidos folk, además de reconciliar dos mundos antagónicos: la tradición rural y la intensidad urbanita.

Cuando escuché por primera vez “TMLM”, un je ne sais pas me recorrió el cuerpo. Fue una sensación, propia del nervio y la intuición, que me decía que lo que acababa de apreciar no era, en ningún caso, algo corriente. Sea por su sonido –atmosférico, lúgubre, incisivo– o la portada del álbum, en la que se ve a Cristina apoderándose en un espacio liminal, algo del álbum me embrujó. Quizás era la voz, o quizás la capacidad de traer de vuelta el mítico lamento lorquiano con ritmos sincopados, haciendo actuales aquellos tópicos de la España invertebrada de hace un siglo, o quizás todo a su vez. Sea como sea, casi medio año después del lanzamiento, aquella sensación ya es una certeza: “TMLM” ha empezado a llamar la atención del panorama nacional. Nutrido de referentes ilustres como Kanye West, Maria José Llergo, Frank Ocean o la misma Rosalía, el primer álbum de Cristina Len ha aterrizado con la cadencia de las procesiones y los Via Crucis. Es en esa catarsis de colores opacos sobre la que cimienta una línea sólida entre el sonido urbano y los anhelos y lamentos de Martiago, su pueblo, y también el kilómetro cero de su obra.

El negro es el tótem

Cuando quedo con Cristina hace una tarde hermosa en Barcelona; no existe nube que tape la luz dorada que impregna la avenida y los balcones de piedra que cierran la amplísima Plaça de Francesc Macià en la Diagonal. Solo un elemento opaco o un color de impacto podrían rivalizar con tanta luminosidad; y claro, como de una ley no escrita se tratase, ese elemento tenía que llegar, y llegó. Con el sol de cara y vestida completamente de negro, Cristina Len ya me esperaba cerca del tranvía con la confianza de quién puede retar al astro rey y no parpadear un instante. No es, ningún caso, un acto baladí: la barcelonesa encuentra en ese color, el negro, la fuerza de su arte y de sus taras, que ve como un círculo eterno, y también de un camino que lejos de haberse cerrado, se le abre de par en par en vistas al futuro.“Va a seguir siendo muy oscuro […] No me quiero salir de la oscuridad. Es que me gusta mucho, no me apetece. Espero que mis siguientes álbumes sean negros o grises”. Cualquiera se la imaginaría, prejuicio en mano, como alguien pesimista y apocalíptico, por decir algún eufemismo; pero nada más lejos de la realidad: cinco meses después de haber lanzado “TDLM”, y tras más de doce años en esto de la música, Cristina razona en presente y lo hace velozmente. Sabe lo que quiere, porque lo quiere desde hace muchísimo, y sabe que el haberlo conseguido ha sido posible al haber pasado antes por bastantes nombres propios. No en vano, poco después de acomodarnos en el bar en el que hablaríamos desde Rosalía hasta la muerte, pasando por Martiago, la holística de los círculos o sus abuelos, Cristina Len sacó a la palestra un nombre: Maribel Sánchez.

Maribel Sánchez y Bronquio: Anatomía de un sonido

“Es maravillosa”, afirma con cariño, y no es para menos: es, probablemente, una de las personas que más han hecho posible el disco de Len. “Hice una búsqueda de quién me podría ayudar a entender un poco el folclore […] y de golpe me encontré con el Instituto de Identidades de Salamanca, y empecé a hablar con Maribel, profesora de canto y percusión […] fui a verla y trajo todos los intrumentos, me regaló su dossier, un montón de libros… Fue súper chulo. Lo grabé y a partir de ahí empecé a samplear”. Una cosa les diré: preguntarle a Cristina Len sobre su álbum, en general, requiere todo un ejercicio de economía periodística. Las temáticas y subhistorias son casi infinitas. Es en esa tesitura, pues, donde decidí encaminar el diálogo hacia un camino concreto, y que es el que precisamente me obsesionó: el sonido. “Los bajos distorsionados, los agudos de las campanas… Tenía una idea del ambiente que quería traer, pero no tenía ni idea de cómo iba a sonar”. Y aquí aterriza el segundo nombre y alquimista de toda una atmósfera: Bronquio. Cristina, tras abstraer en su cabeza el sonido que quería para su álbum, necesitaba bajarlo a tierra y palparlo. “Entiende muy bien lo que necesita esa canción” afirma del productor andaluz, añadiendo: “Lo lleva [el sonido] a una zona de oscuridad con puntos brillantes, un lugar muy íntimo y melancólico”. Justo como ella imaginaba.

Electrónica o no ser: esa es la cuestión

Escuchando el proceso creativo sublimado de “TMLM”, con Cristina andando de la mano primero de Maribel y más tarde de Bronquio, me di cuenta de que no podía pensar vanguardia más actual que aquella subyugada al sonido electrónico, que en el caso del álbum de Len, daba la forma final al hemisferio más folclórico del proyecto. ¿Es la electrónica el actual fin de la música mainstream, o lo urbano? ¿En qué género se mueven álbumes como “TMLM”? “Creo que la diferencia entre electrónica y urbano se va difuminando. La electrónica se utiliza mucho en lo urbano, y parece ser el nuevo pop. Al final yo creo que la fusión es la base de esta nueva generación y creo que por ahí vamos a tirar todos los artistas”. Según Len, esto pasa por “tener cien referentes […] basarte en diferentes lugares y hacerlo desde tu punto de vista. Para mí la clave pasa por encontrar en lo personal algo universal”.

Todo menos la muerte

Más allá del sonido, es inevitable no fijarse en las temáticas del disco: el lamento, el duelo y la muerte. En estos aspectos, 2019 fue un año clave en la vida de Cristina, y a la postre, para entender su devenir musical, primero cono su EP “Alma Charra” (21) y ahora con “TMLM”. “En octubre murió mi abuela en Martiago, y no lloré; pero a los pocos meses, todo se me manifestó con mucha ansiedad, con mucho miedo a la muerte”. No sería todo. “Y en diciembre, cantando, me rompí las cuerdas vocales y tuve que aprender a cantar de nuevo”. Ambos hechos, estrechos en tiempo y espacio, propiciaron el nacimiento de una Cristina de tonos más graves y más catártica. La cantante barcelonesa ha demostrado haber llevado esa metamorfosis a la excelencia. Ahora, aún viéndose envuelta musicalmente en tonalidades oscuras y estar algo cansada tras mucho tiempo estrujando creativamente sus sesos, Len tiene un par de cosas muy claras que decir: Que quiere interpretar su álbum en directo (dénle bolos, ¡no se arrepentirán!) y un antídoto para el perfeccionista y los que nadan en círculos: salvo la muerte, por supuesto, todo tiene arreglo.

 

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.