El cuarto largo de estudio de una banda que ya muchos clasifican como uno de los máximos exponentes del panorama independiente de nuestro país. Un nuevo registro de diez pistas sin perder la identidad, pero en la que el trío madrileño nos vuelve a sorprender. Hablamos con ellos para saber de dónde vienen, dónde están y hacia dónde van; envueltos, en uno de sus mejores álbumes hasta la fecha que fue grabado entre el Valle de Soba (La Revilla, Cantabria) y su estudio Sonic Boom de Madrid, también entre numerosas colaboraciones para hablarnos de dudas y contradicciones; amor, muerte y separación.
Cuarto álbum y sumando. ¿Cuál es la valoración hasta ahora?
Es muy difícil conseguir desarrollar un estilo y un sonido que se pueda definir como propio y original y, humildemente, creo que lo hemos conseguido a lo largo de estos años. Y mejor aún, sin llegar a repetirnos en exceso ni agotar ninguna fórmula. Nunca hemos estado, ni de lejos, de moda, así que alguna ventaja tenía que tener eso.
"Lo complicado de un disco con canciones tan dispares es conseguir dar al conjunto un mismo color para que no acabe sonando como una recopilación de diez grupos distintos".
¿En qué momento os notáis como creadores?
Antes de montar CVEEC muchos de los proyectos en los que había participado eran a cada cual más estrafalario y experimental, en los que casi nunca tocabas dos veces la misma canción y, llegado un punto, uno de los retos que me propuse fue, sin más, demostrarme a mí mismo que podía ser capaz de escribir canciones y, bueno, creo que es una meta conseguida. Ahora estamos en un momento en el que todo nos vale verga.
¿Entonces qué hay de nuevo en este álbum?
La intención era dar un giro importante al sonido de la banda, sobre todo rítmicamente, y creo que es lo que más puede llamar la atención. Distintos patrones, distintos ambientes, otro groove, quizá más baile.
Otro ambiente sin perder la identidad.
La evolución natural de los grupos tira hacia producciones más asépticas; sintetizadores a mogollón, bases electrónicas y demás; huyendo de eso, hemos intentado hacer algo más orgánico, con más soul y más funk. Ritmos más marcados, pero sin caer en el clásico disco de sintes, el bombo a negras o los típicos flirteos con la electrónica.
También una delicadez con recorrido…
Hemos dedicado bastante tiempo a enredar con esquemas rítmicos e instrumentales diferentes a los habituales del grupo. Fleetwood Mac, Steely Dan o Al Green, hay mucha delicadeza en su música. Una manera de llevarte hasta un sitio sin necesidad de reventarlo a base de épica, estribillos a tope o distorsiones, sin despeinarte siquiera. Esa es la elegancia y delicadeza que nos interesa.
Lo decíais ya en vuestro LP "CVEEC 3"…dejar madurar las canciones.
Estamos muy acostumbrados a darle muchísimas vueltas a las canciones, incluso una vez grabadas, mezcladas y con el lazo puesto. Se graban infinidad de demos, de variaciones, se hacen y deshacen temas enteros, se graban, se desechan y se vuelven a grabar hasta dar con eso que se buscaba. Al final, te encuentras con canciones que tienen seis o siete versiones diferentes. Es una cosa muy muy laboriosa, pero eso es lo divertido del asunto. Nos podríamos quedar a vivir en un estudio.
Una vez más, sí, un álbum con variedad de registros, pero bien cohesionado.
Lo complicado de un disco con canciones tan dispares es conseguir dar al conjunto un mismo color para que no acabe sonando como una recopilación de diez grupos distintos. En ese sentido trabajamos mucho para crear una atmósfera que hile todo el álbum. Por otro lado, trabajar la mezcla es imprescindible. Rubén González Aló, primer batería del grupo, es capaz de conseguir la homogeneidad que se escucha y, a la vez, hacer sonar a gloria cualquier cosa que le entregues.
La instrumental sigue reinando en el álbum.
Desde luego. Estás haciendo música. Las voces tienen su papel, pero tienen que perderse de vista durante unos minutos para dejar que la música fluya y cuente lo que tiene que contar.
Sí, pero hoy en día no es tan habitual.
Por desgracia, el oyente de pop cada vez tiene menos paciencia. Mucha lista de reproducción, mucho botón de skip y demasiado poco tiempo. No se quiere divagar, no se quiere malgastar un minuto miserablemente. Dicho esto, los devaneos instrumentales hay que saber desarrollarlos bien, si no sabes conducirlos aburres a las ovejas.
Hablemos un poco de las canciones. ¿Qué influencia tiene la poesía y, en especial, Pedro Salinas?
Una de las canciones desechadas era precisamente un poema de Pedro Salinas leído sobre una base instrumental. Es inevitable, y muy positivo, que se impregne en las canciones todo aquello que lees o escuchas. Siempre he compartido esa idea que subyace en "Razón de amor" (1936) de la ruptura como un ingrediente más de la relación, y de hecho, es un concepto muy presente en todo el álbum.
