Caballo ganador
EntrevistasSparklehorse

Caballo ganador

Redacción — 20-12-2006
Fotografía — Archivo

Mark Linkous vive cada día como un regalo caído del cielo. El hombre tras Sparklehorse tuvo la mala ocurrencia de mezclar sustancias, lo que casi le lleva al otro barrio. Ahora, diez años más tarde, parece que empieza a superarlo. “Dreamt For Light Years In The Belly Of a Mountain” (Emi/Virgin) es la prueba palpable.

Hace prácticamente una década, Mark Linkous estuvo clínicamente muerto durante unas horas para después recuperarse. Debería haber superado ya todos sus fantasmas, pero durante años ha habido secuelas. Una parte del tratamiento para superarlo física y espiritualmente pasaba por trabajar sin descanso. De esa terapia nacieron dos discos dolorosos y hermosos (“Good Morning Spider” y “It’s A Wonderful Life”), pero una nueva recaída le dejó de nuevo en el dique seco. Tras superar el bache, volvió a recuperar la esperanza. El resultado es “Dreamt For Light Years In The Belly Of a Mountain”, un título que podría parecer lo bastante esclarecedor, pero que, en cambio y según su opinión, es fruto de la casualidad. ”Escribí palabras en trozos de papel y los moví a mi alrededor hasta que encontré algo que sonaba interesante”.

"Disfruto trabajando a solas y creando las canciones desde el principio al final"

Si el título suena interesante, el disco es más experimental y atrevido, más propenso a puntualizar en los detalles y que necesita escucharse con los cinco sentidos. Sparklehorse suena ahora menos íntimo que antes y su abanica de posibilidades parece ampliarse como nunca. “Las canciones se escribieron de un modo muy convencional, con guitarra acústica, estructuras de coros y el trabajo de la melodía. Eso no significa que no esté de acuerdo. De hecho es mi disco más variado hasta la fecha. He tardado cinco años en completarlo porque dejé de trabajar en esto durante tres y perdí el interés en grabar. Después he dedicado unos dos años de mi vida a crear lo que puedes escuchar en este álbum”. Pero volvamos a lo de las posibilidades. En esta ocasión, Linkous se ha atrevido a trabajar con samplers y baterías programadas que corren a cargo del mismísimo Dangermouse. “Me gustaba mucho su ‘Grey Album’, y mientras escuchaba mucho a The Beatles, así que todo coincidía. Me pareció una buena persona para colaborar. La electrónica nunca me ha disgustado, de hecho ahora escucho mucha electrónica abstracta, artistas como Oval o Fennesz”. Si para su anterior trabajo, Linkous contó con Dave Fridmann como productor, en esta ocasión ha sido él mismo quien se ha encargado de controlar los mandos a la hora de grabar sus canciones. “Disfruto trabajando a solas y creando las canciones desde el principio al final, tocando todos los instrumentos, como en los discos antiguos”. Pero aunque al artista le guste hacer la guerra por su lado, en este trabajo encontramos a Tom Waits en “Morning Hollow”, que le devuelve la colaboración, aunque tampoco supone una sorpresa puesto que el huraño cantante ya puso su granito de arena en “It’s A Wonderful Life”. “No tuvimos mucho tiempo, así que trabajamos muy rápido, pero el resultado me gusta. En cuanto a su carrera, prefiero la etapa Island anterior a los noventa, empezando por el magistral ‘Swordfishtrombones’”. Y ya que hablamos de colaboraciones, no está de más interesarse por el dúo atómico que Linkous protagonizo junto a Daniel Johnston, a quien le produjo “Fear Yourself”. A ambos les une una capacidad innata para crear canciones epidérmicas, su adoración por The Beatles y una extraña sensación de que ambos son y serán genios incomprendidos. “Fue un honor trabajar con Daniel. Su música es lo menos convencional, lo menos pretencioso... es la música más pura que jamás haya escuchado. Eso sí, desgraciadamente no he visto todavía la película documental ‘The Devil And Daniel Johnston”. Volviendo a la actualidad, Sparklehorse es uno de los tesoros que nos tiene reservados el festival Primaveraclub durante los primeros días de diciembre. Y no solamente eso, sino que cuando leas estas líneas la banda habrá girado por diversas ciudades españolas. Parece ser que a Linkous le gusta nuestro país, quizás por ello grabó algunas partes de “It’s A Wonderful Life” en los estudios Bit-A-Beat de Barcelona. “Me gusta mucho la ciudad, la amo. Es muy viva y vibrante, y la grabación fue una gran experiencia. Me encantará estar de nuevo girando por vuestro país, además la banda es muy buena. Mi mejor amigo, Johnny Hott, toca la batería y juntos repasamos canciones de todas las épocas del grupo”.

