Confesiones íntimas
EntrevistasTravolta

Confesiones íntimas

Redacción — 23-08-2007
Fotografía — Archivo

El mismo Joaquín Pascual lo confiesa al principio de “El efecto amor” (Mushroom Pillow), “llevo años volando sin detenerme, sólo algunos minutos, algunas fotos que después ni miro, que nunca entiendo.” Tras la tempestad del final de Mercromina y la reunión de Surfin’ Bichos, viene la confesión abierta y la calma profunda de Travolta.

Todo encaja, como si alguien se encargara de cuadrar al milímetro la agenda de Albacete. (Joaquín Pascual) “No hace falta tanta planificación, lo de Chucho y Mercromina sólo han sido finales. Lo único que ha surgido es lo de Surfin’ Bichos y Travolta, pero lo hemos llevado muy bien porque no hemos grabado las canciones de Travolta hasta el final del verano, y cuando empezó la gira de Surfin’ Bichos ya teníamos las canciones prácticamente hechas y estábamos probándolas para tener un repertorio para disco. Ha venido todo un poco rodado”. En octubre de 2005 me comentaba Joaquín: “Carlos (Cuevas) y yo seguimos viéndonos y llevando la misma vida que llevábamos antes sin grandes cambios. Sigo componiendo y todos saben que mi idea es que si llego a tener buenas canciones en algún momento, las grabaremos juntos”.

"No me siento mal si un día no cojo la guitarra y no toco. Me da igual"

Habla de todos los Mercromina. “No tengo que tocar con otra gente porque hayamos dejado Mercromina, es algo absurdo. Esa es la idea que tenemos, pero con mucha tranquilidad. No me siento mal si un día no cojo la guitarra y no toco. Me da igual”. Sin embargo, en los primeros meses de 2007 ya se empiezan a programar en la radio las canciones de “El efecto amor”... La cabra tira al monte. “Pero porque no hay que darle muchas vueltas a las cosas, yo empiezo con mi rutina a tocar y a componer, y cuando vi que tenía algunas canciones bonitas con las letras acabadas, Carlos me animó para que grabáramos alguna batería y todo surgió de forma un poco lógica, sin correr ni mucho ni poco”. Y eso que Joaquín, Carlos y José Manuel Mora (Surfin’ Bichos, e invitado a tocar el bajo en el disco) se han pasado gran parte de 2006 embarcados en la gira de Surfin’ Bichos. “Aunque en la gira no sabíamos cómo iba a reaccionar el público, o si iba a ser público de siempre o caras nuevas. Estábamos un poco a verlas venir”. Compatibilizándolo todo se materializa un grupo nuevo con personal nuevo y mucha más relevancia de las canciones en comparación con la preocupación por el sonido de Mercomina. “Precisamente en Mercromina era muy importante la sónica y en Travolta, si seguimos haciendo discos puede que llegue un momento en el que lo sea también, pero ahora son más importantes las canciones, porque las he compuesto sin ningún condicionante, sin pensar en tocarlas con un grupo, hechas en casa con un instrumento y la voz. Tienen una sencillez distinta”. E incluso, las metáforas de sus canciones conocidas se desnudan de pronto y todo recupera su nombre. “Eso es una cuestión de aprendizaje. Es un disco tranquilo en el que no me he puesto a probar arreglos hasta que las canciones no han estado completamente hechas, y eso hace que tengan ese aire un poco reflexivo, aparte de que el hecho de haber escrito canciones durante tanto tiempo te lleva a tener menos prejuicios a la hora de hablar de ti mismo. Tocar y cantar estas canciones en público me transmite una sensibilidad especial que antes no notaba tanto, una sensación como de tranquilidad personal, de remanso y de pureza conmigo mismo muy grande. Estas canciones en directo me hacen sentir un cierto grado de espiritualidad especial porque no esconden ninguna tapadera ni metáfora que pueda llevar a una segunda interpretación. Hay canciones de otros discos míos en las que se ha tapado muchas veces lo que pienso cuando las canto. Incluso hay canciones que he dejado de tocar porque llega un momento en el que no las he entendido, o no me he reconocido tocándolas. Estas sin embargo, son todo lo contrario”. Curioso que cuanto más se muestre más se libere, a pesar de que “El efecto amor” requiera más escuchas que otros discos anteriores. “Eso me parece un riesgo enorme, pero este disco es así y es algo que no puedo evitar. Es un disco que lucha contra la inmediatez sin que sea de una manera premeditada. Falta un poco de romanticismo en las escuchas de los discos, y este tiene una cadencia más quieta, parece que el tiempo no pasa y que se ha caído en una especie de bypass. Sé que es una sensación un poco compleja porque si no estás dispuesto a experimentarla, no la vas a encontrar, y en el mundo en que vivimos es un poco complicado llegar a vivir eso”.

