"La cuestión es llegar a lo genuino"
EntrevistasChristina Rosenvinge

"La cuestión es llegar a lo genuino"

Állvaro Tejada — 09-06-2021
Fotografía — Gustaff Choos

Christina Rosenvinge no se pone límites. Eso sí, siempre con respeto y trabajando duro. Después de publicar su primer libro, “Debut” (Penguin Random House, 19), Rosenvinge se estrena en el cine con Karen (dirigida por María Pérez Sanz y distribuida por Begin Again Films), su primer papel protagonista.

La película nos da una versión más humana y cotidiana de los últimos días de Karen Blixen, la escritora danesa que aterrizó en el continente africano para iniciar una plantación de café y, más tarde, heredar una granja familiar.

En primer lugar, enhorabuena por la película. Me parece que es un proyecto que nos ha sorprendido a todos por tu parte. ¿Cómo os conocéis María Pérez, la directora, y tú, y cómo surge esto?
María aparece en el camerino de Joy Eslava, en la presentación de “Un hombre Rubio”. Llega hasta mi casa, no sé con quién, y alguien me dice: “Esta chica es directora de cine, te quiere proponer algo”. Le dio mucha vergüenza pero me pidió el número de teléfono, y luego me dijo que quería que hiciera la música de su película, a lo que yo le dije que sí inmediatamente. De hecho, quedamos para hablar, me contó un poco lo que era y le dije: “No solamente te digo que sí, sino que tengo un tema que me acaba de salir al que no le he hecho letra todavía porque es una canción que tiene una melodía tipo años treinta y no sé muy bien qué hacer con ella”. Fuimos a mi casa, se la toqué y dijo: “Es perfecta”. En ese momento, ella no me dice nada, pero días después volvemos a quedar y me dice: “Bueno, el otro día no te lo dije, pero en realidad quiero que hagas de Karen”. Quedamos para hablar de ello y en un principio le dije que no. Estaba escribiendo un libro, de gira… No quería distraerme con otras cosas. Pero ella me contó el proyecto, me dio un tratamiento de guion y la verdad es que me enganchó porque me gustó mucho la idea de contar esta historia de una forma completamente distinta a la forma en la que estaba contada en la película que todos conocemos [“Memorias de África”, Sydney Pollack, 1985]. Desmitificándola y basándose más en las cartas que intercambiaba con su familia e incluso en el último relato que escribe, “Sombras en la hierba”. Me gustó mucho la idea de hacer una especie de drama doméstico de algo que todos conocemos por una película épica. Más parecido a lo que debió ser.

"Para mí, cantar no es muy distinto a actuar, por la parte performativa. Se utilizan los mismos músculos, tienes que saberte el texto al dedillo para luego olvidarla por completo y ser capaz de recrearlo en las situaciones más adversas".

Hace unos meses me leí tu libro, “Debut”, y en las presentaciones del mismo decías que te había dado algo de vértigo meter la cabeza en el mundo más puramente literario o de narrativa, a pesar de que eres compositora de tus propias canciones desde hace muchos años. ¿Enfrentarte a un proyecto cinematográfico como “Karen ha supuesto también esa sensación de vértigo?
No sé si vértigo es la palabra. Entras con mucho respeto porque, aunque lleves toda la vida leyendo y viendo películas, nunca me había puesto frente a una cámara con tanta exposición. Pero también hay una cosa buena respecto a hacer ahora estas dos cosas que no había hecho antes y es la falta de pudor. Hay algo de asumir el riesgo y confiar en tu criterio. Si sale mal, no pasa nada, volveré a hacer otra cosa. Tienes menos miedo a pegártela.

Resulta muy original y fresca la visión de María Pérez en esta nueva adaptación de “Memorias de África” porque se tiene en cuenta por primera vez la visión individual de Karen, y sobre todo su relación con su criado, Farah. ¿Crees que vuestra Karen completa, empodera o humaniza más a la que ya hemos visto todos, encarnada por Meryl Streep?
Nuestra Karen es mucho más frágil. En el sentido de que ella está en África en una situación de dependencia respecto a Farah y a sus trabajadores. Porque si ellos deciden abandonarla, se muere de hambre prácticamente. También es una romántica, porque cree que puede contribuir a hacer de este mundo un lugar mejor. Ella piensa que en su granja puede crear un microcosmos. Está muy herida en el orgullo, porque ella reconoce que no solamente ha fracasado, sino también fallado a toda su familia, que ha invertido en un proyecto demencial que no ha salido bien.