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Caballo Ganador
EntrevistasSupercinexcene

Caballo Ganador

Enrique Peñas — 27-05-1999
Fotografía — Archivo

SupercineXcene es el personalísimo proyecto de Raúl Santos, anteriormente batería en Shar-Peis, Guedeon Della y Los Planetas; un veterano del indie nacional que ha cambiado las baquetas por los samplers. «Hace unos días recordé porqué dejé todo eso; estuve ensayando con los Hipsters, que me han pedido que grabe un par de canciones con ellos, y ya ves cómo tengo las manos de heridas. Además, otra vez en el local de ensayo lleno de vapor, y las cervezas por el suelo; odio todo eso». Ahora Raúl hace del sampler su mejor instrumento y se recrea en su primer álbum sin título que prolonga la línea avanzada en su single «Sin Título-Untitled-Sans Titre-Ohne Titel», depurando tosquedades en beneficio de un trabajo que supera a su antecesor (del que sólo el último tema, «Bussanova», estaría a la altura) por un caballo de ventaja, el mismo que aparece en la portada del álbum. Raúl utiliza la electrónica como medio, sobre todo «porque puedo decidir ¿…? todo lo que suena; en un grupo de rock es mucho más difícil ponerse de acuerdo. Con dos personas creo que sí te puedes entender. El inconveniente de estar solo es que después de trabajar seis meses en un disco se te va un poco la cabeza, y hay cosas que no sabes realmente si son buenas o malas; hay muchas cosas que ahora mismo quitaría del disco, pero ya se verá en el próximo; supongo que en eso consiste la evolución». Entiendo que se refiere a detalles que no se aprecian como debería, a redundancias sonoras casi inapreciables, «pequeñas cosas mal dispuestas» que para Raúl tienen gran importancia. «Soy muy exigente; lo era como batería, y lo soy ahora. No me conformo con lo fácil, que sería utilizar continuamente loops de batería; busco en vinilos de jazz, funky, en muchísima música que escucho para poder hacer un auténtico despiece de cada elemento. Ahora tengo una batería electrónica, y en el nuevo disco las baterías van a ser tocadas y no programadas». El resultado de todo es un disco breve («para mi, esta música no es difícil, pero para la mayoría del público sí, y pienso que un disco de setenta minutos de esta música puede ser abrasivo»), que recoge mucho del jazz y menos del funky («el funky que yo escucho es más easy-listening, que no deja de ser funky más jazz»); un trabajo completamente instrumental («la voz limita las sensaciones, por eso me gustan tanto las bandas sonoras de los sesenta y setenta, por su capacidad evocadora; eso es lo que me gustaría conseguir con mi música, que fuese la banda sonora de la película de cada uno»), y – para terminar- un temor ( y a la vez un deseo): «Me asusta trasladar esto a un concierto, porque son demasiadas cosas que no puedo abarcar; me siento más cómodo con un grupo, y lo que me gustaría sería adaptar estas canciones a un grupo de jazz que las interpretara con todos sus matices».

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