“La explanada de Windows delante de nosotros”. Eso es lo que ven ahora mismo la banda, que acaban de regresar con su tercer disco después de dos años de silencio. Un periodo en el que, lejos de hacerse olvidar, se han subido por las paredes (recomiendo buscar ese vídeo de Diego andando por el techo de la sala madrileña Wurlitzer Ballroom) y han sacado colaboraciones de millones (“Yo pensaba que me había tocado Dios”, con Barry B). Cómo para no ver el prado entero de ese fondo de pantalla. “Estamos en un momento muy bueno. Evidentemente es algo que sabemos hacia dónde va a ir, que es a tocar diez mil millones de conciertos, pero sí que veo como un campo abierto bastante amplio”, explica Martín.
Si uno escucha cinco minutillos de “Elige tu propia aventura” después de otros de aquel “Cuatro Chavales” (Sonido Muchacho, 22), verá que el factor “grito” ya no anda tan presente. “Yo necesitaba cantar un poco más”, señala Diego, un poco harto ya de estar todo el rato “en modo hooligan. Creo que hay cosas que no puedes llegar a transmitir si estás todo el rato arriba, en ese plan”. Cuentan que, componiendo, tenían ganas de dejar más espacio, “muchas más transiciones, más dinámica… Que no sea todo un chorizo que te va directo a la cara, que era lo que queríamos que fuese ‘Cuatro Chavales’”. “¿Ya no os sentís identificados con ellos?”, les pregunto. “Si no lo hiciéramos, estaríamos muertos por dentro”, responden.
“Al final todos hacemos música escuchando otra música y todas las noches están pintadas de canciones”
Hay giro de sonido (hacia la melodía y cierta psicodelia) y también de temática (menos risas, un poco más de amargura), pero cero nervios por el recibimiento. Por ahora, únicamente se lo han enseñado a un público selecto y lo tienen claro: “A la peña le va a molar. Va a ser la hostia”. Bueno, selecto “and company”… “No se lo enseño yo a mis a mis colegas más íntimos y este, de ciego, ¡se lo enchufa al batera de Karavana!”, lanza Diego. A Jorge de Los Punsetes –“clara influencia”, apuntan– también le flipó. “Cuando él nos dijo que era nuestro mejor disco dijimos… ‘Vale. Hecho’”.
Y lo de pasar del popurrí de ventolines, cervezas y preservativos de “Carolina Durante” (Sonido Muchacho, 19) a una portada al más puro estilo Leño de los ochenta tampoco es casualidad. “Nos dimos cuenta de que en el disco se repetían las palabras ‘hoyo’ y ‘suicidio’… Y había una frase de Juan que decía ‘Del hoyo no se sale, se aprende a vivir en él’”. Ese rollo de “vivir en el hoyo”, de no salir al mundo –metafóricamente– les molaba, y así llegó esta imagen de la alcantarilla. “Queríamos algo muy madraca”. Y vaya sí lo consiguieron.
“Elige tu propia aventura” va de estar en lo más bajo, sí, pero también de dosis de euforia a gran altitud. “TOMÉ CAFÉ” y “Dios Plan” son el reflejo de ello. “Nuestra vida no es una rutina de curro, gimnasio y a las once de la noche lees un poco y a dormir. Y nunca va a serlo”. Según Diego, “Nuestra vida es: ‘¿Qué coño hago hoy? ¿Qué cojones hago hoy? ¿Intento jugar a hacerla parecerse a la vida de mis amigos? ¿O llamo a todos los que sé que no tienen esta vida, nos vamos a un puto bar a las seis, nos pimplamos cervezas hasta las nueve, y acabamos yendo a la Wurlitzer para estar con veinte mataos de turno que salen un martes?’”. A la Wurlitzer o a la Tempo 2, apunto. El pub clásico de San Bernardo protagoniza una de las joyas del álbum y, afirman, no fueron ellos quienes lo escogieron: “Es él el que nos eligió a nosotros. Es el epicentro de la música que nosotros escuchamos”. Y lo de ese guiño a Shrek ahí en medio… “Queríamos darle un aire Beastie Boys, Beck… y Smash Mouth entraba ahí”. Confiesan que el disco está lleno de referencias, porque “al final todos hacemos música escuchando otra música y todas las noches están pintadas de canciones”. Y, al parecer, las veladas en el Tempo suenan a “All Star”.
“Estamos trabajando en que el directo sea mejor: ese es el objetivo ahora”
Saben que esta rutina no rutinaria es un privilegio absoluto, pero cuidarlo psicológicamente no es tan fácil. Aun así, se lo toman todo con su mentalidad de “risas dramáticas”. De hecho, el objetivo de “Joderse la vida” no era en absoluto “hacer una canción amarga, era hacer una como de medio risas. Me jodo la vida, pero entre comillas”. El futuro tampoco es algo por lo que se rayen en exceso. “Lo que digan de nosotros en sesenta años ni nos preocupa ni nos perturba”. Lo que les gusta de un grupo es “cuando se ve que tiene una personalidad y unas ganas de crecer en un sentido artístico. Y ya está”. Les pregunto si ellos lo han conseguido. Afirman con seguridad que sí. “Que se nos recuerde como un grupo con ambición, como algo que ocurrió” es lo único que piden a los titulares.
Diego, Martín, Mario y Juan quizá no sepan qué van a hacer dentro de dos años. Probablemente tampoco dentro de un par de horas. Lo que no pueden esconder es su meta principal en este momento. “Estamos trabajando en que el directo sea mejor: ese es el objetivo ahora”, aclaran. Quien vaya a su gira de salas a principios de 2025, que espere que “ocurran cosas”: “show”, “espectáculo”, “un amanecer”, “parque de atracciones” y “fuegos no artificiales”. Esa es la aventura que os proponen. Ahora nos toca a nosotros elegir si queremos también hacerla nuestra.
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