Y no es tan fácil teniendo a sus espaldas discos tan notables como “Attack on Memory” y otros cuantos más, hasta sumar ocho con esta nueva adición. De mantener el nivel de exigencia se encarga el alma musical del grupo, Dylan Baldi, cuyo entusiasmo por hacer buenas canciones se transmite incluso por correo electrónico.
Felicidades por el nuevo LP. ¿Cómo de difícil es seguir haciendo música vibrante y fresca después de tantos discos?
Gracias, me alegro de que pienses que aún somos frescos y vibrantes. A veces me siento un poco viejo y calvo. Pero tampoco paso mucho tiempo pensando en cosas así. Me limito a tratar de hacer canciones que piense que sean buenas e interesantes. Me parece que tengo un gusto decente, así que detecto si algo es malo. Lo malo no acaba entrando en los discos, pero las cosas buenas sí.
En tu caso, ¿cuál es el punto inicial para encarar un nuevo álbum?
Trabajo la música durante un tiempo hasta que tengo una gran pila de canciones y maquetas, y cuando me doy cuenta de que tengo demasiadas me estreso, así que empiezo a organizarlas en grupos. Nuestros últimos tres o cuatro discos se han formado así, reduciendo las cosas de grandes grupos de canciones hasta llegar a un pequeño grupo de diez o así que tengan sentido juntas y fluyan bien en orden.
“Final Summer” me suena un poco melancólico o ambivalente. ¿Qué me puedes decir de la canción y del título del disco?
Va sobre comprender que no tienes control sobre los grandes acontecimientos deprimentes del mundo, y que puede ser más sano enfocarte en tu propio pequeño rincón, haciendo lo que puedes. Y no me refiero a un punto de vista político aislacionista, sino en un sentido más cotidiano: ayudar a tus amigos, cuidar de un animal, hacer un trabajo que te llene cada día. Las pequeñas cosas que mejoran tu entorno inmediato.
“Me parece que tengo un gusto decente, así que detecto si algo es malo”
Os las arreglasteis para hacer y publicar dos discos en tiempos pandémicos, lo cual es asombroso. Entiendo que tu motivación para hacer música nueva es muy fuerte.
Desde luego. Hacer cosas nuevas es divertido, y he querido ser músico desde que era un crío, así que ser capaz de levantarme cada día y hacer música es todavía una vida de ensueño para mí. Trato de no darla por sentado.
Me gusta lo natural y dinámicos que suenan vuestros discos. Habéis hecho un par de ellos con el legendario “anti-productor” Steve Albini. ¿Qué importancia tiene el sonido para ti?
El sonido es extremadamente importante para mí. Paso gran parte del día pensando en el sonido. Tengo muchos pensamientos que probablemente me hacen parecer un chalado. Por ejemplo, que tiendo a asociar los sonidos y la música con haces de luz que se mueven por el espacio. Cuando el sonido es bueno y la cosa que estoy escuchando tiene sentido de principio a fin, las luces se mueven de modo satisfactorio y los colores son agradables. Cuando la música es mala, no puedo visualizar para nada esos haces.
¿Cómo enfocasteis la grabación de este disco con Jeff Zeigler (Kurt Vile, The War On Drugs)?
Trabajar con él fue divertido, él se ocupó de grabar y nosotros de tocar nuestras canciones y hacer que todo sonara bien. En este disco tuvimos la gran ayuda de mi amiga Sarah Tudzin (Boygenius), que es genial y mezcló el disco en su casa de L.A. No había hablando mucho de sonido con ella, pero sospecho que tiene los mismos pensamientos. Cogió las grabaciones en crudo y las convirtió en algo maravilloso.
Supongo que “Attack on Memory”, vuestro segundo álbum, fue importante en cuanto a popularidad e impacto.
Lo fue. Después de ese disco fuimos capaces de girar y vivir de la música, lo cual es estupendo. Girar es un trabajo duro y siempre lo ha sido. Pero no hay nada en el mundo que haría en su lugar.
¿Es crucial para vosotros capturar en el estudio la energía del directo? ¿Preferís grabar en vivo?
Ya no tengo preferencias, y creo que de hecho estoy empezando a separar más y más el directo del proceso de grabar. Hay cosas en “Final Summer” que nunca podremos hacer en vivo, pero que mejoran la grabación. Quiero que el directo sea más caótico y confuso que los álbumes, para que cada actuación sea un evento único. El disco es más la pieza de arte estacional que marca un punto temporal específico.
Este álbum en especial tiene para mí el ritmo de un concierto. ¿Secuencias los álbumes como si fueran un concierto?
