Canciones caseras
EntrevistasWild Honey

Canciones caseras

Javi Ruiz — 04-01-2010

lguien que se sube a un escenario a tocar el disco de Navidad de Phil Spector de principio a fin, merece toda mi atención. Si además firma uno de los mejores trabajos que he escuchado en mucho tiempo sólo me queda preguntarme cómo lo ha hecho. En el caso de “Epic Handshakes And A Bear Hug” nos encontramos frente a doce canciones memorables de las que es difícil escapar, construidas con mimo, precisión y un gusto por los detalles realmente envidiable.

Alguien que se sube a un escenario a tocar el disco de Navidad de Phil Spector de principio a fin, merece toda mi atención. Si además firma uno de los mejores trabajos que he escuchado en mucho tiempo sólo me queda preguntarme cómo lo ha hecho. En el caso de “Epic Handshakes And A Bear Hug” nos encontramos frente a doce canciones memorables de las que es difícil escapar, construidas con mimo, precisión y un gusto por los detalles realmente envidiable. Guillermo Farré, consciente de que los tiempos hace mucho que han cambiado, optó por la descarga gratuita y la autoedición. “Lo he publicado yo mismo y no tengo ni distribuidora ni sello. Lo han bajado cuatro mil personas, de las que puede que lo compren ciento cincuenta. Si no lo hubiera hecho así, igual lo hubieran comprado treinta nada más. Está bajo licencia Creative Commons. No hago de ello una bandera, pero me parece importante”. Bajista y compositor en Mittens, necesitaba un proyecto con el que dar salida a un proyecto “casero”. “Empecé a grabar canciones en casa por probar, y cada vez estaba más cómodo. Me gustaba cómo sonaba mi voz y mi guitarra acústica. Si le das más importancia a las guitarras o a la batería sale una canción u otra, y también cuentan cosas distintas. Hay algunas que son coherentes con el universo Wild Honey y otras que veo más en Mittens porque al cantar otra persona me resulta algo más abierto”. Con los deberes hechos, decidió lanzarse a la piscina y marcharse a Nashville a mezclarlo con Brad Jones. “A excepción de las baterías, lo grabé todo en mi casa. Lo de Nashville parecía algo imposible de hacer si no tienes un sello, pero luego vi que no era tan caro. Me gustaba el trabajo de Brad Jones, le mandé el EP, le gustó y él me animó a hacerlo. En realidad no me costó más que si me hubiera comprado una guitarra nueva. Como experiencia fue increíble porque, por ejemplo, en el estudio de al lado estaban ensayando The Raconteurs”. Sin recurrir al trillado lamento ni al habitual corazón roto, demuestra que pueden hacerse canciones melancólicas sin vender pánico y destacar por unos arreglos resultones, delicados y sin estridencias. “Para mí es lo más divertido. Me gusta mucho el detalle, y viene de cómo soy como oyente. Le dedico un montón de tiempo, pero casi como un pasatiempo”.

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