“¿Qué en qué me diferencio del resto de raperos? Creo que, si no fui el primero, fui de los primeros en empezar a rapear en primera persona. Cuando todos cantaban en segunda persona, vacilando, provocando, yo empecé a hacer mis letras hablando sobre mí. Reflexionando con cómo me sentía y sacando fuera todos esos sentimientos que me pedían salir. Hoy en día ya todos rapeamos en primera pero en aquella época, hace veinte años, no era lo habitual”. Eran otros tiempos, pero es cierto que en aquellos momentos Costa fue conocido por ser uno de los MCs más viscerales del rap. Hoy eso no hay cambiado, pero Costa se encuentra en otro momento vital. “En lo artístico me siento mejor que nunca porque me flagelo menos que antes. No sé, es una sensación mía. Antiguamente era más duro conmigo mismo y hoy, dentro de la oscuridad que hay siempre en mi música, me siento más positivo”, explica el cantante sobre un cambio que también ha afectado a su música. “Gracias a eso musicalmente disfruto más que nunca. Antes era más lineal entonando y ahora me divierto buscando nuevos tonos y palos. Disfruto probando nuevos productores y ritmos. Porque después de tantos años necesito retos nuevos. Es lo que me pone cachondo”.
“En la mayoría de las cosas no hay una verdad absoluta, y cada persona puede interpretar una frase de una manera diferente"
Así lo ha demostrado en su nuevo “Salvaje”, un álbum en el que el madrileño se atreve con nuevos registros y le da una vuelta de tu tuerca a su música. Una evolución que no ha sido premeditada. “No fue algo que buscásemos, la verdad, sino que fue saliendo así porque nos lo pedía el cuerpo. Podría haber metido más cosas locas, porque teníamos bachatas, corridos, reggaetones... Teníamos de todo. Me encanta fusionar estos ritmos latinos con mi música. Y no se me caen los anillos por decir que me gusta el reggaetón. Es un estilo que me divierte mucho y no me da ninguna vergüenza meterlo en mi música. Me encanta”. Podemos comprobarlo a lo largo y ancho de este disco que, tal como reconoce Costa, ha tenido otro elemento clave para el cambio. “En esta ocasión he trabajado con un nuevo productor para el grueso del disco, Dred Bey. Me lo presentó Papi Trujillo un día que estaba grabando con Cecilio. Y hubo match musical pero también personal, porque a la hora de trabajar con la gente es importante también que haya feeling humano. Decidí apostar por él para este trabajo y creo que ha ido bien. Eso no quiere decir que ya vaya a ser para siempre, pero estoy muy contento con su aportación a este disco”. Aportación a la que también suman se artistas como Natos, El Jincho, Papi Trujillo, Cecilio G o Lawer, las colaboraciones del disco. Un sobresaliente reparto al que le gustaría sumar a “Omega. Es un cantante dominicano que siempre me ha encantado. Pero para ello deberíamos conocernos, bebernos una botella de ron y luego ya hacer la canción si surge. No puedo con eso de hacer colaboraciones sin que haya un punto en común personal entre los artistas. No va conmigo”.
Sin embargo, no sólo hay un tremendo trabajo en el sonido; el mensaje en Costa es un pilar básico para él. Siempre ha sido seña de identidad de su rap. “Aunque al principio era como un laberinto. Con letras muy complicadas, infumables, que hacían que la gente no me entendiese. Pero con el paso del tiempo la gente ha sabido comprenderme más. Hasta el punto de que hoy me viene la gente y me dice que se siente identificada con mis letras y que incluso le han ayudado a entenderse o curar algo. Y eso como artista es algo que no tiene precio”. Pero, igual que cuando ayuda, ¿uno debe sentirse responsable cuando sus mensajes son malentendidos? “No debemos sentirnos así como artistas. Yo nunca me lo sentí, al fin y al cabo sólo estoy contando mis vivencias en una canción. No soy un profesor dando clase. Pero sí es cierto que con el tiempo y la madurez tienes esa conciencia de que la pelota luego vuelve, y prefieres que vuelva con una vibración positiva”. “Porque al final”, añade el madrileño, “en la mayoría de las cosas no hay una verdad absoluta, y cada persona puede interpretar una frase de una manera diferente dependiendo de sus circunstancias. Y yo eso no puedo controlarlo”.
Lo que sí puede controlar hoy en día, afortunadamente, es el camino de su carrera. Gracias a un nuevo modelo de industria musical en el que el artista tiene el control sobre su obra. “Cuando comenzamos, si no tenías un sello no podías hacer nada. Tenías que vender tu alma para conseguir un maldito código de barras y los sellos se aprovechaban y te pedían un setenta u ochenta por cierto de tus ingresos. Ahora esos intermediaros han desaparecido y ese dinero va para los artistas, se ha hecho justicia con las plataformas”. Una nueva realidad que ha generado hitos impensables para artistas independientes. Y que él ha vivido en sus propias carnes. “Hace unos meses estuve cantando en el concierto de Natos y Waor en WiZink y aquello fue una locura. Algo impensable hace unos años cuando las salas de Madrid ni querían coger conciertos de rap y había que hacerlo todo siempre low cost. Afortunadamente eso ha cambiado y ahora todo se ha democratizado. Ahora los artistas por fin somos libres”.
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