Trato de secuenciarlos como una película o un libro, con un empiece claro, un nudo y un arco sensible para la historia. Creo que el orden de las canciones es una parte integral de cualquier disco, y quiero que sea como un viaje largo con muchos altibajos emocionantes.
Supongo que la melodía es una parte integral de vuestra música, pero obviamente tenéis un lado muy visceral y ruidoso. ¿Cómo lo equilibras?
Trato de que incluso las partes ruidosas tengan melodías. Escucho muchísima música que es esencialmente sólo ruido, sin melodía en absoluto, pero cuando hago una canción tiene que tener una melodía clara, si no, no está completa. No estoy seguro de por qué no puedo hacer ruido puro.
Las guitarras de canciones como “On The Chain” destacan, y a veces me da la impresión de que no somos conscientes de lo que se puede seguir haciendo con una guitarra, unos pedales y un ampli, ¿no?
Hay muchísimas cosas guays que se pueden con una guitarra. Yo sigo oyendo nuevos grupos y guitarristas que hacen cosas que a mí nunca se me habrían ocurrido. A bote pronto me vienen a la cabeza Finlay Clark de Still House Plants y Bill Orcutt. Yo me encierro en el sótano durante horas hasta que sale una canción. Me lleva mucho tiempo editar, borrar y grabar hasta que tengo una idea básica que creo que es buena, y después la canción se cierra bastante rápido.
“Incluso si no pudiéramos girar más, seguiríamos haciendo tantos discos como podamos”
Otros puntos fuertes: la dinámica de “Mouse Policy” (la primera parte muy punk, y luego el final) y el patrón de batería de “Silence”. ¿Cómo trabajáis cada instrumento?
Compongo la mayor parte de las guitarras y los bajos en una maqueta, y luego nuestro batería Jayson toca algo con la batería y trabajamos su parte juntos tocando muchas veces la canción. Nuestro bajista Chris vino con la melodía de bajo al final de “Mouse Policy”. Pero sí, nos lleva mucha improvisación y al final todo el mundo da con algo que le gusta. En este punto del grupo, es un proceso bastante democrático.
Me encanta la melodía vocal y el estribillo de “Running Through The Campus”. ¿Es algo instintivo para ti llegar a algo así?
Las voces y las letras es lo que más me cuesta. Me tiro mucho tiempo tarareando hasta que se me ocurre qué cantar. En realidad nunca sé lo que busco hasta que doy con ello. Nuestras canciones son normalmente muy melódicas incluso sin voces, así que encontrar una nueva melodía para la voz que vaya bien con las otras es un reto divertido.
Cuando miras atrás a estos quince años en la brecha, ¿de qué estás más orgulloso?
De vez en cuando veo a alguien a quien no me había encontrado desde los viejos tiempos del grupo, y normalmente la conversación es como si el tiempo no hubiera pasado. Creo que es algo específico de la música y girar, y aprecio mucho las amistades tan largas que hemos desarrollado en estos años, incluso aunque haya esos periodos tan largos en que no ves a la gente.
¿Qué podemos esperar de la gira y de los conciertos? ¿Vendréis a Europa y España?
Los shows serán a todo volumen y muy intensos, y vamos a tocar las canciones diez veces más rápido que en el disco. ¡Espero venir a Europa y España este año! Nuestros shows en España siempre han sido divertidísimos. Girar por Europa y vértelas con distintos idiomas y culturas cada día es una experiencia un poco psicodélica que creo que todo el mundo debería probar al menos una vez en su vida. El mundo sería mejor.
Nuestra revista cumple treinta años, lo cual es bastante asombroso, dada la volatilidad de este negocio. En relación con ello, estamos preguntando a músicos y bandas qué es lo que les asusta y esperanza más del futuro de la música popular.
No creo que haya nada que me asuste del futuro de la música. El del mundo, en general, da miedo. Pero creo que la música seguirá bien. Después de cumplir los treinta es cuando empecé a sentir que había una generación más joven haciendo indie rock y punk que no tiene ni idea de quién soy yo, pero que hacen muy buena música. Y creo que cada generación después de ellos seguirán haciendo cosas que molan. Y eso es genial.
¿Cuál es el mayor reto que tenéis en este momento?
El gran reto es ganar dinero suficiente para vivir de esto. Pero incluso si tuviera que trabajar en otra cosa, no me puedo imaginar a Cloud Nothings parando. Nos gusta hacer música juntos e incluso si no pudiéramos girar más seguiremos haciendo tantos discos como podamos.
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