Insistís en que es vuestro disco más pop y variado, que es diferente, aunque ya en Asfixia (Sonido Muchacho, 2015) os estabais moviendo a otro lugar. ¿Estábais aburridos y necesitabais un cambio?
Sí. Tuvimos una pequeña discusión sobre cómo debía ser lo próximo que hiciéramos y coincidimos bastante en que no queríamos volver a repetir lo que ya habíamos hecho. Es verdad que en los discos anteriores hubo cambios, pero, por un lado, quizá la gente no los percibió tanto y, por otro, nosotros estábamos con ganas de cambiar de tercio. Nos tomamos una temporada libre sin tocar, yo empecé a trabajar en nuevas canciones e ideas como de varios estilos, y fuimos tirando por ahí.
Han pasado más de tres años desde el anterior disco. ¿Que ha pasado este tiempo que tenga que ver con esto?
Tres y pico, sí. Pasamos una etapa “crítica” pero en el sentido clínico, de cuando todo va a mejorar. Queríamos cambiar, pero no sabíamos muy bien hacia dónde. Nos hizo falta este tiempo para ver qué camino podíamos abrir.
¿Crees que para un grupo es necesario, incluso para su propia supervivencia, no repetir un disco tras otro?
En nuestro caso sí. En las discusiones previas que tuvimos había una cierta desidia hacia la idea de hacer otro disco. Al cambiar, todo se hizo mucho más fácil, porque teníamos claro que no queríamos seguir como estábamos. Fue un día de borrachera: nos pusimos a hablar del tema y estábamos de acuerdo en que había que romper. Sobre todo, no dar un pequeño paso más, sino hacer un cambio muy contundente, un cambio radical. Ahí nos quedamos un poco en pelotas, al no saber hacia dónde tirar, e hizo falta este tiempo. Empezaron a surgir canciones y las energías se renovaron. De pronto, es como si volvieras a empezar. Ni sabes cómo va a reaccionar la gente. De hecho, hasta cambiamos la forma de trabajar. Antes, montábamos las canciones en el local y luego grabábamos maquetas. Con este disco, simplemente las grabé con acústica y voz para empezar a trabajar. Luego, a veces ni siquiera metíamos guitarra, sino un sampler o un sintetizador… Era una manera muy, muy diferente.
Es sorprendente que todos estuvierais de acuerdo en un cambio tan radical en cuanto al método de trabajo.
Yo soy el primer sorprendido en que todos estuviéramos tan de acuerdo. Porque en un grupo, siempre hay alguien muy a gusto con cómo se hacen las cosas. En ese sentido, todos hemos mostrado mucha madurez, hay que decirlo. Había que cambiar y todos estábamos por ello.
¿También ha habido un cambio consciente en las letras?
Sí. Sigue habiendo letras con mucho contenido político, pero el tratamiento es distinto. Excepto una, son como menos de analizar esa situación y más combativas en cuanto a enfrentarte a ella. Incluso en las que tratan más de relaciones personales es así. No fue un cambio muy premeditado, pero supongo que ayudó que hiciera primero la música. La música me llevaba más a algo así, porque era como más alegre. No me apetecía tanto hablar de algo de bajón, sino ver cierta esperanza, un poco de luz al final del túnel. Aunque las cosas estén mal, luchar contra ellas.
“No se trataba tanto de cambiar etiquetas, como de oxigenar el disco”
¿Cómo fue la aventura de grabar en Estados Unidos?
Todo fue muy casual. En 2017 nos llamaron para tocar en un festival de Chicago (Ruido Fest). Al principio, era como: "¿Aprovechamos para hacer gira o qué?". Entonces, surgió la posibilidad de grabar, empezamos a hablar con productores y el que más se adaptó fue Erik (Wofford), que además, nos lo puso muy fácil, porque para una producción yéndote allá necesitas backline, y él se enrolló un montón. Los discos anteriores le gustaron mucho, pero le explicamos que buscábamos un cambio de tercio total y él estuvo muy por la labor. Grabamos en su estudio, Cacophony Recorders. Era casi un sueño ir a grabar allí. Estábamos muy emocionados, aunque él es un tío bastante serio. Le queríamos tirar de la lengua y que nos contara cosas, pero no era muy amigo de contar batallas (risas). Alguna nos contó, porque grabó con Brian Wilson y M Ward y un montón más. Pero le costaba contar cosas.
