“Fíjate en conciertos / todos los puretas que veas moviendo el cuello a destiempo / son ellos / discográficas, sellos / se les ve a un kilómetro buscando talentos / porque ahora el rap es más económico que el rock y el tecno” (El Titó, “Valeroso espíritu”). El valiente Titó ha venido desde Barcelona a la única zona de Madrid donde el sol no ha pegado en todo el invierno, un barrio gris plomo con unas calles vistas en un documental de los Balcanes. Las oficinas de BOA, en los intestinos de un gigante cubo de hormigón, parecen en este escenario de Apocalipsis el cuartel general de un grupo de rebeldes manga, entre ruinas, grúas y una promiscuidad urbanística imparable. El resto parece basura. “El problema es que hoy en día se le llama ´mierda´ a todo lo que no nos gusta –dirá El Titó allí dentro unas horas más tarde, con unas aceitunas y una Coca-Cola sin cafeína delante, y ya metido en materia–. No hay respeto a los músicos y la gente es incapaz de ver que hay cosas que pueden no gustarte y estar bien hechas. Hay que respetarlas sólo por eso, no se puede ir diciendo por ahí que ´esto es una mierda´. Lo que dejas ver con eso es que no vales un duro, que eres un inculto”. El Titó no se refiere a la portada del mes de noviembre de esta revista, donde Astrud soportaban de titular “Todo nos parece una mierda”, sino a una actitud general. “Creo cada uno debe ser consciente de lo que dice. Y nosotros ya no estamos ante un público de quinientas personas, esto ha crecido”. Falsalarma ha multiplicado su tamaño diez mil veces, que es el número de copias que el grupo facturó de su “modesto” primer disco, “La misiva” (Avoid, 02), elevado y santificado desde la categoría de álbum de culto gracias a un directo de los que hacen temblar el suelo.
"La gente es incapaz de ver que hay cosas que pueden no gustarte y estar bien hechas. Hay que respetarlas sólo por eso" |
Así lo recogen varias crónicas en Internet, donde también pueden rastrearse las expectativas creadas por el público ante “Alquimia”. Los maxis “Valeroso espíritu” (El Titó) y “De eterna juventud” (El Santo) fueron sólo un aperitivo lanzado el año pasado para ayudar a su público a soportar el hambre –además de una excusa para que los hermanos se pusieran tras la mesa y echaran, respectivamente, oraciones a Dios y salsa en su rap–. Las presiones, sin embargo, han venido desde dentro del grupo, advierte Titó, que antes de entrar en las colaboraciones confiesa la influencia que “El alquimista” de Paulo Coelho ha tenido en el disco. Y en el interés que tiene ahora el grupo en ciertas artes arcanas. “La alquimia buscaba transformar los metales útiles en oro, nosotros hemos buscado hacer lo mismo con simples sonidos. Somos unos locos perfeccionista a la caza del sonido perfecto, la frase… No somos el típico grupo que saca disco al año, sino que lo nuestro tiene más que ver con adquirir la experiencia y contarlo. El álbum estará ahí mucho tiempo, se trata de que perdure y no de que no te comas la cabeza cada vez que lo escuches". “Yo traigo el positivismo/y lo traigo en esta canción/para que vean los enemigos/que la música es bendición” (El Santo, “De eterna juventud”). El Santo acompaña a su hermano en las tareas de promoción. “Pero ahora los cuatro podemos sentarnos a escuchar el disco y sentirnos contentos con el resultado”, dice una vez escuchado el compacto junto a un grupo de periodistas. “Ahora tenemos más experiencia en la producción: se trata de empezar con algo pequeño hasta convertirlo en grande. Sacar de la nada algo maravilloso”. El oro, completa. La idea también es que el disco debe ser variado y “entrar bien”, ya que roza los ochenta minutos de duración. El saldo es de diez productores repartidos en veinte temas. Entre ellos, los propios Titó y Santo, Hal (de los franceses Chiens de Paille, cuyo MC Sako se suma a Tote King, Kase O, Demo y Freeman en las colaboraciones vocales), Dive y Dues, responsable con “Bondad o malicia” de que algunos de los asistentes levantásemos el trasero de la silla. Dj Neas y Dycache también están presentes en “Alquimia” y en esta entrevista-almuerzo. Ellos hablan de la parte técnica de un disco grabado sin estrés en el estudio del grupo, mezclado con maneras analógicas en Marsella y masterizado “en la quinta planta de un edificio de Nueva York, en el clásico estudio donde se huele el típico tratamiento americano del sonido. Viajar allí es como decirle a un musulmán si ha ido a la Meca. Lo veías todo a lo grande, a lo americano: había un pasillo lleno de discos de oro, estaban todos... Run DMC, Public Enemy, Method Man, Krs One…”.
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