"La coherencia es algo totalmente ajeno al arte"
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"La coherencia es algo totalmente ajeno al arte"

Guillermo Chaparro Terleira — 07-02-2017
Fotografía — Archivo

Espejos (Jablina Música, 2016) es el décimo álbum de Cineplexx (el noveno si tenemos en cuenta que el primero tan solo fue lanzado en casete). Detrás de este proyecto en solitario se encuentra Sebastían Litmanovich. Faceta que compagina con la de productor y colaborador de artistas tan dispares como Anntona o Enrique Iglesias, y la de ser uno de los integrantes de Papaya. Con él hemos tenido la oportunidad de charlar sobre esta visión polifacética de la música, su nuevo disco, su fascinación por el pop ochentero, la relación entre amor y ciencia y otros tantos temas.


Espejos es tu décimo álbum como Cineplexx. Con una obra tan extensa, ¿qué significa para ti este nuevo disco?
Este disco significa muchas cosas nuevas y otras tantas que se llevan desarrollando en mis últimos trabajos. Realmente yo antes me tomaba los discos como si fueran un reflejo de la música que me interesaba en ese momento y de lo que estaba aprendiendo a la hora de producir o grabar. No lo concebía tanto con un álbum en el pleno sentido de la palabra. De hecho, el primer disco mío que se editó en CD, Posología (1999), cuando me dijeron: “vale, te editamos el disco”, mi respuesta fue: “vale, ¿cuánto entra en un CD?”. Ya con el tiempo fui desarrollando el criterio de álbum y fui encontrándole el gusto a tomarlo como tal, más que como una recopilación de un montón de material que había producido. Todo esto se puede percibir mejor en los últimos discos debido a su vertiente pop, a través del cual me centré más en las canciones y en elaborar un relato general formado por micro relatos a lo largo del álbum.

Al hilo de lo que comentas, me viene a la cabeza una entrevista a Lázaro en la que me comentaban lo de los micro relatos dentro del disco y la importancia del orden de las canciones.
Totalmente, las posiciones de las canciones puede cambiar el efecto de todo el álbum completamente. En el caso del orden, a mí me resulta muy difícil porque yo me auto-produzco, y llega un momento que careces de objetividad. Para mí, las 12 canciones se torna en 12 problemas que estoy constantemente arreglando y resolviendo. Cuando produzco para otros lo hago con un poco más de desapego, más objetivo…

La complejidad de llevar la doble vida de productor/autor, ¿no?
Estar en los dos lados del mostrador es complicado. Grabar algo, escucharlo y decir “no sirve”, es difícil. Pero bueno, con la práctica lo voy haciendo lo mejor que puedo. Aunque por lo general, también pido mucha opinión a mi entorno, a los músicos que tengo cerca, siempre opiniones diversas. Para este disco, los opinólogos más habituales han sido Yanara (Papaya), Linda Mirada (voz en Espejos), Ariadna Paniagua (Los Punsetes) y Anntona, con el que he estado trabajando en la producción de su nuevo disco. Todas sus opiniones las reinterpreto para aplicarlas en el disco.

¿Hasta qué punto aplicas al pie de la letra estas opiniones?
Nunca hago cambios radicales. En general tengo una idea clara y lo que hago es ir puliendo, puliendo y puliendo. Sí que es verdad que a veces entro en duda con alguna canción. De hecho, he estado a punto de descartar canciones porque no me gustaba como quedaba el balance entre las voces, por ejemplo. Algunas cuestiones técnicas que no consigo resolver hacen que elimine canciones del disco. Tengo muchos temas que se quedaron fuera.

Con el álbum ya publicado, ¿es el disco que esperabas lanzar en un principio?
Sí. Igual al principio tenía una idea de que tales elementos o tales ritmos podrían quedar bien y por ahí hice un par de pruebas y resultó que no. En Espejos, muchos descartes son de la línea más funk, disco, electrónica…. más de baile baile. Y lo tuve que dejar fuera para dejar espacio al latinaje que hay también y que estaba pidiendo un espacio. Luego intenté conjugarlo todo. Al final, lo que acabo haciendo es mezclar distintos tipos de influencias o cambiar elementos de contexto: un sonido romántico con algo más extraño, ambiguo…. También busco el contraste entre lo que significan las letras con el ambiente sonoro que se crea.