Y tú, Christina, ¿te has visto representada o identificada con Karen Blixen? Leí en alguna entrevista que, además, de raíces, teníais algún vínculo más en común, ¿no?
Hay muchas cosas en común. No me resulta extraño el tipo de familia del que ella viene. Se parece mucho a mi familia paterna y un poco a la materna. Conozco bien esa rigidez y esa conciencia de su significancia social. Conozco bien de dónde viene todo eso y de dónde está escapando. Porque ella está escapando de todo eso para ir a África a sentirse libre, y eso mismo es lo que hicieron mis padres cuando vinieron a España. También es una insensata, al igual que mis padres. O, no sé, quizá la sensatez esté ahí. Y conozco esa insensatez porque, de alguna forma, yo también cerré aquí mi casa y me fui con un bebé de seis meses a Nueva York a vivir la aventura musical.

Habiendo superado esta prueba, ¿crees que la música y el cine comparten algo en común a la hora de mentalizarse o prepararse para la acción? Es decir, ¿dirías que la sensación de ensayar para un concierto es parecida a la de leerse un guion y preparase para la escena?
Para mí, cantar no es muy distinto a actuar, por la parte performativa. Se utilizan los mismos músculos, tienes que saberte el texto al dedillo para luego olvidarla por completo y ser capaz de recrearlo en las situaciones más adversas. Sea sin prueba de sonido o sea a las cinco de la mañana, después de un día largo de trabajo y teniendo seis tomas para clavar algo. En eso se parece muchísimo. En el tener que mantener la frescura en momentos en los que es lo último que tienes. Requiere de mucha capacidad de concentración. Por otro lado, para mí la escritura y la composición de canciones también son un poco lo mismo. No veo fronteras. Además, la película, por ejemplo, habla de una escritora, con lo cual todo forma parte un poco de lo mismo.

Volviendo a hacer un paralelismo entre el cine y la música, ¿crees que un artista se desnuda igual sobre un escenario que un actor frente a la cámara?
Te desnudas más frente a una cámara. Una cámara realmente es una rotura de la intimidad bestial. Ves partes de tu piel, de tu cara, de tus expresiones que no eres consciente que tienes. Y en ese sentido hace falta perder absolutamente el pudor y que te de igual cómo sales o cómo se te va a ver. La cuestión es llegar a lo genuino. Para eso, el trabajo que yo hice fue muy completo. Por un lado, hubo una preparación de campo. Me leí todos sus libros, sus cartas, su biografía, lo que habían escrito sobre ella las personas que la conocían… Para intentar entender qué había detrás de todos esos relatos fabulosos y románticos que parecen del siglo XIX a pesar de estar escritos en el XX. Detrás de todo esto estaba una mujer con unos ideales altísimos, pero también una mujer muy exigente con los demás y consigo misma.

Lo que sí es cierto es que, a pesar de que no hubieses participado como protagonista en una película hasta ahora, creo que tu proyecto artístico siempre ha estado muy ligado a lo visual. Recuerdo, por ejemplo, la performance que hiciste con “Romance de la Plata”, o tus videoclips. Incluso la puesta en escena de tus conciertos tiene ese toque teatral o dramatúrgico. ¿El cine ha influido en tu carrera?
Yo a los dieciséis estaba en un grupo punk, pero no pensaba que me fuera a dedicar a la música. Yo pensaba que me iba a dedicar a la escena. Me había preparado como bailarina, e incluso toda la parte de escenografía y texto me atraía mucho. Pero la música surgió después por una cuestión de mi entorno. En ese momento en Madrid era mucho más fácil hacer música que cualquier otra cosa. Era un momento de auge musical. Había muchas bandas, pero también había mucha gente dispuesta a ficharte. Era todo un ecosistema.

¿Qué personajes o historias cinematográficas te han inspirado?
Hay una película alemana sobre Hannah Arendt (filósofa), dirigida por Margarethe von Trotta y protagonizada por Barbara Sukowa, que no fue muy celebrada en su momento, pero cuya interpretación es impresionante. Cómo es capaz de decir esos textos sin pestañear, de una forma natural. La vi dos o tres veces pensando en que quería hacer algo parecido.

Tengo que terminar esta entrevista para Mondo Sonoro preguntándote por tus próximos pasos musicales. Fui a verte charlar con Cristina, de El Columpio Asesino, en el festival Santas Pascuas de Tudela y me acuerdo que dijiste que, después de algo tan grande como ha sido esta pandemia, tiene que haber una reacción artística. Y que tú en concreto tenías tres reacciones o tres caminos. ¿Has elegido uno ya?
Ahora mismo me estoy volviendo loca, porque estoy trabajando en paralelo en dos de ellos y no sé cuál ocurrirá. De momento, lo que sale dentro de poco es una canción que cierra la serie de Bob Pop, “Maricón perdido”. Bob me llamó y me pidió que hiciera una canción para la escena final de la serie. Era un encargo difícil porque parte de la canción está entrometida dentro de la secuencia y parte está en los créditos. No solo me gusta la serie sino también cómo escribe Bob. Saldrá dentro de poco.

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