Cuando alguien responde de forma tan entregada y sabes que está tratando un tema que de verdad le inquieta, es cuando debes ir al grano, gracias sobre todo a la cantidad de titulares que se están revelando. Por ello, vuelvo al tema de la disociación entre Hip hop y Calle, porque ahora es cuando va a venir la respuesta visceral que se espera de una persona pasional y auténtica, dos factores imprescindibles que todo compositor anhela.
El concepto "la música es sentimiento”, adquiere un rango desmesurado cuando hay componentes urbanos por medio. Todo el circo superfluo que lo rodea merma el componente clave de su esencia: la lealtad. Lealtad a tu gente, lealtad al público y sobre todo, lealtad a uno mismo. Y es aquí donde, fuera donde fuera y vistiera como vistiera, C-Kan compuso la mejor estrofa del diálogo: "El hip hop hay que mantenerlo real; mis primeras composiciones trataban sobre drogas y violencia porque era lo que hacíamos entonces, y mis fans me admiraban por ello. Pero crecí, fui de giras, maduré al salir del barrio y convertirme en una imagen pública. Fui consciente del mensaje que debía enviar, siempre trato de llevar el mensaje del pueblo, y hay mucha gente que me pregunta por qué ya no hablo de la violencia, y es porque ya no la tengo conmigo. Hay gente que confunde ser pobre con ser humilde, mi forma de ser humilde es ser real, en el escenario y con mi gente".
Es curioso cómo cambia una conversación cuando uno ansía decir algo y otro está dispuesto a escucharlo. A cada palabra que declaraba, él se estremecía y yo me sorprendía e intentaba que, por nada en el mundo, ese efecto terminara. Intento boicotear y humanizar un poco la situación argumentando, quizás de forma ingenua, que teniendo un medio como el rap, en el que no existen límites, es mucho más fácil que uno encuentre su identidad y entonces, me vuelve a vapulear: "No voy a perder mi esencia ni dejar de ser quien soy. Yo hablo en mis canciones de marihuana porque me gusta y forma parte de mi vida, pero no recomiendo a nadie su consumo. También hago canciones en contra del aborto y a favor de las madres solteras, y mucha gente me crítica por hacer canciones de amor, como si los callejeros no nos enamoráramos. Si Tupac hacía canciones de amor, ¿por qué yo no puedo?", cierra en un alarde que se mueve en una fina línea entre la megalomanía y la pureza de la honestidad.
La opción de que el legado de C-Kan tenga la misma relevancia que el de Tupac es más que remota, pero eso no desvirtúa su carrera. Nunca sabremos cómo hubiera manejado el malogrado rapero todo el fenómeno de las redes sociales y Youtube, pero sin duda seguir el ejemplo del latino no hubiera sido una mala opción. Ante la popularidad de sus videoclips (alguno atesora más de 100 millones de visualizaciones), le pregunto si teme que en algún momento sufra el "fenómeno reggaeton", y sus letras se devalúen en favor de un video espectacular, a lo que me rebate con un tono desenfadado que "la música es impredecible. Yo he compuesto temas a los que les he dedicado todas las metáforas del mundo y los he acompañado de un video borracho que grabé en quince minutos, y ha sido todo un éxito. Un video puede ser bueno o malo, pero la buena música trasciende.", asegura cargado de razón y orgullo, mientras yo solo me siento desconcertado por haber unido "fenómeno" y "reggaeton" en un mismo término.
Tras más del tiempo que teníamos previsto ambos, como aseguramos de forma guasonamente irreverente, me veo obligado a hacerle la siguiente y última cuestión. Y cuando le pregunto qué opinión le gustaría que el público español tuviera de él, vuelve a coger el testigo de "profeta del pueblo" para contestarme que "me gustaría mostrar que México no solo son cabezas cortadas, cuerpos colgados de un puente, violencia y todo lo que dice la CNN. Es un país con una gran riqueza, solidario y agradecido. Les invito a escuchar un tema de C-Kan (cuando se cubre bajo el manto profético, habla de sí mismo en tercera persona), aunque alguno no lo considere rapero por experimenta con reggae u otros ritmos, que elija un tema con el nombre que más le llame la atención y dé al play, y te darás cuenta de que en México se habla de muchas otras cosas que no se ven fuera del país. Siempre intento que mi rap sea como un periódico del barrio".
Con esta declaración de intenciones, un servidor apaga la grabadora, y entrevistador y entrevistado se despiden haciéndose una foto para el labrado Instagram de C-Kan, y tras un (yo creo) sincero intercambio de buenas impresiones, me alejo levantando la mano y despidiéndome, mientras él se da dos palmadas en el corazón, como marca el código no escrito (y estereotipado) del manual del rapero ejemplar.
