Capaz de todo esto y más, rompe todos los esquemas y publica un larga duración –el tercero– de R&B creado en plena cuarentena, “Una niña inútil”. Se terminó lo de encasillarla: Cazzu ya no se mueve en un solo estilo en concreto, sino que el suyo es un mundo artístico amplísimo. Hace ya tres años desde que se introdujo en la escena musical argentina. Desde su Jujuy natal aprendía tanto del reggaetón como del pop y del punk. Toda una confluencia de estilos de la que derivó al trap, pero también al rap y a una estética muy punk. De ahí a hacer colaboraciones internacionales, abrir un concierto para su amigo y padrino musical J Balvin y a tener millones de reproducciones. La cuarentena ha sido para Julieta Cazzucheli (su nombre real) una situación propicia para crear: tuvo tiempo de leer, entre otras cosas, poemas de Alfonsina Storni (1892–1938), escritora suizo-argentina. De ellos se inspira para los títulos de las canciones, y del nombre de la columna que tenía en el diario La Nota, para el título del disco. Un trabajo en el que vincula feminismo y música, tirando tabúes y venciendo clichés de sentimientos históricamente unidos a la mujer.
¿Cómo te vino la idea del disco en estas circunstancias de cuarentena?
Estar en casa es el escenario perfecto para hacer música. La mayoría de artistas en cuarentena sabíamos que había que hacer música porque andamos buscando el espacio para crear. Este disco lo tenía en mi mente hacía ya mucho tiempo pero estaba en la vorágine de la gira y todo era muy intenso. La cuarentena trajo descanso, muchos pensamientos, mucha palabra y mucha lectura. Quise hacer un disco como un regalo audible para la gente, no quería construir nada que fuera para venderlo. Si bien la música es lo que nos sostiene económicamente, el disco no tuvo nunca un objetivo económico, sino emotivo. Era el mejor momento para experimentar. Todo era propicio: tenía el tiempo y la soledad suficiente para sentarme a escribir y jugar con las palabras y las melodías.
"El r&b es un género que me encanta, me pone recontenta. Escucho un disco de R&B y siento el feeling"
En este disco conceptual cambias del trap al R&B, un estilo en el que todavía no te conocíamos. ¿Este cambio viene por el mood global del reposo en cuarentena?
El r&b es un género que me encanta, me pone recontenta. Escucho un disco de R&B y siento el feeling. Me invita a intentar provocarlo. Quería hacer un disco así y era el momento indicado, también encontré a las personas indicadas para el proyecto. Yo me imaginaba a la gente en su casa escuchando reggaetón limpiando la casa, pero llegaba un momento donde la gente quiere inducirse a otro momento. Hicimos un disco para ese momento de calma, de cerrar los ojos y trasladarte.
¿Fue en cuarentena cuando leíste los poemas de Alfonsina Storni o ya venía de antes tu admiración hacia ella?
La conocía ya. Pero, honestamente, pensaba que la conocía. Cuando me vi con unos poemas suyos dije: "wow, ¿y esto?". Eran muy adelantados para el momento en que ella los había escrito. Las canciones ya estaban completas cuando les di el concepto. Sin el concepto del disco no soy nada. Soy muy fan de poder darle al disco un cierre total, así que me puse a leer un poco de poesía para inspirarme.
¿Por qué decides titular el disco así?
A Alfonsina la invitaron a escribir una columna en el diario La Nota sobre el 1920 que se llamó “Diario de Una niña inútil”. La invitaron a una sección de feminidades, así que decide escribir la columna simulando un diario íntimo. Lo primero que escribe es preguntarse por qué en feminidades, porque decía que no tenía nada que escribir que a los hombres les pudiera interesar. Cuando me topé con la vida de Alfonsina y su obra, elegí los poemas para las canciones. Fue muy importante el título del disco en contraste con las canciones, que hablan de amor y desamor, con mucha carga emocional y sentimental. Había algo que quería terminar de englobar: al fin y al cabo, después de toda la poesía de amor y de una mujer enamorada, había una mujer muy inteligente, que militaba y que sembró muchas bases de los movimientos que ahora nos competen y aportan tanto. Ella abordaba mucho desde la ironía: soy una inútil por no poder conseguir un marido, que era lo único que importaba. Mucha gente intentaba devaluar su inteligencia, y ella se defendía irónicamente diciendo que no hay nada peor que el arte esté interpelado por lo profano. Una se siente muy representada a la hora de hablar de sexo o de amor, como que se te pusiera en un lugar inferior, menos intelectual. Bien sabemos que está otorgado a nosotras el sentimentalismo, como “este es tu lugar”.
Son cosas que tradicional y erróneamente se ha vinculado a la mujer sin sentido. ¿Sientes que se tiende a banalizar tu obra solo por hablar de sentimientos o por ser una artista mujer?