En general, siempre cuido mucho los detalles de las cosas porque me apasiona y no lo puedo evitar, soy muy obsesivo cuando trabajo con la música. Escucho, escucho, escucho y voy siempre a los detallitos. Muchos fans me dicen: “no paro de descubrir detalles y secretitos en tus discos”. Y eso me divierte, tiene algo de yincana.

"En Inglaterra, un sello pequeño puede darse el lujo de fichar bandas arriesgando todo el rato. Aquí el sello se lo va a pensar 10 veces antes de hacer una inversión"

Lo de centrarte en los detalles, ¿es el motivo por el que has tardado dos años en terminar de grabar este trabajo?
Bueno, se demoró un poco por temas del lanzamiento. Por ejemplo, para la fabricación de los vinilos se tardaron tres meses. Es todo un proceso sacar un disco. A eso súmale el periodo de negociación en el que estás hablando con un sello u otro.

¿Cómo fue el proceso de grabación?
El disco lo empecé a grabar en Londres. De allí me traje las primeras canciones, las más viejas. Sin control era una de ellas y estuve mucho tiempo sin saber qué hacer con ella porque tiendo a quedarme con el material último que haga. Pero preferí ponerla, tenia algo de la esencia original que tenía pensado para el disco. Posteriormente me mudé a Madrid en 2014. Llegué con un disco nuevo (Florianópolis) e inmediatamente empecé a colaborar con Papaya. Fueron muchos cambios y con Espejos no me puse seriamente hasta seis meses después de instalarme aquí.

He leído en otras entrevistas que le das mucha importancia al hecho de ser el primer disco que lanzas en el mismo lugar donde estás viviendo.
Cierto. Esa es una de las cosas novedosas que me trae Espejos. Sí que es verdad que había sacado alguna vez un disco (Electrocardiograma) en Argentina estando allí, en 2000, pero fue la única vez. Y eso se nota.

¿En qué se nota?
Cuando estás en la distancia se complica mucho la promoción del disco en cosas como esta, poder realizar entrevistas, hacer unas fotos... Asuntos que si los haces en la distancia te los pierdes o resulta complejo llevarlas a cabo. La diferencia es enorme. Se crea un mito con la distancia. Y poder coincidir la ciudad donde vivo con la ciudad donde lanzo el disco me hizo mucha ilusión.

Aprovechando tu experiencia de vivir en varias ciudades te quería preguntar por tu percepción de Madrid como ciudad para sacar un álbum.
Yo creo que cada ciudad tiene sus protocolos y formas de hacer las cosas. Y en cada caso y en cada sello también. Es como la unión de varias cosas: la idea del sello, como funciona la ciudad, con qué prioridades y jerarquías, a qué periodista hay que hablar primero… Cada lugar tiene sus códigos y los tienes que aprender. Yo aquí con Jabalina estoy aprendiendo poco a poco temas relacionados con la promoción y prensa, conociendo a toda la gente del medio y de la industria. Pero sí noto que cada sitio tiene sus formas. En Londres, por ejemplo, he visto a un sello más o menos grande fichando a una banda que daba su segundo bolo en un club en el que éramos 30 personas viendo el concierto. Ese tipo de cosas no sé si pasarían aquí.

Inglaterra siempre es un caso aparte en lo musical.
Ellos son muy conscientes de que la música es una de sus industrias de exportación más potentes. Enseñan música en los colegios desde muy pequeños, cuando ven que hay algo que funciona lo estimulan, hay bandas emergiendo todo el rato.... Son super conscientes de la importancia cultural que eso tiene a nivel mundial. También es distinto porque es un país rico: otros recursos, otros tiempos, más posibilidades… Allí un sello pequeño puede darse el lujo de fichar bandas arriesgando todo el rato. Aquí el sello se lo va a pensar 10 veces antes de hacer una inversión. Pero bueno, cada sitio tiene sus códigos y sus movidas.

