The Secret Society o cómo celebrar cada acontecimiento cotidiano, contarlo y hacerlo pequeña música que se hace grande en disco. E incluso como dice Pepo Pérez, único componente de este colectivo pluripersonal de uno solo: “tocar estas canciones es como decir una serie de cosas sin que nadie te haya preguntado”. Bueno, también me comenta entre risas que el día que nació fueron dos, porque le acompañó una melliza “que seguro que me ha marcado mucho a la hora de componer música”. Probablemente es lo que andemos buscando, su broma, porque sin saber la razón concreta, el batería de Garzón se ha ido creando una cierta fama de seriote que aunque no sea injusta, tampoco debe ser acertada del todo. Allá cada cual. Mostrar lo que él muestra en “Sad Boys Dance When No One´s Watching”, su primer álbum completo, por muy íntimo que sea, implica la acción del desnudo público aunque se defienda diciendo que “nunca contaría algo que realmente me ha ocurrido poniendo nombres y apellidos. Los que hacen eso, que escriban una carta privada, no una canción”.
"No entiendo porque mierdas el público se calla en una conferencia y habla en un concierto" |
Ni caso. Aunque sus canciones de guitarra de palo y caja de ritmos sean ilusorias, da la sensación de que son auténticas o, como mínimo, da la sensación de que las hemos vivido alguna vez, y eso es, en la mayoría de los casos, lo más hermoso que se le puede pedir a una canción. La información acaba aquí. O no. Sobre el nombre: “Nunca me ha gustado salir con mi propio nombre a tocar, me parece demasiado violento”. Sobre el sentido improvisado de The Secret Society también tiene cosas que apuntar. “A pesar de tener muchas cosas bajo control, en la música es lo contrario, sé qué es lo que no quiero hacer, pero a partir de ahí creo que hay bastante grado de azar en lo que ocurre, incluso en las canciones, porque yo no soy músico, no puedo explicar por qué he hecho esta canción y no otra, sino que de repente te llegan porque se juntan dos ideas y has estado suficientemente atento como para fijarte en el punto en el que se cruzan”. Le preocupa también, como a muchos otros músicos que no lo verbalizan, que el público le respete y guarde silencio durante sus actuaciones. “Imagínate que sales a dar una conferencia y está todo el mundo hablando. No entiendo por qué mierdas se callan en una conferencia y hablan en un concierto. Hay veces en que he echado broncas sin tener que hacerlo, pero es que cabrea”. Interpreta las canciones de noche, pero también las suele escribir y pensar tras la caída del sol. De ahí la nocturnidad perenne de sus temas. “El trabajo me ocupa demasiado tiempo como para estar pensando en canciones durante el día, y a lo mejor cuando se reúnen las condiciones necesarias para escribir es de noche, aunque también he terminado algunas en trenes, en aviones, en la calle, en medio de conversaciones, pero hay dos escenarios principales donde se desarrollan las canciones, y a lo mejor sí soy un poco monotemático a la hora de contextualizarlas”. Sobre las crónicas y las imágenes completas que aparecen en esas mismas canciones dice: “Una sola cosa puede sugerirme tanto, que todo lo que ocupa una canción puede girar en torno a un momento. Me identifico mucho con eso, un poco Ani DiFranco, de hacer canciones largas que recogen algo que está ocurriendo sólo en un momento. Ahí empieza y acaba la canción. Nunca me he sentido muy afín a las letras que recogen ideas deslavazadas o imágenes sueltas”. Sea así o no, sabemos que su universo sabe mucho de amor, desamor y, también, de política. “Este no es un disco de qué solito estoy y qué mal me encuentro. Tiene muchísima mala leche, tiene muchísimo de ´me pasa esto y os van a dar a todos por el culo´, pero no porque yo sea mejor sino porque si no os dan por el culo, no se hará justicia, ¿entiendes?”.
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