No corren buenos tiempos para el “humanismo”, pero no se me ocurre mejor apelativo para el grupo norteamericano especialista en sonidos fronterizos. En tiempos confusos y turbulentos, en lugar de rendirse al cinismo, no abandonan la esperanza en una humanidad menos extremista y más unida. Me esperan en persona en las oficinas de su distribuidora en Madrid, parapetados tras sendos cafés. La sombra de Trump y el lado tenebroso de las redes sociales no tardan en aparecer, a un año justo de su elección. Pero también hay tiempo para hablar de cosas buenas, como Tom Petty, “Moby Dick” (la extraordinaria novela de Melville) o las ballenas jorobadas de California. Hay demasiadas cosas bonitas en el mundo como para revolcarnos en nuestra miseria. La música, una de ellas.
"Cuando escucho gran parte del pop que se hace ahora me parece que todo está demasiado controlado, producido y medido".
La última vez que hablé con Joey fue por teléfono, a propósito de “Edge Of The Sun” (15). Mucho mejor así. Por teléfono es siempre un poco frío.
(Joey Burns) Sí, estoy de acuerdo. Lo que hago yo es ponerme a caminar un poco mientras hablo. Me suele funcionar.
El single con el que presentáis el álbum “End of the World With You” es diferente a lo que soléis hacer. Me sorprendió leer que os inspirasteis en grupos de los noventa como Pavement o Sebadoh.
(Burns) ¡Totalmente! Hasta tal punto, que en algún momento pensé que no deberíamos grabar esa canción (risas). No, creo que una buena manera de empezar una sesión es partir de una idea que te sea familiar en algún nivel, para después grabarla y hacer salir tu propia voz. Entonces se convierte en otra cosa, no tanto en aquello en lo que pensabas al principio. La clave es que te permita expresarte, no paralizarte o criticarte con demasiada dureza. Abrirte. Fue una manera estupenda de pasarlo bien. Cuando grabamos las pistas fundamentales, todavía seguía haciendo el tonto con el micro, como para decirles al resto de músicos: “No os preocupéis, podéis hacer lo que queráis porque yo voy a hacer el payaso tanto como pueda con la voz”. Y eso es precisamente lo que me gusta de esas bandas, que tienen un sentido lúdico. Creo que necesitamos más de esto. Cuando escucho gran parte del pop que se hace ahora -aunque no considero esta canción pop, en absoluto: es una canción rock- me parece que todo está demasiado controlado, producido y medido. De vez en cuando me gusta que las cosas estén algo más relajadas.
Y qué bonito vídeo, con esas imágenes aéreas de los paisajes del norte de California. Un lugar precioso.
(Burns) Sí, es de nuestro ingeniero de sonido habitual, Craig Schumacher, que vino desde El Paso a California. Le encanta hacer vídeos con drones. Es una de sus aficiones ahora, y le dedica mucho tiempo. Estaba entusiasmado y súper orgulloso del vídeo.
Las imágenes de la costa de California son increíbles. Y grabasteis precisamente allí, en la costa norte de ese estado. ¿Por alguna razón?
(Burns) Porque hay un estudio estupendo (Panoramic House).
JC: Y está muy bien salir de casa. De igual manera que grabamos en México “The Edge of the Sun” y “Algiers”, en Nueva Orleans. “Carried to Dust” fue mezclado en Austin, Texas. A veces necesitas salir de donde estás normalmente para concentrarte. Creo que, para nosotros, Stinson Beach, en el norte de California, ha sido una muy buena elección. Tuvimos la oportunidad de estar rodeados de naturaleza y apreciar la experiencia en toda su dimensión. Es un estudio que tiene grandes ventanales a través de los que puedes ver mientras tocas, lo cual es bastante raro. Porque normalmente los estudios están aislados, para capturar el sonido, y no suelen tener ventanas. Incluso si las tienen, suelen ser dobles, como las de los barcos, pero éste tiene unas vistas increíbles. Lo disfrutamos muchísimo. Fue muy inspirador.