Centrándonos en el disco, elegiste Mimosa como single, ¿por qué?
Estaba entre Mimosa o Espejos y creo que las dos podían haber funcionado como single. Espejos tiene más tirón de baile y Mimosa es un poco más irónica. No supe muy bien que hacer con lo del single. Las dos podrían haber funcionado y la idea era impulsar ambas canciones. Pero Yanara insistía mucho en que Mimosa fuera el corte de difusión y que la pusiera la primera del disco. Me pareció buena idea y lo dejé así.

A la hora de componer una canción, ¿qué proceso sigues?
Hay mucho de prueba y error. La experiencia te ayuda a probar trucos pero la realidad es que no es eso lo que importa, lo que importa es que cuando lo escuches suene excitante. Yo busco más la sensación que la pericia técnica. Esa sensación que sentí al escuchar por primera vez una canción de Earth, Wind & Fire en los ochentas. Lograr eso con mis canciones es mi objetivo. Pero yo llego hasta donde llego. Nunca aprendí a tocar la guitarra, ni el bajo… todo fue de comprarme los instrumentos y aprender solo. No tengo paciencia para el método estudio. Cuando tienes la capacidad para hacer canciones no hay tiempo para aprender la técnica, estás muy ansioso por concretar y trabajar esas canciones.

Antepones el corazón y las sensaciones sobre la cabeza.
Totalmente. Y el resultado es muy orgánico, es muy de probar y escuchar. Para mí, por ejemplo, me resulta muy difícil preveer cuánto voy a tardar en elaborar el disco o una canción. En todos los discos hay canciones que tardas más en acabar, por los motivos que sea. De hecho, en los casos que tuve que entregar las cosas a contrarreloj generalmente me arrepentí porque no llego a pulirlo tanto como me gustaría. En todo proceso confío en el flow, que fluya su curso con naturalidad.

En este caso el flow te ha llevado a la senda del sonido discotequero, como ya hicieras en tu anterior trabajo.
Sí, pero eso viene de largo. Yo soy del 73 y me crié con toda la música de los 70s y 80s, sobretodo. Por un lado, la música de los setenta es más heredada de mi familia, lo que se escuchaba en mi casa, las cintas que había en el auto… y los ochenta es más de walkman y de tú grabar tus cintas de la radio. En mi casa se escuchaba mucha música romántica, de baile, como ABBA. Esa música la tengo en mi ADN. Mi abuelo era muy fan de la música disco, en su casa siempre había algo bailable. No eran supermelómanos pero disfrutaban mucho de escuchar música.

“Yo siempre escuché la música con mucha obsesión y de alguna manera intento transmitir esa obsesión en mis discos”

¿La naturaleza del álbum es algo premeditado antes de ponerte con la grabación del disco o fue saliendo conforme lo hacías?
Cuando acabé de grabar el anterior disco y vine para aquí, tenía la sensación de que la evolución iba a ser más nocturna, un poco más electrónica y un poco más lenta, no tan frenética. Una cosa más densa, no tan luminosa. Más misterioso y nocturno.

¿Y ya tienes algo pensado para un futuro trabajo?
Puff, no sé. Imagínate (risas). No tengo ni idea. Antes de un futuro trabajo saldrá un nuevo disco de Papaya y ahí ya tengo mucho trabajo (arreglo, producciones…). Igual me salen proyectos para producir a otros artistas.

