No resulta fácil ni habitual la posibilidad de cotejar las opiniones de un nuevo disco con cada uno de los protagonistas que lo perpetraron, y menos todavía con cada uno de ellos por separado. El contexto que nos permite tal excepción es tan excepcional como los bungalows que rodean la majestuosa piscina del Chateau Marmont, uno de los hoteles con más encanto y estilo de la ya de por si glamourosa Los Angeles, cuna de las correrías de nuestros protagonistas. Es a la vez un entorno perfecto para la escucha de “Stadium Arcadium”, noveno disco en estudio de la banda y tercero seguido que editan con la misma formación, algo inédito hasta ahora en su discografía. Hito significativo en lo que supone de estabilidad y madurez emocional de los componentes del grupo (Kiedis confiesa que durante la gestación del nuevo disco “todo el mundo estaba enamorado. Incluso Rick Rubin (productor) se coló por un chica y estaba atontado. Flea y Chad tuvieron un bebé en ese período”), que tiene un inevitable reflejo en lo musical. La banda ha perdido ya el “efecto Californication”, que le permitió nacer de nuevo, gozar de las ventas a una nueva generación y de la complicidad que despierta una banda novel. “By The Way” demostró que, detrás de la eclosión de energía, melodías y ritmos que saltaron en el reencuentro de la banda con su irremplazable guitarrista John Frusciante, se mantenía al acecho el poso de madurez y la llegada de nuevas ambiciones vitales.
"Hacer bailar a la gente es tan importante como alimentarla (Anthony Kiedis)"
Pese a todo, el disco tenía sus momentos y, sin llegar a ser una continuación al mismo nivel de “Californication”, sumaba las virtudes necesarias para mantener la dignidad y las ventas. “Stadium Arcadium” es, qué pena, otro escalón descendente. El sonido de la banda parece ahora un instrumento en las manos de la esquizofrenia (no sólo) musical de Frusciante. Tras el paso en falso de “One Hot Minute” y el golpe de efecto de “Californication”, Kiedis y Flea parecen haber cedido terreno en el liderazgo de la banda, otorgándoselo a un músico hiperactivo, genial e inquieto como pocos en la actualidad, pero también víctima de sus propios trastornos. En “Stadium Arcadium” se erige como protagonista principal de la función, y cada uno de los temas representa un estado de ánimo a compartir. Disco trufado de guitarras (solos inacabables, riffs contundentes, fraseos imposibles, wah wahs hendrixianos), que de hecho sobrevive gracias a sus matices, pero que a duras penas conserva la impronta histórica de la banda: ese alma formada por la base rítmica de Flea y Jack Irons/Chad Smith y la característica técnica del “menos es más” del primer Frusciante. El guitarrista, que parece haber vuelto a huir del planeta Tierra, habla del proceso de creación del disco como de un pseudorebirthing, cura necesaria cercana al psicoanálisis de un trauma que se remonta a la época de “Mother´s Milk” y “Blood Sugar Sex Magic”.