(Burns) Y no olvidemos que John y yo nos conocimos en California hace muchos años.
JC: Crecimos en California, así que ha sido como un regreso. Tienes esa sensación de espacio tan especial. Una mañana, estaba corriendo por la playa y pude ver una ballena jorobada. Fue una cosa tan…tan llena de vida, tan preciosa. En estos tiempos en los que todavía se pretende perforar en las partes más prístinas y preciosas de la Tierra en busca de más petróleo, te das cuenta de que todavía quedan rincones intactos. Cuando ves algo así, tienes una mayor sensación de que el tiempo apremia. Por eso estuvo tan bien grabar allí.
Me ha llamado la atención que, con alguna excepción, las canciones de este disco son bastante o muy breves. ¿Fue algo deliberado, queríais ir directamente al grano?
(Burns) Sí, de hecho la única canción que es un poco más larga, “Thrown to the Wild”, podría no haberlo sido tanto. Fue una de las primeras canciones que me salieron en casa y de la que pensé: “Vale, esto es algo con lo que conecto musical y temáticamente”. Pero cuando escucho discos de los 50 y 60, las canciones son incluso más cortas que éstas: dos minutos y medio como mucho. Mi grupo punk favorito son The Minutemen, cuyos temas duraban apenas un minuto. Supongo que de alguna manera, en el estudio ahora estamos más preocupados por la duración, porque queremos ir al grano. Así que la respuesta a tu pregunta es: en cierto modo, sí. Pero a la vez tenemos canciones como “Shortboard” o “Spinball” en las que nos tomamos bastantes libertades, sin preocupamos de lo que duran. También es importante sentirse como fuera del tiempo.
JC: Es interesante cómo la percepción del tiempo cambia, de hecho. Una canción en particular puede parecer muy rápida cuando de hecho es larga y una canción corta puede durar una eternidad. Por ejemplo, ahora me estoy leyendo “Moby Dick”, la novela clásica, y me está llevando meses. En realidad el autor (Melville) escribe a menudo capítulos muy cortos, de dos o tres páginas, pero a veces te lleva una hora acabarlos, porque tiene una prosa muy densa y se explica muchísimo, usando frases muy largas. ¡Tienes que parar un minuto a ver qué te ha dicho! Sin embargo, hay otros capítulos en los que las páginas vuelan. Creo que esto pasa con la música también.
(Burns) Totalmente.
JC: Así que ya sabéis, la ballena me inspiró (risas).
"Deberíamos tener a más mujeres en el poder y que los hombres se callaran más la puta boca".
Tengo la impresión de que este disco tiene un sonido como más oscuro, o quizá con cierto filo. O al menos, que hay canciones más oscuras de lo habitual. ¿Lo buscasteis así por alguna razón, quizá es una reacción a lo que sucedía alrededor políticamente?
(Burns) No lo sé…
JC: Quizá más crudo, sí. Creo que tiene cierta inmediatez que le viene muy bien a algunas canciones.
(Burns) Oscuro era “The Black Light” (City Slang, 98). El sonido era más apagado y también temáticamente remitía a cierta oscuridad. Es un disco largo, con bastantes temas instrumentales, por lo que se hace pesado. Y me encanta. No creo que éste sea tan oscuro.
JC: Es más equilibrado.
(Burns) Sí, hay un equilibrio. En realidad queríamos reflejar la naturaleza ecléctica del grupo: músicos con diferentes backgrounds y culturas. Por ejemplo, Jairo (Zavala, Depedro) nos trajo desde Madrid una letra con mucho sentimiento, “Flores y tamales”. A Martin Wenk, de Berlín, con su enfoque particular, le encanta Tom Petty. Estaba de gira con un grupo joven de world-pop acústico llamado Milky Chance (también alemanes) y tocaban en un festival en San Diego. Su novia compró entradas para ver en el Hollywood Bowl el que sería su último concierto. Él entiende de dónde viene gran parte del rock, el pop y el folk americano, pero al mismo tiempo hace su propia interpretación, por el hecho de vivir en Berlín. Estas conexiones me parecen fascinantes. Me encanta que el disco te abra diferentes ventanas, capítulos, lados. Es como volver a casa y preguntarte: ¿Cómo demonios se torció todo? ¿Por qué estamos aquí, tres pasos atrás? ¿Qué coño está pasando?