Cuando alguien responde de forma tan entregada y sabes que está tratando un tema que de verdad le inquieta, es cuando debes ir al grano, gracias sobre todo a la cantidad de titulares que se están revelando. Por ello, vuelvo al tema de la disociación entre Hip hop y Calle, porque ahora es cuando va a venir la respuesta visceral que se espera de una persona pasional y auténtica, dos factores imprescindibles que todo compositor anhela.
El concepto "la música es sentimiento”, adquiere un rango desmesurado cuando hay componentes urbanos por medio. Todo el circo superfluo que lo rodea merma el componente clave de su esencia: la lealtad. Lealtad a tu gente, lealtad al público y sobre todo, lealtad a uno mismo. Y es aquí donde, fuera donde fuera y vistiera como vistiera, C-Kan compuso la mejor estrofa del diálogo: "El hip hop hay que mantenerlo real; mis primeras composiciones trataban sobre drogas y violencia porque era lo que hacíamos entonces, y mis fans me admiraban por ello. Pero crecí, fui de giras, maduré al salir del barrio y convertirme en una imagen pública. Fui consciente del mensaje que debía enviar, siempre trato de llevar el mensaje del pueblo, y hay mucha gente que me pregunta por qué ya no hablo de la violencia, y es porque ya no la tengo conmigo. Hay gente que confunde ser pobre con ser humilde, mi forma de ser humilde es ser real, en el escenario y con mi gente".
Es curioso cómo cambia una conversación cuando uno ansía decir algo y otro está dispuesto a escucharlo. A cada palabra que declaraba, él se estremecía y yo me sorprendía e intentaba que, por nada en el mundo, ese efecto terminara. Intento boicotear y humanizar un poco la situación argumentando, quizás de forma ingenua, que teniendo un medio como el rap, en el que no existen límites, es mucho más fácil que uno encuentre su identidad y entonces, me vuelve a vapulear: "No voy a perder mi esencia ni dejar de ser quien soy. Yo hablo en mis canciones de marihuana porque me gusta y forma parte de mi vida, pero no recomiendo a nadie su consumo. También hago canciones en contra del aborto y a favor de las madres solteras, y mucha gente me crítica por hacer canciones de amor, como si los callejeros no nos enamoráramos. Si Tupac hacía canciones de amor, ¿por qué yo no puedo?", cierra en un alarde que se mueve en una fina línea entre la megalomanía y la pureza de la honestidad.
La opción de que el legado de C-Kan tenga la misma relevancia que el de Tupac es más que remota, pero eso no desvirtúa su carrera. Nunca sabremos cómo hubiera manejado el malogrado rapero todo el fenómeno de las redes sociales y Youtube, pero sin duda seguir el ejemplo del latino no hubiera sido una mala opción. Ante la popularidad de sus videoclips (alguno atesora más de 100 millones de visualizaciones), le pregunto si teme que en algún momento sufra el "fenómeno reggaeton", y sus letras se devalúen en favor de un video espectacular, a lo que me rebate con un tono desenfadado que "la música es impredecible. Yo he compuesto temas a los que les he dedicado todas las metáforas del mundo y los he acompañado de un video borracho que grabé en quince minutos, y ha sido todo un éxito. Un video puede ser bueno o malo, pero la buena música trasciende.", asegura cargado de razón y orgullo, mientras yo solo me siento desconcertado por haber unido "fenómeno" y "reggaeton" en un mismo término.
Tras más del tiempo que teníamos previsto ambos, como aseguramos de forma guasonamente irreverente, me veo obligado a hacerle la siguiente y última cuestión. Y cuando le pregunto qué opinión le gustaría que el público español tuviera de él, vuelve a coger el testigo de "profeta del pueblo" para contestarme que "me gustaría mostrar que México no solo son cabezas cortadas, cuerpos colgados de un puente, violencia y todo lo que dice la CNN. Es un país con una gran riqueza, solidario y agradecido. Les invito a escuchar un tema de C-Kan (cuando se cubre bajo el manto profético, habla de sí mismo en tercera persona), aunque alguno no lo considere rapero por experimenta con reggae u otros ritmos, que elija un tema con el nombre que más le llame la atención y dé al play, y te darás cuenta de que en México se habla de muchas otras cosas que no se ven fuera del país. Siempre intento que mi rap sea como un periódico del barrio".
Con esta declaración de intenciones, un servidor apaga la grabadora, y entrevistador y entrevistado se despiden haciéndose una foto para el labrado Instagram de C-Kan, y tras un (yo creo) sincero intercambio de buenas impresiones, me alejo levantando la mano y despidiéndome, mientras él se da dos palmadas en el corazón, como marca el código no escrito (y estereotipado) del manual del rapero ejemplar.
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