“Cuanto más profesional, más alta es la inversión”
EntrevistasCapros

“Cuanto más profesional, más alta es la inversión”

Abel Olivares — 10-03-2025
Fotografía — Josefina Pisano

Inicialmente se hacían llamar Capromoscow y cantaban en inglés. Ahora, después de casi una década sobre los escenarios, hemos pasado a conocerlos como, simplemente, Capros.

Miguel, Lucas, Ivan y Alex hacen borrón y cuenta nueva con un “Capros” (Autoeditado, 24) que forja la identidad definitiva de la banda y que estarán presentando en La Demoscópica de MondoSonoro (21 marzo, Sala Wolf, Barcelona), junto a Cristina Len y un grupo sorpresa.

Lleváis desde 2015 en activo. ¿Por qué reinventaros ahora?
Comunicarte en un idioma extranjero y ser fiel a ti mismo son dos cosas incompatibles. Sustituir el inglés por el español era una decisión que llevábamos tiempo queriendo tomar. Siempre nos hemos sentido inspirados por grupos como Red Hot Chili Peppers o The Strokes. En este sentido, nuestra forma de currar consistía en un juego de imitación; intentar hacer lo que hacía esta gente. Lo malo es que llegó un punto en el que nos topamos con una barrera que nos impedía ser quién realmente éramos. “Luz” fue la primera prueba, un single con el que nos dimos la oportunidad de empezar de cero. Desde entonces todo ha ido a mejor. El sentimiento de inseguridad es menor. Nos sentimos a gusto.

"Lo mejor es que hemos roto con la dinámica del estancamiento"

¿Qué ha cambiado exactamente?
Antes nuestras madres no nos entendían. Y ahora que saben de lo que hablamos, la cosa es mucho más divertida. Cuesta menos conectar. La gente empatiza. Miguel [voz], por ejemplo, ha dejado atrás ese malestar que le producía cantar en castellano. Tampoco tenemos la sensación de haber tirado todos estos años a la basura. Ha sido una década de crecimiento profesional, de conocimiento mutuo. Dar muerte a los egos ha sido muy fácil. La banda ha forjado la identidad que era incapaz de forjar y, encima, sobre una base sólida. Nunca habíamos estado tan en sintonía como ahora. También hemos abierto fronteras acerca del panorama nacional. No nos dábamos cuenta de la enorme cantidad de propuestas españolas que nos estábamos perdiendo. Mola poder tener referentes locales y jugar en la misma liga.

A raíz de “Capros” (24) las discográficas se empiezan a interesar en vosotros. Music Bus os ofrece un contrato y firmáis. ¿Cómo está siendo la experiencia habiendo trabajado tanto tiempo de forma independiente?
Realmente nuestra entrada en el sello no cambia nada. Decimos que es el quinto miembro. Nos proporciona un punto de vista enfocado a la industria, así como herramientas de las que antes no disponíamos. Dígase de la facilidad para contactar con agentes del sector o el saber moverse en el campo del marketing. Las posibilidades han crecido. Lo mejor es que hemos roto con la dinámica del estancamiento, o sea, las decisiones democráticas son mucho más fáciles de desempatar cuando el número es impar. Nos dan plena libertad. La confianza es recíproca. Al final, si nos han cogido es porque les gusta lo que hacemos y cómo lo hacemos. Significa el reconocimiento que llevábamos tiempo esperando.

A estas alturas del proyecto cualquiera diría que tenéis el privilegio de vivir de la música. ¿Es así? ¿Hasta qué punto llega lo de “por amor al arte”?
Negativo. Seguimos currando cada uno en paralelo al proyecto y, aun así, le dedicamos horas y horas. Por no hablar de la ingente cantidad de dinero que invertimos en él. Está claro que cuanto más profesional, más alta es la inversión. Obviamente, queremos llegar más alto, pero no se trata de eso. Es algo más parecido al hecho de pasarlo bien mientras depuras tu interior. Ahora bien, en términos de alcance, hacemos todo tipo de malabares para que los números no se nos suban a la cabeza. De ser así, tiraríamos la toalla. Lástima que nos guste demasiado lo que hacemos.

¿Qué tenéis que decir al respecto de la estrofa “y que triste es vivir en Barcelona porque en esta ciudad no nos valoran” de “Barcelona”?
En nuestra defensa diremos que es una canción originada en la desazón que produce no ser tomado en cuenta si no cumples ciertos baremos. Querer ir al Primavera o al Cruïlla implica someterte a un análisis exhaustivo de tu Instagram y Spotify; si no alcanzas los mínimos que requieren los bookers, pierdes la oportunidad. La putada es que quedarte sin el escaparate que te ofrecen te impide traspasar esos mínimos. Es un pez que se muerde la cola. De ahí que la estrofa siga con: “Yo solo quiero tocar a las cuatro de la tarde en el Primavera”, la hora de mierda con la que podríamos romper el círculo vicioso. También es un tema que la movida en Barcelona no es la misma que la de ciudades como Madrid. Por ejemplo: cuando La Paloma debutaron, lo hicieron acompañados de Alcalá Norte, Carolina Durante, Cora Yako… Todos los grupos del panorama se estaban apoyando unos a otros. No es que esto no pase en Barna, pero cuesta más. Las salas de conciertos no están tan dispuestas a crear comunidad. De entrada, lo primero que te pasan es el precio de alquiler. Quedas aislado ante la decisión de marcar un precio a las entradas que te mantenga igual, sin perder dinero. Básicamente, lo que denunciamos es la ausencia de espacios que primen la música por encima de todo. A la mínima que nacen sitios así, funcionan muchísimo porque, realmente, la gente quiere tocar y escuchar música.

Desgraciadamente, la Ciudad Condal se está convirtiendo en el foco de la gentrificación. ¿Creéis que los festivales están agravando sus efectos?
En un negocio lo que importa son los beneficios, por ende, el Primavera querrá traer grupos que jueguen a su favor. Por eso programan bandas extranjeras. Está todo pensado para atraer público internacional que venga una y otra vez, creando un impacto positivo, ya no en su empresa, sino en la economía estatal. Eso, quieras o no, acaba teniendo una influencia en la vida del día a día. Enlaza un poco con nuestra crítica a la falta de propuestas locales. ¿Cuántos artistas made in Barcelona se pueden disfrutar en el Primavera? Creemos que festivales como este deben dar un paso atrás y ponerse al lado de los músicos. Apoyarlos. Mejor eso que forzar a la gente a ver cinco minutos de uno, cinco minutos de otro, para al final salir con la sensación de no haber visto nada.

¿Tiene Capros un as bajo la manga para este 2025?
Exclusiva: Hay un segundo álbum cociéndose en el estudio que saldrá este mismo año. No hace falta decir que en los próximos bolos (en La Demoscópica de Mondo Sonoro, 21 marzo, Sala Wolf; y en Madrid (11 abril, Sala El Perro), sonarán avances, así que quién esté interesado ya sabe lo que tiene que hacer. De momento, solo podemos anticipar “Fomo”, un sencillo sobre la ansiedad de perderse cosas y querer estar en todos lados. Estamos esperando a ver qué ocurre cuando terminemos de grabar. Suelen haber sorpresas. 2025 es el año en el que confiamos poder hacer lo que no hemos hecho hasta ahora. En Music Bus siempre nos repiten que las cosas bien hechas tardan lo suyo. La esperanza está puesta en que este nuevo álbum sea el álbum en mayúsculas.

 

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