"Sacar un disco en un momento como este es una garantía de que apenas se hará realidad ninguna de las cosas que tenías planeadas y que muchas de tus ilusiones se irán por un desagüe".
El disco abre con la canción “Starry Belle”, [éste es su primer verso después de 2 minutos de introducción instrumental]: El silencio que perseguía/ El ruido que azota mi piel. Poesía en estado puro, pero ¿qué se buscaba significado o sonoridad?
Suelo buscar la vibración de las palabras y lo que pueden expresar rítmicamente. Esa palabra que debe encajar en ese lugar determinado. Soy de esas personas que siempre van con una libreta y un lápiz en el bolsillo. Si me atasco con una letra, simplemente, escribo palabras que me guste cómo suenan, listas infinitas de palabras... luego, ellas mismas se encargan de encontrar su sitio.
En casi todo el álbum también reconocemos cierta nostalgia del pasado, ¿Qué papel juega vuestra historia?
Más que de lo que ya se ha perdido, se trata de aquello que tienes y que, más tarde o más temprano, vas a perder. Los lugares, las personas que desaparecerán de tu vida sin que ni siquiera seas consciente de que quizá en este mismo momento estés mirándolos por última vez.
Otro de los temas alude a la fortaleza femenina "Malbaratada", concretamente. ¿Hay algo de política?
Solo escribí una vez para CVEEC una canción política - "Los idiotas" del EP "Corazón y bolsillo" (2017) -, y no he vuelto a repetir. En "Malbaratada" no hay ningún fondo político. Solo habla de la edad, el olvido y el coraje a través de los ojos de una mujer que quiere reinventarse a partir de una cierta edad, a pesar del montón de estupideces perversas e ideologías dañinas que nos rondan alrededor.
En esta misma canción se encuentra la colaboración de la trompetista norteamericana Jordan Hoffman. ¿Cómo surgió su colaboración?
Buscaba un solo de trompeta con una cadencia muy particular, y lo encontré en uno de sus vídeos en YouTube, donde analizaba el estilo de Conrad Gozzo. Se lo envié pidiéndole permiso para utilizarlo, y flipó tanto que nos grabó un nuevo solo para el disco. El resultado es una mezcla entre el collage del web y el solo.
Pasamos a “La Partida” una canción de ritmo pegadizo y estribillo en la que participa, Begoña Casado – ya lo hizo en “Ritmo de la noche” de vuestro EP “El Conjunto” (2018) -. ¿Un nuevo giro a vuestro repertorio?
Recuerdo una conversación hace años en la que me dijeron: "si este disco tuviera estribillos, volaría muy, muy alto". Lo agradecí enormemente porque fue la primera vez que fui consciente de que en mis canciones no había estribillos. Estoy de acuerdo en que, bien metidos y a tiempo, son gloria bendita, pero para mi gusto están sobrevalorados y sobreexplotados. Respecto a Begoña siempre tiene buenas ideas para las armonías, es un honor seguir contando con ella.
Respecto a la portada volvéis a la estética del EP “Corazón y Bolsillo” (2017). En esta ocasión con el cuadro de Jaime Aledo "Quieren" (1986), ¿Por qué?
"Corazón y bolsillo" es un cuadro mío de la época de la facultad. Los 90 en Bellas Artes fueron una cosa maravillosa, de donde surgieron grandes cosas musical y artísticamente. El vicedecano de la facultad por aquel entonces era Jaime Aledo, un gran amigo que siempre he admirado. De este cuadro he estado enamorado desde el primer momento en que lo vi. Es una versión libre del Amor sacro y amor profano de Tiziano. Una conexión importante con el contenido del disco.
Para acabar. ¿Hacia dónde vais ahora?
Sacar un disco en un momento como este es una garantía de que apenas se hará realidad ninguna de las cosas que tenías planeadas y que muchas de tus ilusiones se irán por un desagüe, así que nos lo tomaremos con calma. Eso sí, el disco llevaba meses listo y no se podía demorar más.
¿Y la nueva normalidad (sic)?
Personalmente, cuando terminamos un disco me dedico a pasar un par de meses vaciando mi cabeza. Sin escribir un verso ni grabar un acorde, así que en ese sentido la cuarentena me ha venido muy bien. Al resto del grupo también, porque te ayuda a poner distancia y relajar las tensiones que inevitablemente provoca el trabajo en equipo.
¿Algo nuevo pronto?
Nos gustaría hacer algo con la cantidad de material que quedó fuera del disco, ya veremos de qué manera. Por otro lado, más tarde o más temprano retomaremos la actividad normal de la banda, la vida, los conciertos... eso significará que ha vuelto la salud y la alegría.
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