Por lo pronto, tengo varios descartes que son muy electrónicos y muy de baile, y no quise acabarlos porque me estaba yendo de lo que quería hacer en este trabajo. Siempre que saco un disco, tengo una sensación de déjà vu, de que eso ya es cosa del pasado aunque acabara de salir. Para encontrar la esencia del nuevo disco tengo que esperar un poco y seguir desarrollando. Si escuchas cronológicamente cada uno de mis discos, aunque solo fuera 10 segundos, notarías cambios, te das cuenta de la evolución. Ir practicando y aprendiendo, no tiene más. Yo soy muy de tutorial, muy de aprender sin parar, me paso mucho tiempo leyendo y viendo documentales al respecto.

¿Esto pueda deberse a un cierto miedo al encasillamiento?
Mira (dice señalando una revista con el rostro de Prince), mis grandes ídolos pop siempre han sido muy eclécticos. Yo siempre disfruté muchísimo cada vez que iba a comprar un disco y no sabía lo que me iba a encontrar. Sabía que iba a haber algo de la esencia del disco anterior, pero no tenía ni la menor idea en qué dirección iba a ir. Con Prince era así. Recuerdo ir a comprar el CD de Batman a Tower Records, volver a mi casa y decirle a mi familia: “durante la próxima hora no estoy para nadie”. Me sentaba frente al equipo de música que estaba el salón, me ponía los cascos a toda hostia y básicamente me estudiaba el disco. Disfrutaba cada segundo. Y lo mismo con Bowie, Madonna… Tuve épocas de fanatismo con toda las bandas. Siempre escuché la música con mucha obsesión y de alguna manera intento transmitir esa obsesión en mis discos. Me gustan las cosas ambiguas, indefinidas, como cuando colaboro en un disco con otro artista. Me gusta mucho no saber qué había hecho él y qué yo. Eso siempre me fascinó bastante. En esta onda te podría poner de ejemplo el Transformer de Lou Reed porque no sabes muy bien qué hizo Bowie y qué no hizo. Y yo intento que esa ambigüedad se transmitan en los discos. Me gustan las mezclas.

Siempre sueles contar con colaboraciones en tus trabajos, ¿lo tienes pensado desde un primer momento o es algo espontáneo?
La verdad es que desde que grabé mi primer disco siempre tuve colaboradores porque estuve rodeado de amigos que conocían mi música. En mi adolescencia no tenía ningún amigo músico, por lo que no iba a tantos conciertos. Estaba más abocado a otra cosa. Pero cuando llegó todo esto lo disfruté un montón. Hacía amigos y a uno lo invitaba a tocar el bajo, a otro la guitarra. Y cuando empezó a crecer un poquito el proyecto y saqué discos con distintos sellos, para mí fue una buena oportunidad para conocer ciertos músicos de las mismas escenas o de distintas como Arto Lindsay, que era de línea de electrónica más experimental del año 2000 y finales de los 90s. Eso era un ámbito que a mí me gustaba porque había músicos que venían de los 70s de New York y de toda la movida New Wave. Iba persiguiendo ese tipo de músicos.

Más tarde, cuando salió un disco mío con Cherry Red Records empecé a entrar en otra escena y pude colaborara con otros músicos. Trabajé mucho con músicos de la escena indiepop escocesa que en su momento capitaneaba Belle And Sebastian, Camera Obscura, Teenage Fanclub…. Para mí, todo esto es muy enriquecedor. Al igual que colaborar con Enrique Iglesias, en eso no tengo el menor problema, me encanta participar en proyectos donde la gente se los toma en serio, entendiendo “serio” como entusiasmo y ganas de hacerlo bien. Cuando veo que hay entusiasmo del otro lado y veo que hay un aporte, me encanta colaborar.