Precisamente quería hablar de eso más tarde, puesto que siempre os habéis mostrado comprometidos con lo que nos rodea, pero ya que estamos, paso a ello.
(Burns)¡Queríamos que nos lo preguntaras, de hecho!
Perfecto. Entonces, voy a ello. Sobre todo, desde aquí nos ha chocado mucho cómo vuestro presidente, elegido hace un año, es justo lo contrario a su predecesor. ¿Cómo lo lleváis? Por aquí no acabamos de entender qué pasó.
JC: ¡Es lo contrario a Obama! (risas). Pues mira, nosotros todavía nos estamos preguntando qué pasó. Hay gente que lo intenta a lo grande, como Hillary Clinton con su libro -que, por cierto, he leído-. Imagínate cómo estaba cuando ganó…ella intenta dar una respuesta desde su punto de vista. Pero, ¿qué sucedió con los individuos, la gente que iba a los mítines a gritar “¡vamos a construir un muro y México va a pagarlo!” y se lo creían? Se tragaban algo imposible, una cosa que no tiene sentido. Es obvio que hay una parte importante de la población, y en Europa también, en Hungría o Italia, a la que se puede engañar muy fácilmente. En la cúspide de todo esto, tenemos la nueva tecnología, Facebook y demás, que funciona como una gran caja de resonancia. Estamos viendo el resultado, algo absolutamente chocante. Increíble. Pero, en realidad, todo se reduce a los individuos. Yo todavía estoy intentando asimilarlo. ¿Y qué decía Obama en su famoso discurso de 2004 en el congreso demócrata? Que teníamos que mantenernos unidos. ¡Qué contraste! Pero mira, creo que al final va a haber un punto de inflexión, una pequeña luz, si las cosas no siguen yendo en esta dirección, que es muy dura de asimilar. Como dijo Obama, esto no es una carretera recta, hay muchas curvas. Dos pasos atrás, uno delante, dos atrás…
(Burns)¡Esto es lo más esperanzado que has dicho en todo el año! (risas).
JC: Bueno, queremos mirar adelante y que nuestros hijos tengan la mejor vida. Que sigan viendo ballenas en la naturaleza. Y además, no todo son los Estados Unidos. Hay un mundo entero ahí afuera. Estaría bien si pudiéramos liderar las energías renovables, pero…hasta China nos llama la atención en plan “hey, por lo menos aparentad que lideráis”.
(Burns) Hasta Siria se ha unido a los protocolos de París. Somos los únicos que estamos fuera. En realidad, muchos de los problemas que suceden en el mundo tienen que ver con el racismo. Lo de Trump asumiendo el “birtherism” (doctrina que pone en duda la nacionalidad de Obama y por tanto, su legitimidad para ser presidente); que en realidad lo que dice es: “Somos unos racistas cabrones, no podemos abrirnos de corazón”. Todo se reduce a eso. Un montón de lo que sucede viene de ahí, y sabemos que es una ideología que pugna por sobrevivir, pero no lo puede hacer. Y ahora estamos levantando la voz contra el racismo, los abusos sexuales…no hay lugar para esto. Deberíamos tener a más mujeres en el poder y que los hombres se callaran más la puta boca.
¿Cómo afecta el estado de vuestro país o el mundo en el proceso de hacer música y hacer discos, en vuestro caso?
