“Me parece que tengo un gusto decente, así que detecto si algo es malo”
EntrevistasCloud Nothings

“Me parece que tengo un gusto decente, así que detecto si algo es malo”

JC Peña — 03-01-2025
Fotografía — Archivo

Cloud Nothings mantienen sus constantes vitales en “Final Summer” (Pure Noise/24), LP de título melancólico en el que hacen brillar su combinación de hardcore melódico e indie guitarrero a través de melodías inspiradas.

Y no es tan fácil teniendo a sus espaldas discos tan notables como Attack on Memory y otros cuantos más, hasta sumar ocho con esta nueva entrega. De mantener el nivel de exigencia se encarga el alma musical del grupo, Dylan Baldi, cuyo entusiasmo por hacer buenas canciones se transmite incluso por correo electrónico.

Baldi asegura no darle muchas vueltas a cómo se hace lo de seguir haciendo música de guitarras vibrante a estas alturas. “A veces me siento un poco viejo y calvo. Pero tampoco paso mucho tiempo pensando en cosas así. Me limito a tratar de hacer canciones que piense que sean buenas e interesantes. Me parece que tengo un gusto decente, así que detecto si algo es malo. Lo malo no acaba entrando en los discos, pero las cosas buenas sí”. Parece sencillo.

“Paso gran parte del día pensando en el sonido”

El compositor, que ha trabajado dos veces con el legendario Steve Albini, admite que el sonido con el que presenta sus canciones es un elemento crucial en su mundo. “Es extremadamente importante para mí. Paso gran parte del día pensando en el sonido. Tengo muchos pensamientos que probablemente me hacen parecer un chalado. Por ejemplo, tiendo a asociar los sonidos y la música con haces de luz que se mueven por el espacio. Cuando el sonido es bueno y la cosa que estoy escuchando tiene sentido de principio a fin, las luces se mueven de modo satisfactorio y los colores son agradables. Cuando la música es mala, no puedo visualizar para nada esos haces”.

Con el fin de capturar sus nuevas composiciones esta vez contó con la ayuda de Jeff Ziegler (Kurt Vile, The War On Drugs), una experiencia que califica de fructífera y divertida. Pero destaca que... “En este disco tuvimos la gran ayuda de mi amiga Sarah Tudzin, que es genial y mezcló el disco en su casa de L.A. No había hablando mucho de sonido con ella, pero sospecho que tiene los mismos pensamientos. Cogió las grabaciones en crudo y las convirtió en algo maravilloso”.

Asegura Baldi que, pese a la naturalidad eléctrica con que suenan sus discos, cada vez los considera más como entidades separadas del escenario. “Hay cosas en “Final Summer” que nunca podremos hacer en vivo, pero que mejoran la grabación. Quiero que el directo sea más caótico y confuso que los álbumes, para que cada actuación sea un evento único. El disco es más la pieza de arte estacional que marca un punto temporal específico”, dice.

Respecto a su contenido, “Final Summer”, que también da título a una canción: “Va sobre comprender que no tienes control sobre los grandes acontecimientos deprimentes del mundo y que puede ser más sano enfocarte en tu propio pequeño rincón, haciendo lo que puedes. Y no me refiero a un punto de vista político aislacionista, sino en un sentido más cotidiano: ayudar a tus amigos, cuidar de un animal, hacer un trabajo que te llene cada día. Las pequeñas cosas que hacen mejor tu entorno inmediato”.

El compositor procura secuenciar sus discos: “Como si fueran una película o un libro, con un empiece claro, un nudo y un arco sensible para la historia. Creo que el orden de las canciones es una parte integral de cualquier disco, y quiero que sea como un viaje largo con muchos altibajos emocionantes”. Es algo que consigue plenamente en un trabajo en el que, de nuevo, brillan los hallazgos melódicos que están en el corazón de la propuesta de su banda. “Trato de que incluso las partes ruidosas tengan melodías. Escucho muchísima música que es esencialmente sólo ruido, sin melodía en absoluto, pero cuando hago una canción tiene que tener una melodía clara, si no, no está completa. No estoy seguro de por qué no puedo hacer ruido puro”.

En este sentido, el músico todavía se emociona con las posibilidades de una guitarra. “Hay muchísimas cosas guays que se pueden hacer. Yo sigo oyendo nuevos grupos y guitarristas que hacen cosas que a mí nunca se me habrían ocurrido. A bote pronto me vienen a la cabeza Finlay Clark de Still House Plants y Bill Orcutt. Yo me encierro en el sótano durante horas hasta que sale una canción”.

Baldi se enorgullece de todos los amigos que han hecho desde el principio, y a pesar de todo ve un futuro luminoso para este extraño negocio. “No creo que haya nada que me asuste del futuro de la música. El del mundo, en general, da miedo. Pero creo que la música seguirá bien. Después de cumplir los treinta es cuando empecé a sentir que había una generación más joven haciendo indie rock y punk que no tiene ni idea de quién soy yo, pero que hacen muy buena música. Y creo que cada generación después de ellos seguirán haciendo cosas que molan. Y eso es genial”.

Promete venir este año a tocar a España, donde, asegura, sus conciertos han sido siempre: “Divertidísimos”, para tocar estas canciones “diez veces más rápido”. Y concluye admitiendo que “el gran reto ahora mismo es ganar dinero suficiente para vivir de esto. Pero incluso si tuviera que trabajar en otra cosa, no me puedo imaginar a Cloud Nothings parando. Nos gusta hacer música juntos e incluso si no pudiéramos girar más seguiremos haciendo tantos discos como podamos”.

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