¿Tienes un baremo para medir con qué tipo de artistas trabajarías y con cuáles no?
A mí eso no me da ningún problema. Respecto a los prejuicios y lo que puedan decir de mí me da igual. Lo que me importa es conseguir un buen aporte y un buen resultado que esté mejor que el que había antes. Por lo pronto, si hay buen rollo, entusiasmo y un buen proyecto en el que pueda hacer una buena aportación, yo estoy encantado de trabajar en ello. Por ejemplo, la última canción del disco (Así, así) originalmente la escribí con intención de que la hiciera Thalia. Me contactaron de un sello, me hicieron la propuesta y yo la hice sabiendo que no me había quedado al estilo Thalia, obviamente, pero bueno, la mandé igual. Al sello le gustó pero no coló. En cuanto la hice, tenía la impresión de que podía entrar en mi disco. Pero realmente es la que más dudé en meter porque era de las últimas que hice. Al final la incluí porque no quería acabar el disco con Gran dolor, que es una canción un poco más densa, tristona y oscura. Quería acabar con un tono más contradictorio, como es el amor. Que puedas estar tirado en el suelo y de pronto venga alguien, te de un cachetazo y estés ya viviendo otra vida en cinco minutos. Ese tipo de ambigüedad que pueda haber en la vida sentimental de una persona a mí me gusta. Esa indefinición es lo que nos hace humanos. Que las cosas no sean tan categóricas. Ahora soy féliz, ahora no. Así no funcionan las cosas. Todo el rato son un poco de un lado y un poco del otro. Y esto es lo que quería tarsladar al disco.

Por otro lado, también quería plasmar mi obsesión por los pequeños detalles. Yo me imagino el disco como un pequeño universo de ideas y es por donde me muevo cuando lo voy haciendo. A veces incluso lo escribo, lo dibujo o hago pequeñas constelaciones con las canciones para dividirlas en grupos, de tal forma que las voy tratando de ordenar en mi cabeza.

En este disco se podría decir que la constelación más grande es el amor.
La verdad es que yo siempre hice canciones románticas. En todos mis discos, cuando lees las letras, está siempre presente el amor. No sé por qué motivo. Es uno de los grandes misterios que más me llaman. Y a medida que vas viviendo a lo largo de la vida, vas cambiando tu idea por las experiencias que tienes. Las ideas cambian constantemente y es un constante replantearte, para mí al menos. En este caso quería enfocar esto de una manera no tan superficial y que esté un poco indefinido también.

Además, no solo hablas del amor idílico, también haces referencia a la otra cara, al desamor.
Claro, claro. El otro día un amigo me decía: “A cierta edad, todo empieza a ser un poco agridulce”. Y puede ser que tenga razón (risas). Pero no lo digo en el sentido negativo. Uno va perdiendo algo de la fantasía pero luego gana en experiencia. Poder saborear sabores que antes no apreciabas.

Tiene que haber de las dos cosas. Y de hecho, el amor para mí es una idea parecida a la de la religión. Yo nunca he seguido ninguna religión en particular, sin embargo el amor tiene algo de similar y es que de algún modo tienes que enfocar tu fe en él para creer. Es una idea muy abstracta, es lo que tú quieres que sea.

De hecho, hay una estrofa en Cariño que dices algo parecido a esto. (“Mis amigos me dicen que es malo amar tanto”).
Claro, ¿cómo puedes medirlo?. A mí me divierte hacer ese tipo de letras en las que estoy afirmando una cosa que es absurda. ¿Cómo vas a medir algo como el amor?. Es imposible. Yo quería que el disco tuviera este tipo de tontería, similar a la de tropezarte con un ladrillo en la calle y, aunque no haya nadie, te sientes ridículo. Y para mí el amor tiene algo de eso. Puedes pasar de sentirte efervescente y excitado a sentirse ridículo en un segundo. Es un poco de obsesión, de locura. Si no te lo crees, no lo ves. Una locura que nosotros mismos alimentamos. Me gusta mucho eso de la confusión y misterio que alimenta la relación de la misma manera que la boicotea. Porque tú vas inventando en tu mente un paisaje. Algo muy similar a lo que pasa con la ciencia, otro de los temas que también me interesa mucho.

Se me hace raro meter en el mismo saco el amor y la ciencia.
Es todo un intento por aprender y descifrar. Todo se resume a que tengo la característica de ser muy analítico. La ciencia tiene muchos más misterios que toda la literatura que puedas reunir sobre el amor. La naturaleza es un enigma todavía. Y yo me siento muy identificado con la curiosidad de los científicos. Soy muy fan de Richard Dawkins. Me veo muchos documentales, debates,...