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CONFESIONES ÍNTIMAS
EntrevistasSodastream

CONFESIONES ÍNTIMAS

Marçal Lladó — 19-01-2004
Fotografía — Archivo

Con su nuevo elepé, "A Minor Revival" (Sodastream/Red, 03), estos australianos siguen acelerando en la autopista del pop melódico y tristón. O quizás no tanto. Sobrados de energía, hasta se han autoeditado el álbum y han perseguido licenciatarios por medio mundo, lo que les ha traído a nuestro país de nuevo.

La mitad más creativa de Sodastream, Karl Smith, responde nuestro e-mail desde Melbourne. Le atacamos por el título: żÉste disco es de verdad un revival? żY de verdad lo consideran menor? "No es tanto un revival como mirar atrás y tomar cositas de lo que hacíamos al principio para llevarlas al terreno en el que estamos ahora. No ha sido una decisión consciente, las canciones nos han llevado a este tipo de arreglos. Si es menor o no, żquién puede decirlo?”. Menor, mayor o gigante, lo cierto es que sus canciones parten de una estructura muy clásica, aunque luego ganan cuerpo en el estudio.

“Me gustan las canciones que te dan algo nuevo cada vez que las escuchas, ya sea gracias a la música o por una letra ambigua.”

“Siempre llego con la letra y una estructura básica de canción. Luego trabajamos con Pete en los arreglos y discutimos qué más puede funcionar bien. Luego, en la grabación, trabajamos con los otros músicos. Muchas veces tocan en una sola canción, pero en este álbum nos hemos contenido más. Marty Brown y J. Walker han sido nuestros principales colaboradores y creo que eso le da un toque más cohesionado al disco”. En este caso, las colaboraciones o el estado anímico de Kart y Pete han llevado las canciones hasta terrenos algo inéditos por el grupo, un paso adelante respecto sus anteriores trabajos. “Por la razón que sea, estas canciones nos han salido más rápidas que todo lo que habíamos hecho antes. Es extrańo porque los dos hemos pasado un mal ańo. Este disco también es distinto porque lo hemos grabado casi en vivo, algo que no habíamos hecho nunca y que se nota con el sonido y con la sensación que te deja”. Lo que no cambia son sus letras. Siguen partiendo de situaciones negativas, de escenarios tristes, aunque al final siempre sacan la parte buena de todo y las cosas se arreglan. “Así es la vida y las letras no tienen porque ser distintas. Los malos ratos siempre terminan, y tienes que tener esto en mente o nada valdría la pena”, sentencia Karl, que tiene muy claro que una buena canción: “es un dibujo de ti mismo, o al menos te lleva a algún sitio, te ayuda a ver las cosas más claramente. Me gustan las canciones que te dan algo nuevo cada vez que las escuchas, ya sea gracias a la música o por una letra ambigua. Y una buena melodía es, claro, la que se queda contigo a la primera escucha y que siempre puedes disfrutar”. Últimamente también están probando una nueva faceta del mundo de la música. Tras dejar el sello Tugboat, casi están ejerciendo de discográfica. “No hemos montado un sello propio. Grabamos el disco nosotros y lo hemos licenciado en otros países. Te lleva más trabajo, pero estamos más al loro de lo que pasa. El cambio de aires era necesario, porque Rough Trade cambió al caer en manos de Sanctuary y se cargaron rápidamente a Tugboat. No parecía el mejor sitio donde quedarse. Pero la rotura fue amistosa y seguimos trabajando juntos en algunas cosas”.

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