"En la grabación de ´By The Way´ lo pasé fatal. No me sentía muy conectado con el grupo (Flea)"
“Me sentí fatal durante las primeras semanas de ensayos y grabación. Estaba hundido y me odiaba a mí mismo. Era muy doloroso tocar la guitarra, incluso físicamente. Descubrí que la causa era mi método de meditación, que consiste en visitar estados de tu pasado de los que no eres consciente. A mí me atormentaba una frustración que arrastraba desde los dieciocho años. En esa época yo intentaba tocar lo más simple y práctico posible, como un refugio contra mi ego. Pero eso no era más que una huida, un giro para no afrontar el protagonismo. Esta vez no he tenido miedo de tocar rápido y sin autoimponerme ninguna limitación estilística”. Una curiosa revelación que para Frusciante tiene un “claro reflejo en el resultado de ´Stadium Arcadium´. Y que para mí ha significado un nuevo comienzo. Era el momento de dirigir la banda hacia ese lugar, que la guitarra tuviese un papel predominante, no para impresionar a la gente, sino como un ejercicio de desarrollo musical”. El bueno de Chad está de acuerdo en que en el disco marca la diferencia el “gran trabajo de John. Sus solos, sus tratamientos y las diferentes texturas conseguidas. Además, si ´By The Way´ aparcaba la vertiente más funky del grupo y se volcaba en las melodías, en esta ocasión hemos intentado conjugar ambos aspectos, como en ‘Tell Me Baby’, con una base funk y un gran estribillo coreable”. Lo cierto es que los momentos más cercanos al funk están contados. El más evidente es “Hump De Bump”, un divertido tema a lo “Funky Crime” que destaca entre lo mejor de la producción. Flea, algo atrevido, contempla “Stadium Arcadium” como el trabajo “por el que se nos debería juzgar en el futuro. La gran obra de Red Hot Chili Peppers. Recoge todo lo que somos, un largo abanico de colores, sonidos y emociones. Si a alguien no le gusta el disco, es que no le gusta la banda”. Dejemos la afirmación como un pelín precipitada. Kiedis, que por cierto vuelve a lucir melena (“me la he dejado como la que llevaba en la época de ´Freaky Styley´”), realiza el análisis más crítico y sorprendentemente afinado, que vuelve a apuntar hacia la excesiva “obviedad en el trabajo de John. Él siempre está cambiando; no estaría satisfecho consigo mismo si no lo hiciera. Siempre efectúa un trabajo de guitarra espectacular con variaciones maravillosas. La diferencia es que en el pasado se ha demostrado como un maestro de la delicadeza y la sutilidad, y en este nuevo disco toca más y se le oye más todavía. Pero pese a todo, sigue siendo muy emocional, inspirador y excitante”. En realidad, de los veintiún temas que hemos podido escuchar tan solo un puñado mantienen la frescura y agilidad rítmica que parecían haber recuperado los californianos con la reentré de Frusciante. Entre ellos destacan “Make You Feel Better”, “21st Century” (con uno de los mejores solos del disco, y eso que no faltan), “C´mon Girl” y sobre todo el ya mencionado “Hump De Bump”. La mayoría de los restantes perecen a medio camino de la búsqueda de la melodía perfecta, que sólo en contadas ocasiones (“Hard To Concentrate”, “Turn It Again” o “Hey”, que para Flea es “uno de mis temas preferidos, con un sentimiento muy tierno”) parecen atisbar. En general, el trabajo acusa una clara falta de magia, inspiración, y acaba deshilvanándose en una interminable serie de historias tristes e insípidas, que suenan a resaca de tiempos mejores. Una descomposición que parece fruto, como ya apuntábamos, de las direcciones divergentes que parecen haber tomado las prioridades de los diferentes miembros. Flea ha conocido de nuevo y tras muchos años la enorme excitación que supone ser padre. “Me cuesta pensar en otros temas. Tiene tres meses y es puro amor. Absolutamente cautivador”. Aunque también reconoce haberse recuperado de un bache importante en su relación con el resto de la banda. “En la grabación de ´By The Way´ lo pasé fatal. No me sentía muy conectado con el grupo. Fue duro y quise abandonar la nave. Afortunadamente, esperé, y hacia el final del tour mi estado de ánimo cambió. Ahora me siento mucho mejor”. Pese a estar ya de nuevo integrado, el bajista está preparando su primer disco en solitario, que será probablemente “instrumental. No porque lo quiera así, sino por mi incapacidad manifiesta para cantar afinadamente”. Frusciante, alma inquieta, sigue absorbiendo cuantos géneros y posibilidades musicales se le ponen por delante (ver pieza anexa), además de seguir conservando parte de su escepticismo hacia la fama y el éxito. “Cuando veo a una banda como !!! sobre un escenario, con todo el mundo bailando e
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.