Yo creo que acabas haciendo piña con la gente que empatizas sobre la actitud hacia la vida más que sobre los gustos musicales, cine… Y yo me junto más con los curiosos. Y una cosa alimenta a la otra. Sirve mucho para crecer. Con un amigo hablo de tenis-algo a lo que quería dedicarme cuando era joven-, con otro hablo de ciencia… Esto me encanta. No soy nada monotemático. 

"El amor es un idea similar a la de la religión"

Tampoco eres nada monotemático en tu carrera. ¿Qué te aporta Papaya que no te aporta Cineplexx?
Primero, la posibilidad de haber hecho la producción y los arreglos del primer disco fue una experiencia que no había tenido con un disco entero para otro artista. Siempre había hecho canciones sueltas. Una experiencia totalmente nueva. Y por otro lado, toda la experiencia de formar parte de una banda, un tour, tocar en festivales… algo que con Cineplexx tan solo había experimentado de forma suelta: toqué una vez en el Sonar, otra vez en otro lado... donde iba saliendo.

Ahora que lo mencionas, ¿cómo vas a trasladar Espejos al directo?
Estoy justamente ahora coordinando todo esto. Será un poco más nocturno y más de baile. En esa onda haré la selección del material. No van a faltar las baladas. Pero principalmente material nuevo y de Florianópolis porque prácticamente no lo toqué en directo: no tenía banda y estaba a tope con Papaya. Pero me enfocaré en el disco nuevo porque es lo que más me entusiasma. Además, pretendo que sea muy karaoke: todo grabado y yo cantando. No es mi idea armar una banda para llevarlo a cabo. Ni loco (risas). Totalmente distinto al directo de Papaya. Me gustan que los proyectos sean distintos.

¿Fechas?
De momento te puedo confirmar la presentación del disco que está prevista para el 24 de marzo en la Sala Maravillas. Además, para continuar con el espíritu del disco, después del concierto habrá una sesión de El Cuerpo del Disco.

Otra de tus facetas es la de productor. Antes me mencionabas la dificultad para compaginarlo con la faceta de autor. ¿Cómo te defines como productor?
En mi última etapa, mi lema ha sido aprender a ser flexible, en general. Aprender a no estar tan estructurado. Me refiero a que cuando trabajas con personas, cada uno tiene sus tiempos, sus métodos y sus inseguridades. Yo puedo tener una visión objetiva y decir mi aporte, pero en otras ocasiones tienes que observar antes de actuar. Buscar en qué contexto la persona se siente más a gusto para poder sacar su potencial. Hay gente que conviene intervenir lo menos posible y otra hay que estimularla.

Hay mucho de adaptación y flexibilidad en el trabajo de productor. Yo llevo muchos años trabajando solo. Siempre es un camino hacia la flexibilidad. Esta idea no me lo quito de la cabeza. Yo empecé a trabajar más de noche aquí en Madrid porque me parece más silencioso. Tengo rutina nocturna de trabajo. Pero de pronto empiezas a trabajar con alguien que le gusta empezar a las 9 de la mañana y yo me adapto, lo importante es que esa persona esté a gusto. Intento prestar atención en no llevar a nadie a una dirección propia o que yo quiero por gustos personales o costumbres. Como mínimo, pruebo las ideas que hay alrededor. Y generalmente cojo mi idea... no, mentira (risas). Generalmente cojo lo que mejor funciona. Me auto elimino ideas constantemente sobre todo en discos de otros. Quiero dejar la esencia del artista. La tijera la tengo hiper afilada. Corto por todos los lados. Lo que si espero siempre es la gente con la que trabajo también esté preparada para eso y que esté dispuesto a eliminar porque mejora la experiencia o el trabajo. Aprender a sacrificar, y yo en eso no tengo problema. Me gusta incentivar y hacer cosas en conjunto, alineados. Y cuando hay que cortar, cortar. Si la idea está muy sólida intento no poner ni una pizca de sal a eso.