¿Cómo enfocasteis la grabación? ¿Queríais que él hiciera de productor o simplemente de técnico?
Se metió bastante en la producción. Podía decir: “Esta parte veo que se prolonga demasiado”, es decir, se metía un poco en temas artísticos. El estudio es la hostia, porque no tiene control aislado. Entonces, la batería la grabamos ahí al lado. Teníamos que estar callados, con los cascos. Tiene un montón de salas y en cada una hay un montón de amplis. Tú estabas grabando en el control, y él simplemente hacía que usaras uno u otro. Fue muy guay porque controla muchísimo. Me preguntaba: ¿Qué vas a grabar aquí?”. Y yo le decía: “Tengo pensado hacía esto”. Y él: “Vale, pero ésa no es la guitarra adecuada ni el ampli, vamos a hacerlo con esta guitarra o este ampli”, o “Vamos a hacerlo con un sinte”. Es muy abierto. Primero, grabábamos nuestras ideas, y luego él proponía las suyas, para que escogiéramos.
A nivel de arreglos, hay incluso cuerdas. ¿Eso lo teníais claro desde el principio?
Sí, en la maqueta ya lo habíamos hecho. Lo que pasa es que luego estás allí y tienes tantísimas posibilidades… Estuvimos bastante tiempo para probar cosas (nueve días). Algunas se probaban y se desechaban, y otras se quedaban. Y él muchas veces, al oír la canción nos decía: “Lo tengo, hay que meter esto”.
¿Y la experiencia de vivir allí durante un tiempo?
A ver, nosotros ya habíamos estado en Austin, en el South By Southwest, pero nos gustó muchísimo más esta vez. El festival es como un parque temático del rock and roll. Ya es demasiado, es una sobredosis total, porque la ciudad tiene conciertos todos los días del año. No ves esa necesidad de que haya tantísimo. Teníamos un jet lag de la hostia y yo me despertaba todos los días a las 6 de la mañana y me iba a pasear, porque no quedábamos hasta las 10. Austin no se corresponde a la imagen que tenemos de Texas de una zona muy desértica. Es como muy verde y tiene parques chulísimos. Fue muy buena experiencia.
Aparte de las vivencias y los recuerdos con los que os quedáis, ¿estáis satisfechos de cómo ha quedado?
Sí, la verdad es que mucho, mucho. La emoción fue in crescendo. Ya al grabar las maquetas intuíamos que teníamos algo gordo entre manos y según lo fuimos haciendo, cada vez pensábamos que iba a molar más. Fue muy emocionante.
En Cálida asoman influencias que quizá antes no se veían tanto. Se me ocurren nombres como The Cure o The Smiths. Es verdad que muchas veces nosotros oímos cosas que el grupo ni siquiera tuvo en cuenta, pero ¿os inspirasteis conscientemente en música a la que normalmente no se os asociaba?
A ver, el ser humano funciona de esta forma: "Idea más idea, idea nueva". Es algo muchas veces inconsciente, pero sí te das cuenta de que algo está cambiando cuando en las conversaciones te ves hablando de grupos de los que no habías hablado nunca. Por ejemplo, surgía mucho el nombre de The Flaming Lips, Stereolab (aunque ya era una influencia, ahora se nota mucho más), incluso The Go Team. No sé, infinidad de grupos. De hecho, Erik nos pidió que le enviáramos una playlist de Spotify para que viera por dónde queríamos que fueran los tiros. Yo qué sé, hablamos mucho también de grupos de funk y de rap, aunque luego quizá no buscábamos las cosas más características de los géneros, pero sí arreglos concretos. La introducción de metales y cuerdas nos viene mucho por el soul, Curtis Mayfield y cosas por el estilo. Queríamos adaptar todo esto a nuestras canciones para darles ese nuevo aire.
¿Buscabais desprenderos de esa etiqueta de shoegaze que os ha acompañado desde el principio? ¿Habéis acabado cansados de ella? Aunque las etiquetas son sólo eso.