(Burns) Te mantiene en movimiento. Te motiva. Tenemos familia y ésa es la mayor motivación de todas y la mejor. Porque a pesar de lo duro y decepcionante que es todo esto, a pesar del hecho de que familias como la mía están divididas en lo político, puedes unirte en el amor, en la celebración de la vida. Eso es lo que te hace levantarte cada mañana. Después de las elecciones, John estaba cabreadísimo. Nunca le había visto así. De hecho, desapareció por un tiempo, perdimos el contacto. Y se me ocurrió hacer un diseño de una camiseta para vender online, y recaudamos 10.000 dólares para planificación familiar. Es un ejemplo de lo que se puede hacer, aunque sea algo minúsculo. Te das cuenta de que todos tenemos el potencial de ayudar. No sé, cómprale una taza de café a un extraño.
"Tienes que seguir la pista de aquello que suena bien y con lo que te sientes bien, más que empantanarte en overdubs".
Volviendo al disco, me da la impresión de que el sonido sigue siendo algo fundamental en vuestros trabajos. ¿Cómo de importante es?
JC: Es lo más importante de todo. ¡Queremos sonar bien! Hoy se hacen muchos discos que suenan mal, es cierto. Y es peliagudo, porque trabajas con un montón de gente con opiniones diversas y puede ser duro hacer que suene realmente bien. Cantar una palabra en lugar de otra puede contribuir a ello, incluso si la otra palabra tiene más sentido. Si suena bien, es mejor cantar la que suena mejor. Y creo que desde el principio esto se nos ha dado muy bien. Por eso lo hacemos.
¿Dirías que es perfeccionismo?
JC: No necesariamente. Es saber cuándo un tono te suena bien. Puede ser sólo una nota o un golpe en el sonido de mi caja. Suena muy bien y no necesito ni afinarla o hacer algo. No quiero ningún filtro, ni efectos, ni reverb: Sólo ese sonido.
Así que buscáis los accidentes en el estudio…
JC: Eso es lo mejor. Los “regalos”. Y tenemos algunos maravillosos en este disco.
(Burns) Has mencionado antes la palabra “perfeccionista” y sí, hay cierto control de calidad en lo que hacemos. Pero, al mismo tiempo, nos mantenemos abiertos. Es un equilibrio entre tu oficio y cierta espontaneidad. Un panadero que es muy bueno en lo suyo no necesita ser perfeccionista: vive y respira lo que es hacer el mejor pan, sabe perfectamente cómo hacerlo. Es un sentimiento. Una vez le oí decir a Craig (ingeniero) que las baterías de John están ya mezcladas y producidas, no necesitan nada. En realidad, no debes hacer nada más con ellas, porque si lo haces, la cagarás. No es que John sea un perfeccionista, es que le pone pasión y amor al sonido que hace. Y eso es lo que se oye en el disco. A partir de ahí, metemos otros elementos. Todo empieza con las baterías de John y algún complemento de guitarra acústica.
JC: También puede hacerlo con tu guitarra.
(Burns) Sin duda. No hay ninguna fórmula. Ésa es la verdad, también. Cuando vas a grabar, tienes muchas ideas y bocetos. Pero cuanto más dependo de las maquetas, menos estoy escuchando lo que se hace en el estudio. El estudio acaba siendo un instrumento mediante el cual intento estar presente en el momento. Tienes que seguir la pista de aquello que suena bien y con lo que te sientes bien, más que empantanarte en overdubs e ideas, algo que también hacemos; pero al final, lo que cuenta es que te sientas muy cómodo con lo que suena.
Lo cierto es que éste es ya vuestro noveno disco. A estas alturas, ¿cómo de difícil os resulta escribir nuevas canciones y nuevos discos? ¿Es más fácil por la experiencia acumulada o más difícil porque no queréis repetiros?
JC: En ocasiones todo te suena a más de lo mismo. Hubo ciertos momentos en El Paso, en el estudio Sonic Ranch, donde estábamos probando ideas, en los que (respira hondo) llegué a estar hastiado del sonido particular de mis escobillas. Desde luego que puede pasar eso, quieres ponerte desafíos y sonar diferente. Experimentar. Así que son ambas cosas. Es más complicado y fácil a la vez. Fácil porque llevamos mucho tiempo en esto y sabemos lo que queremos hacer. Yo lo he tenido más sencillo en este disco porque Joey trajo más maquetas un poco más cerradas que en el pasado, cuando a veces tenía que llegar a ciertos arreglos en la misma grabación.