Me has hablado de referentes musicales como David Bowie o Prince. ¿Algún otro actual?
No soy tan loco como para escuchar novedades todo el tiempo. Escucho lo que me llega. Y luego en casa escucho habitualmente cosas que me fascinan y cosas que me son familiares. Por ejemplo, tengo muchas playlists de música latina que me encanta poner para cantar a lo loco o de música disco para cuando estoy limpiando la casa (risas). Por lo general, en mi casa suena mucha música viejuna. De novedades siempre me tira un poco más la electrónica. Encuentro más excitante lo que es más híbrido o lo que es más electrónico que lo que es meramente acústico. Mucha música indie pop que antes yo escuchaba ahora no suena jamás en mi casa. Cambio de gustos todo el rato y esto es medio confuso para los que te quieren seguir la pista. Alguna vez recibí algún mensaje de una persona diciéndome: “escuché tu primer disco, ¿en qué estabas pensando?” (risas). La mayoría de gente está acostumbrada a que la música o las discográficas sean coherentes. Pero para mí, la coherencia es algo totalmente ajeno al arte. La coherencia debería de ser para lo políticos, como una vez me dijo un amigo. “No me pidan coherencia a mí, pidansela a los políticos”. Siempre me fascinaron los artistas que sacaban algún tipo de novedad, que de algún modo te descolocaban, como Bowie o Prince. Esos son lo que para mí entendieron como mantener esa llama del misterio a lo largo de su carrera. Más allá de los estilos y los momentos que fueron viviendo, siempre consiguieron tener a la gente fascinada como cuando ves un mago por primera vez siendo niño. Un placer inenarrable.

Precisamente, yo siempre he pensado que si te gusta la música no hay nada más genial que un artista te descoloque con su nuevo trabajo.
Yo es que soy carne de fascinación. Me fascino mucho con la vida, el mundo y los artistas.

¿Tienes algún referente literario a la hora de escribir?
Llevo años leyendo únicamente autobiografías de música, de arte, de ciencia… de todos los distintos campos. Me resulta muy inspirador leer la experiencia de vida de la gente. Me es muy fascinante, tan fascinante que no tengo tiempo de leer ficción, relatos ni nada que antes sí que leía.

¿Y alguna biografía en especial que te haya fascinado?
Hay muchas. Actualmente me estoy leyendo la del científico Richard Dawkins y me está gustando mucho. En cuanto a las biografías de músicos, hace poco leí la de Rod Stewart, que es muy graciosa porque tiene un capítulo entero donde él mismo escribe sobre su corte de pelo. Es algo que me encanta porque tiene algo de inocencia. A través de las biografías descubres que muchos de estos tíos son muy simples, muy gamberros…. Nada que ver con lo que te imaginabas. Pero eso le da encanto a su obra. La primera autobiografía que leí y me voló la cabeza fue la de Miles Davis con el escritor Quincy Troupe. La leí con 18 años y a partir de ahí abandoné toda la otra lectura. Me metí en ese mundo y no quise salir más de ahí. Obviamente leo de todos los artistas que soy fan. Me fascina más eso que ponerme a leer algo fantástico. Al igual que en el cine, le perdí el gustillo a la ficción. En vez de películas me pongo a ver documentales, charlas y tutoriales. Un amigo me dijo que hay etapas en las que uno absorbe información y otra en la que enseña o necesita sacar. Yo estaría en la primera, actualmente.

Para terminar, ¿planes para el 2017?
Ahora estamos a tope con Papaya. Tenemos unos cuantos bolos y después nos pondremos con el disco nuevo. En medio de todo esto sale el disco de Antonna, y voy a tocar en directo con él y los papayos creo que también. Vamos a estar super ocupados. Además, súmale todo lo de Cineplexx. Y a la vez si me sale un curro genial, que el alquiler también hay que pagarlo (risas).

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