Frankie, Jorge y Fernando piden unos tercios y charlan como si no hubiera una grabadora en el medio de la mesa. Abel, el nuevo integrante del grupo, sostiene al recién nacido. Mide más de un metro y está enmarcado a duras penas: es la lámina pintada a mano que conforma la portada del elepé. Después de ver las ilustraciones de Clara S. Prous y salir pensando “Joder, qué desagradable”, y al mismo tiempo no poder apartar la mirada, decidieron que eran perfectas para Camellos. “Retrata cosas muy reales, sí, pero siempre aplicándoles un toque de feísmo. Va muy casado con nuestro estilo”. Y si empiezo a hablaros sobre “Gran Hostal” por su fachada (esas “situaciones delirantes” que ilustran cada single) es para que os dé tiempo a coger aire. Porque dentro del disco no huele a rosas precisamente.
“A día de hoy, la gente nos sigue queriendo meter en el saco del humor”
“Creemos que está bien mostrar cosas que no son tan sumamente triunfadoras. ¡Parece que solo podemos hablar de lo triste que estoy porque me han dejado, o de lo bien que me va en la vida!”. Desde la elección de “hostal” y no “hotel” (“el hostal tiene menos categoría, y nos gusta jugar con esa gracia de las cosas no ostentosas”) hasta los personajes alojados, variopintos como ellos solos, todo contribuye a su concepto de álbum “costra”: “Escuece y gusta como arrancarse un padrastro. ‘Gran Hostal’ es lo que hay debajo”.
Saco el tema de uno de los huéspedes más rancios, “Juan In The Middle”. Les pregunto cómo surge esta canción. Que cómo NO iba a surgir esta canción, replica Jorge. Juan “el middle man” es “esa típica persona que tiene por lo general un puesto más alto que tú, y seguramente un sueldazo, y que no sabes qué hace en la empresa”. Esa gente que se dedica a “marear el Excel o a pasar bolas como si estuvieran en un partido de tenis. ¡Me hierve la sangre!”. Por eso fue sumamente fácil escribirla, explican. Es una de esas pistas que terminará siendo insignia del grupo, y que, de haberse lanzado unos años atrás, habría formado parte de “la gran batalla de Camellos”. “Al principio nos comparaban con grupos como Mama Ladilla y, a día de hoy, la gente nos sigue queriendo meter en el saco del humor”. Pero están consiguiendo ganar esta reyerta. “Recientemente estamos consiguiendo que la gente entienda que sí, que estamos para pasarlo bien, pero que también intentamos meter un mensaje en las canciones”.
“Está bien mostrar cosas que no son tan sumamente triunfadoras”
Ese es uno de sus objetivos, señalan; el otro, seguir haciendo música sin morir en el intento. Llevo unos escasos quince minutos con ellos y ya han repetido varias veces que en la banda no funcionan las cosas del todo como deberían, pero al final acaba saliendo bien. “Somos un poco disfuncionales como banda y en nuestras vidas, pero bastante felices”. El universo les pone tropezones, pero “todo acaba caminando solo”, ni ellos saben muy bien cómo. “El secreto es no dormir”. Ejemplo claro: la colaboración en “1900” con Marina de Repion, entregada por los pelos, unas horas antes de mandar a masterizar el álbum completo. “Repion es un grupo que admiramos mucho”, y después de que en La Riviera de 2022 la vocalista los acompañara en algún tema, tuvieron claro que “eso había que grabarlo”. “Marina sabe cantar algo de OT y bordarlo, y después algo de rock y hacerlo también genial”, explica Frankie. Eso sí, si no hubiera sido porque ella podía grabar aquel día, no habría colaboración. “Ya te digo que todo podría irse a la mierda en cualquier momento, pero no se va a la mierda”. Aplaudo a esa magia divina por mantenerles en pie.
Puestos a hablar de colaboraciones, curioseo sobre por qué en este, después de tres discos con escasos featurings (solo uno, con Josele Santiago), les ha dado por hacer “tantas”. “¡Los nuevos C. Tangana!”, comentan entre risas. “Literalmente el disco estaba hecho y de repente salió el tema de ‘Oye, ¿y si hacemos colabos?”. Un telefonazo a Biznaga, Perro y la mencionada Marina de Repion y ya estaba el nuevo “El Madrileño” montado. “Eran propuestas que, como casi todo en Camellos, tienen un punto de hacerlo todo solo con gente de confianza”. De hecho, había una cuarta colaboración que se quedó en el tintero al ser imposible cuadrar horarios, confiesan: Alcalá Norte. Bandas como la de los de “La vida cañón” son las que coronan sus playlists ahora. “Actualmente hay un nivelazo de bandas que flipas. Ahora todo el mundo tiene una calidad muy superior a la de hace diez años, pero en la creatividad… Ahí sí que veo una falta”. Nombran grupos como CORTE!, Nerve Agent, Pantocrator o Tetas Frías, en los que coinciden todos, pero pronto alguna pullita sobre escuchar a Bob Dylan y a Nickelback cruza la mesa. “La gente del Atleti también está orgullosa y ahí está”. En este ambiente de concordia piden otra cerveza. Yo dejo de grabar para limitarme a disfrutar del ingenio de estos “storytellers de barrio”. El resto de noche disfuncional se queda solo entre El Museo del Jamón y nosotros.
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