Eh… (duda). Sí y no. De hecho, hay un tema que es bastante shoegaze. Pero no era tanto pensar en etiquetas, sino en oxigenarlo todo mucho más. Al principio, no queríamos meter guitarras distorsionadas en ninguna canción, aunque finalmente sí metimos alguna cosilla. Queríamos ser radicales con eso y casi todas las guitarras son limpias. Si antes buscábamos mucho la contundencia, en éste buscamos sobre todo la belleza. Queríamos que fuera un disco bonito. Nos apetecía hacer un disco que fuera, quizá, más sencillo de escuchar y con la vista puesta en cosas que siempre nos han gustado pero que nunca habíamos probado hacer.
Pero pensando en lo que os gusta a vosotros.
Sí, sí. Nosotros queremos ser un grupo que nos guste a nosotros. Los grupos que nos gustan no es que les gusten a muchísima gente, entonces…si luego la gente está, bienvenida sea.
Porque a nivel de expectativas, ¿qué pensáis que va a pasar con este disco?
Al principio piensas que estás haciendo algo que va a ser gigante, y después la realidad te pone en tu sitio. Las expectativas son todas. Un poco por la trayectoria del grupo sí que podemos pensar crecer un peldañito, pero luego no sabes muy bien a dónde va a llegar. Lo que sí estamos notando es muchísima más atención no ya de los medios, que siempre nos han tratado bien, sino de la gente o de otros músicos, que nos dicen que les está gustando mucho. La cabeza empieza a rular y te ves un poco como creciendo más. Pero, al final, eso tampoco importa mucho.
“Yo también estoy un poco aburrido de los clichés de grupo indie de guitarras”
¿Crees que a la gente joven le sigue interesando la música de guitarras como antes, o hay un cambio generacional claro?
Yo en realidad no lo veo tanto. De hecho, vivo con chavales muy jovencitos y veo que son muy abiertos. Tienen muy pocos prejuicios y mucha cultura musical, por lo menos los que conozco yo. Son una generación de Internet, lo han tenido todo a su alcance, y, entonces, son mucho más dueños de sus gustos, quizá. No dependen de lo que les pongan, pueden ir a la fuente.
No sé, quizá lo que pasa también es que el pop de guitarras con distorsión está un poco quemado ya. Lo ven como que forma parte de una época que ha pasado. Y me parece bien. Mis compañeros de grupo oyen bastante trap también (risas). No es algo que me moleste especialmente. Yo mismo también estoy un poco aburrido de los clichés del grupo indie de guitarras, algo que era muy de los noventa, y que quizá se ha explotado demasiado. Nosotros siempre nos hemos sentido un poco alejados de eso.
¿Cómo se mantiene la motivación a estas alturas, cuando llegas al cuarto disco?
Bueno, supongo que se mantiene si te llevas bien, algo que es muy importante, y porque esto te va dando alegrías. Alguna pena te va a dar siempre, te lleva mucho tiempo, pero si te da alegrías y te gusta, sigues. Por lo menos, en nuestro caso nunca ha habido dudas de dejarlo ni nada por el estilo. Nos agobiamos un poco antes de hacer este disco, porque no sabíamos cómo íbamos a salir del proceso de cambio y llegar a un punto en que todos estuviéramos contentos.
Empieza la temporada de festivales y tocáis en varios, ¿no es así?
Sí, se ha anunciado el Wam, luego tenemos Tomavistas, Fiesta Al Ándalus en Málaga… este sábado tocamos en Lugo en la presentación de un festival. Después, tenemos el Cranc en Menorca y Sonorama. Y alguna cosa más. Antes del verano no habrá presentación del disco en sala.
¿Cómo lleva un grupo como el vuestro lo de tocar en escenarios grandes, con todo lo que conlleva?
Está claro que en un festival te va a ver más gente que en diez salas juntas. Por un lado, es bastante agradecido, pero también hay presión, porque te la juegas un poco. A nosotros nos gusta mucho tocar en sala, siempre hemos sido muy espartanos en ese sentido, pero hoy por hoy el éxito de un grupo casi se mide en función de su asistencia a festivales. No lo hemos planeado así ni es lo que más nos gusta, pero es lo que está pasando. Tocar al aire libre, además, tiene la ventaja de que no hay problemas de sonido con la arquitectura del sitio. Suelen ser bastante agradecidos. Y nosotros somos muy disfrutones (risas).
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