Hay canciones como “Another Space” en las que se nota una búsqueda de nuevos caminos. A pesar de que en vuestra música siempre hayan coexistido de forma muy natural diferentes estilos.
(Burns) Algunas de las primeras sesiones fueron más de composición, y de ahí salieron algunas ideas bastante buenas. Y las grabamos. En este caso, mi idea era hacer algo muy de trance, repetitivo para ver qué pasaba. Por supuesto, no era tan disfrutable grabar una guitarra del tirón con un solo acorde, pero luego añadimos un par de texturas y un groove hipnótico. Teníamos algo interesante, pero una vez que tienes la idea básica tienes que pensar qué demonios pones encima. Y ahí es donde entró la banda, que grabó algunas partes estupendas. Básicamente nos divertimos mucho siendo experimentales, nuestro ingeniero en WaveLab, Craig, utilizó un pedal fuzz para manipular el sonido de mi guitarra. Hicimos un par de tomas, con muchísimo ruido, y resultó fantástico.
Lo cierto es que al final, pese a los contrastes que hay entre canciones, acaba siendo un disco bastante optimista y vital. ¿Lo veis así?
(Burns) Sí, responde a un proceso interesante. Veníamos de la gran decepción de las elecciones en Estados Unidos, y ayudó mucho llegar al verano con estas experiencias. Para nosotros ha sido una catarsis, y estoy seguro de que lo será también para la gente que se meta un poco en el proceso creativo. Y por eso nos gusta tanto hacer esto, porque es una buena manera de liberar los sentimientos de otros.
La última: En marzo de 2018 venís de gira por Europa (de momento, no por aquí, habrá que esperar al verano para verlos en el Vida Festival de Vilanova i la Geltrú). ¿Cuánto disfrutáis del directo?
JC: A mí me encanta. Puede ser la mejor parte de todo esto. A veces es difícil por el sonido. Somos en gran medida una banda orgánica, no usamos monitores de oído, tocamos mirándonos y cuidando las dinámicas. Hay momentos en la sala o el teatro en los que el sonido está muy bien, nos oímos todos y podemos improvisar. Se dan instantes maravillosos en los que Joey puede hasta venir con una canción nueva. La banda la escucha por primera vez, el público la oye por primera vez…
(Burns) Yo la oigo por primera vez (risas).
JC: Son momentos mágicos que nos recuerdan por qué hacemos esto. Y puedes tener uno de ellos cada cinco o seis bolos. Eso lo compensa todo. Pero incluso en bolos en los que todo ha sonado fatal, al final tienes al público sonriendo y sabes que se lo han pasado genial. Y eso me basta.
(Burns) Estamos siempre tratando de conectar los unos con los otros. Pasa en el estudio. Pero en directo está ese suspense de cuando el concierto va a empezar y se anticipa algo. Y nos ponemos nerviosos. En cada show. Todavía. Se trata de pasarlo bien, parar un momento y simplemente ser honesto con el público. Ya sea hablando del público o comentando una noticia, intentamos relacionarnos con la gente a un nivel personal. Ayuda mucho. Y cuando después te dicen que el show les ha gustado, que has conectado a un nivel personal, eso es lo mejor. Porque vivimos en una época de extremos y no da parece que la gente esté conectando. Me da la impresión de que estamos demasiado pendientes de la tecnología, que a veces está bien, yo también soy fan. Pero pienso en los shows y la gente grabando con los móviles (que distraen a la gente alrededor sin darse cuenta de lo que hacen), y creo que hemos llegado a un punto en que todo esto es bastante extremo. Hay demasiado extremismo en muchos campos y muchas amenazas en nuestras vidas. Y creo que es el momento de dar un pasito atrás para volver a apreciar las cosas esenciales: respira un poco y sé consciente del mundo que te rodea, que haremos del mundo un lugar mejor.
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