Últimamente me he quejado del etiquetaje personal. Obviamente, a lo largo del tiempo fui evolucionando y entendiendo que estaba bien en ciertos aspectos. “Cazzu: artista femenina, trap femenino, música femenina”. No, es solo música. Sentía que eso me quitaba valor, me coartaba y coartaba el interés de los hombres. Pienso que un hombre está leyendo un diario en esa época y lee “feminidades” y pasa de página. No va con él, porque el mensaje te lo está casi prohibiendo. Sentía que si a mí me ponían “la artista de trap femenino” a los chabones no les va a interesar, no puedo llegar a ellos. ¿Por qué me degradan? Encontrar esto de Alfonsina fue encontrar a alguien que hace cien años atrás exactamente ya visibilizaba estas cosas que en esta era todavía suceden.
Te llaman la Jefa del Trap. ¿Te sientes cómoda con este título?
Yo me autopercibo como mujer, entonces sí me representa que me llamen con términos femeninos, absolutamente hablando de género. Lo que me pasaba a mí con “reina” es que no me representa porque siempre lo usamos con esta competencia entre mujeres. Es como “vos sos la reina del trap, el resto no, el resto son plebeyas y no lo hace tan bien”. Nunca me gustó el hecho de que entre las mujeres esté tan sembrada la competencia. Eso es lo que nos ha costado muchísimo a las mujeres sembrar y hacer prevalecer. Nos ha costado no saber cómo comunicarnos entre nosotras y con los hombres, sin la culpa del entorno.
¿Sientes que la escena del trap es machista o cada vez está abriéndose más?
No es que el trap sea machista, es que el mundo es machista todavía. Si bien una se siente parte de una gran revolución y evolución, hay muchísimo que deconstruir. Tratar de educar a los hombres de la mejor manera que dé resultado. Eso no subsana todo el daño que está hecho, y a veces ese daño se convierte en bronca y violencia. Es un buen momento para dejarnos de criticarnos entre nosotras mucho más de lo que criticamos a los hombres.
"No es que el trap sea machista, es que el mundo es machista todavía. Si bien una se siente parte de una gran revolución y evolución, hay muchísimo que deconstruir"
Existe una gran compenetración entre ti y los artistas y productores con los que colaboras, lo que da como resultado canciones excepcionales. ¿Qué es lo que más valoras en las colaboraciones, tanto con músicos como con productores?
Una va metiéndose por lugares donde encuentra gente común. Tenemos el mismo objetivo con toda la gente involucrada en este proyecto: hacer arte, valorar la letra, la poesía y la melodía. Es como estar enamorado. Ver esos sentimientos tan vívidos en el otro hace que necesariamente haya esa perfección donde todo entra y cabe. Lex Luthorz, Choclock, Dano y Chita son personas que estaban tan emocionadas y compenetradas como yo. Ese sentimiento lo valoro más que cualquier colaboración de éxito.
Abriste un concierto para J Balvin. ¿Cómo fue la experiencia y cómo es tu relación con él?
Nosotros abrimos uno de los conciertos de Balvin más importantes, “El niño e Medellín”, una especie de festival. Fue una experiencia muy bonita. Junto a Fabio Acosta, su manager y que trabaja con nosotros, ha tenido la visión de que yo era lo que le faltaba a la música. Es como un padrino, me ha llevado a muchos lugares, habla mucho de mí, siempre está apoyándome en todo. Yo le muestro mi música antes de que salga y le pido su opinión. A veces cuando hay cosas de este mundo que me aquejan, hablo con él. Es una persona muy especial para mí. Es divertido porque somos personas muy diferentes, pero es un gran referente para mí por cómo hace su música. Enlaza distintos tipos de artes. Lo admiro realmente, lo quiero y siempre le estoy muy agradecida por haber puesto sus ojos en mí.
Muchos compañeros tuyos de escena parece que están en una constante competición por las views y las reproducciones. ¿Estás pendiente de eso o prefieres no mirarlo mucho?
Me parece un circuito muy nocivo y enfermizo porque se convierte en algo muy injusto. Es importante saber que la gente te está escuchando, pero es un juego muy peligroso. Simplemente trato de estar perceptiva de otra manera a cómo la gente está tomando el proyecto. El fan que lo siente de verdad casi nunca comenta en ese momento, casi siempre está un rato disfrutando hasta ver si le pinta decir algo. También muchas veces a nosotros el Internet nos hace mucho daño, nos confunde. No desprecio a la industria porque estoy dentro de ella, pero la reconozco muy bien. Es como negociar con el sistema: ¿hasta qué punto soy capaz de vender, de ceder, de entender lo que es bueno o lo que realmente es bueno? ¿Qué tipo de artista quiero ser y a costa de qué? Mientras una tenga claras estas cosas, la vida es mucho más calmada y linda. Obvio que quiero que la gente escuche mis canciones, pero no sé si quiero tener número uno en todos lados. Quiero hacer música que a la gente le guste, que me deje vivir como a mí me gusta, pero siempre y cuando no venda el alma.
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